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Un tesoro oculto entre las arenas
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Un tesoro oculto entre las arenas
- Spoiler:
- Cualquier personaje del foro está invitado a este tema.
Friedrich Krüger llevaba varias semanas acompañando a la excavación de arqueólogos que trabajaba en las inmediaciones de la Pirámide de Nigosh. Su padre, un reputado investigador, estaba muy cerca de encontrar un antiguo templo situado junto a la pirámide y que, según él, servía para hacer sacrificios al faraón- dios que había sido enterrado en ese lugar.
Ciertamente, a Friedrich todo eso se le antojaba aburrido... ¿Qué importaba lo ocurrido hacía unos miles de años? Hubiera templo o no, hicieran rituales o no, poco importaba hoy en día. No entendía esa obsesión por desenterrar cosas que tanto obsesionaba a su padre.
Tampoco es que fuera un apasionado de los desiertos... En Nimgrand, el clima era muy distinto y, a decir verdad, mucho más agradable que ese sol abrasador que te quemaba la piel en aquel desierto. Desde que había llegado, el joven Friedrich no se había separado de su móvil ni había salido de su tienda de campaña. Su padre, en cambio, lo animaba a salir continuamente para compartir con su hijo esos pequeños momentos de alegría junto a la pirámide: -¿Quien sabe hijo? Puede que estés ante el siguiente premio de arqueología de Leytburg.- solía decir, a modo de broma, para que sus compañeros se rieran un poco con él.
- Spoiler:
- Friedrich Krüger
Ciertamente, su hijo flipaba,porque en la ciudad con más droga y prostitutas del mundo a él le había tocado un padre académico. Su madre, encima, era una experta en historia del arte... Vamos, que tenía una fiesta diaria en casa. Sus amigos, en cambio, si tenían padre molones y, por si fuera poco, el suyo nunca había destacado especialmente en su campo. Había venido hasta esta pirámide, maldita según los locales, porque los arqueólogos no se atrevían a venir a Mel-Qarath y eso hacía de este yacimiento un espacio inexplorado por la ciencia.
¿Qué hacía él allí? Pues su padre, de alguna forma que nadie sabía bien, pues había logrado un pase firmado por las autoridades del país y, con mucha labia, consiguió que su madre consistiera que su hijo también fuera; pero Friedrich hubiera preferido cualquier otro castigo. ¿No era suficiente con aprobar el curso?
Un par de semanas después de su llegada, Friedrich vio un haz de luz verdosa al pie de la excavación, justo donde un local había estado quitando arena con una pala. La curiosidad le pudo, salió del a tienda y se acercó al lugar; a medida que acercaba sentía como su corazón empezaba a palpitar con más y con más fuerza y, cuando estuvo junto al lugar, el haz se desvaneció. En su lugar, el joven vió un trozo de metal y, con un poco de brusquedad, sacó el objeto.
Casi se cortó un dedo porque, cuando se quiso dar cuenta, había agarrado una vieja espada de acero negro que, curiosamente, aún estaba afilada. Un pequeño hilillo de sangre recorría parte de la hoja y, por un segundo, al muchacho le pareció que el arma mostró un fulgor verdoso. Su padre, en aquel momento, emitió un grito de sorpresa y tanto él como el resto del equipo acudieron a ver su hallazgo:
- Muy bien Friedrich, así se hace hijo- tras una breve pausa- eh, espera, ve a que te vea Marcus y te cure eso. Mientras tanto vamos a catalogar esto, pero que extraño, no parece un arma de la III Dinastía.
El muchacho no quiso decir nada pero, molesto, se fue para la tienda de Marcus que, entre mecánico y manitas, hacía las veces de enfermero. Su padre, mientras tanto, volvió a abstraerse en su mundo de arqueología e investigaciones y olvidó por completo a su hijo. Frustrado, el último pensamiento del adolescente, antes de perder de vista a su padre, fue: -¿Que cojones es la III Dinastía?
Argamosh- Prole de la Sombra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Josuke estaba de viaje con su curso en nada más ni nada menos que el gran desierto de Sarab Aldam, en Mel-Qarath, junto a las míticas pirámides Nigosh.
Todos sus amigos de Leytburg, jóvenes de 17 años (él era un repetidor), estabas fascinados con la grandiosa arquitectura que cubría el mar de aren...
- Es solo un puto triángulo - dijo en voz alta el muchacho aburrido interrumpiendo al guía.
Se encontraba sentado en uno de los bordes del camino improvisado para las visitas. El guía hizo gesto omiso, e indicó a los alumnos - a los interesados - a que le siguieran. Josuke ni se molestó.
- Qué coñazo - dijo poniéndose de pie - ¡OKUYAZU, MAMONAZO! ¿DÓNDE ESTÁS?
Gritó a los cuatro vientos pero sin respuestas. El torpe de su amigo se había perdido hacia un rato en la tienda de souvenirs y se quedó él sólo siguiendo a la profesora de matemáticas de su instituto - la peor zorra del mundo.
No es que no le interesaran las pirámides, pero en persona le resultaban 10 veces más aburridas y preferiría estar en un bar con el resto de la pandilla. Si su madre no le hubiese obligado...
Decidió no quedarse quieto y dio una vuelta por cuenta propia, saltándose la zona que era para turistas. Entonces vio un par de personas de edad mayor amontonándose ante lo que parecía un gran descubrimiento y a un chaval pirándose con cara de enfadado. Era mejor que quedarse de brazos cruzados.
Se acercó al grupito de científicos.
- Oigan, ¿qué es eso?
No hubo respuestas.
- ¡OIGAN!
Uno de ellos se dio la vuelta pero le ignoró casi de inmediato. Claramente no entendían la lengua, pero a Josuke se le había hinchado una vena en la frente.
- ¡Quita, coño! - dijo apartando a uno de los hombres de un manotazo, el cuál cayó al suelo unos 5 metros más lejos de ellos.
Los demás, asustados se apartaron de inmediato y el científico del medio tembló ligeramente y soltó lo que llevaba en la mano al suelo. No sabía qué hacía ese muchacho con pinta de conflictivo allí, pero por la fuerza que había mostrado había que tener cuidado.
Josuke iba con las manos en los bolsillos, ignorando a los demás y fijándose en el trozo de metal que estaba en el suelo.
- ¿Qué es eso? - dijo agarrándolo con los dos dedos de su mano derecha y elevándolo hasta el nivel de su cara - ¿tanto rollo por un trozo de chatarra viejo y feo?
Era un mandoble de color oscuro con hendiduras de color verde brillante, pero él a duras penas veía una tabla de metal con bordes afilados.
Los científicos, confusos, no sabían cómo reaccionar. Más viendo cómo levantaba con tanta facilidad un objeto tan pesado.
Todos sus amigos de Leytburg, jóvenes de 17 años (él era un repetidor), estabas fascinados con la grandiosa arquitectura que cubría el mar de aren...
- Es solo un puto triángulo - dijo en voz alta el muchacho aburrido interrumpiendo al guía.
Se encontraba sentado en uno de los bordes del camino improvisado para las visitas. El guía hizo gesto omiso, e indicó a los alumnos - a los interesados - a que le siguieran. Josuke ni se molestó.
- Qué coñazo - dijo poniéndose de pie - ¡OKUYAZU, MAMONAZO! ¿DÓNDE ESTÁS?
Gritó a los cuatro vientos pero sin respuestas. El torpe de su amigo se había perdido hacia un rato en la tienda de souvenirs y se quedó él sólo siguiendo a la profesora de matemáticas de su instituto - la peor zorra del mundo.
No es que no le interesaran las pirámides, pero en persona le resultaban 10 veces más aburridas y preferiría estar en un bar con el resto de la pandilla. Si su madre no le hubiese obligado...
Decidió no quedarse quieto y dio una vuelta por cuenta propia, saltándose la zona que era para turistas. Entonces vio un par de personas de edad mayor amontonándose ante lo que parecía un gran descubrimiento y a un chaval pirándose con cara de enfadado. Era mejor que quedarse de brazos cruzados.
Se acercó al grupito de científicos.
- Oigan, ¿qué es eso?
No hubo respuestas.
- ¡OIGAN!
Uno de ellos se dio la vuelta pero le ignoró casi de inmediato. Claramente no entendían la lengua, pero a Josuke se le había hinchado una vena en la frente.
- ¡Quita, coño! - dijo apartando a uno de los hombres de un manotazo, el cuál cayó al suelo unos 5 metros más lejos de ellos.
Los demás, asustados se apartaron de inmediato y el científico del medio tembló ligeramente y soltó lo que llevaba en la mano al suelo. No sabía qué hacía ese muchacho con pinta de conflictivo allí, pero por la fuerza que había mostrado había que tener cuidado.
Josuke iba con las manos en los bolsillos, ignorando a los demás y fijándose en el trozo de metal que estaba en el suelo.
- ¿Qué es eso? - dijo agarrándolo con los dos dedos de su mano derecha y elevándolo hasta el nivel de su cara - ¿tanto rollo por un trozo de chatarra viejo y feo?
Era un mandoble de color oscuro con hendiduras de color verde brillante, pero él a duras penas veía una tabla de metal con bordes afilados.
Los científicos, confusos, no sabían cómo reaccionar. Más viendo cómo levantaba con tanta facilidad un objeto tan pesado.
Josuke- Heredero de la Penumbra
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(5/100)
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
La clase de Okuyazu salio de excursión nada más y nada menos que al desierto abrazador de Sarab Aldam, que se localizaba en el país de Mel-Qarath, junto a las míticas pirámides Nigosh.
Okuyazu se había encontrado una tienda de souvenirs donde se perdió con gran facilidad, ya que la profesora de matemáticas no le quitaba los ojos de encima. En una oportunidad pudo eludirla y ponerse a mirar todo.
- Menos mal he podido quitarme a esa zorra de encima.
En su vistazo por la tienda pudo encontrar unas botellas de cerveza típica de la zona. El joven no se pensó ni un segundo en cogerla y esconderla en su mochila.
- Esto para combatir el calor jejeje...
Pensó mientras guardaba las bebidas a escondidas. De repente un grito de su amigo Josuke le alerto viéndose que se había perdido, aunque no estaba lejos de su compañero. Pudo ver entremedio de la gente y el bullizo de la tienda a su amigo entrando en una zona que aparentemente no esta permitido entrar.
- Ya está el Josuke liándola... Aish, va va va vamos a ver que hacer.
Digo mientras se ponía la mochila y apartaba a la gente con su cuerpo como si nada le molestara.
- Seguro que le van a pegar una paliza y el muy animal les pega sin mí. Como se le ocurra tocar a alguien y no me deje al menos dos tíos para descargar mi mala leche... Le parto la cara a ese cabrón.
Caminaba esbozando una sonrisa un tanto siniestra, mientras apretaba sus nudillos haciéndolos crujir varias veces. Cuando llego a la zona pudo ver a su compañero empujando a una especie de científico que salio a una distancia considerable. Okuyazu Cuando vio la escena fue corriendo así su amigo mientras gritaba
- Pero déjame algo para mí, mamón.
Cuando casi estaba a punto de alcanzarlo vio que su amigo alzo una especie de plancha de metal verdoso.
- Tío... Dos cosas. ¿Que mierdas es esa plancha que sostienes? Y dos ¿Estos tíos te están molestando por que si es así les parto la cara...?
Sus palabras se silenciaron en busca de una respuesta la cual Okuyazu quería que fuera la primera, aunque la segunda también la quería escuchar después de saber que era ese metal extraño.
Okuyazu se había encontrado una tienda de souvenirs donde se perdió con gran facilidad, ya que la profesora de matemáticas no le quitaba los ojos de encima. En una oportunidad pudo eludirla y ponerse a mirar todo.
- Menos mal he podido quitarme a esa zorra de encima.
En su vistazo por la tienda pudo encontrar unas botellas de cerveza típica de la zona. El joven no se pensó ni un segundo en cogerla y esconderla en su mochila.
- Esto para combatir el calor jejeje...
Pensó mientras guardaba las bebidas a escondidas. De repente un grito de su amigo Josuke le alerto viéndose que se había perdido, aunque no estaba lejos de su compañero. Pudo ver entremedio de la gente y el bullizo de la tienda a su amigo entrando en una zona que aparentemente no esta permitido entrar.
- Ya está el Josuke liándola... Aish, va va va vamos a ver que hacer.
Digo mientras se ponía la mochila y apartaba a la gente con su cuerpo como si nada le molestara.
- Seguro que le van a pegar una paliza y el muy animal les pega sin mí. Como se le ocurra tocar a alguien y no me deje al menos dos tíos para descargar mi mala leche... Le parto la cara a ese cabrón.
Caminaba esbozando una sonrisa un tanto siniestra, mientras apretaba sus nudillos haciéndolos crujir varias veces. Cuando llego a la zona pudo ver a su compañero empujando a una especie de científico que salio a una distancia considerable. Okuyazu Cuando vio la escena fue corriendo así su amigo mientras gritaba
- Pero déjame algo para mí, mamón.
Cuando casi estaba a punto de alcanzarlo vio que su amigo alzo una especie de plancha de metal verdoso.
- Tío... Dos cosas. ¿Que mierdas es esa plancha que sostienes? Y dos ¿Estos tíos te están molestando por que si es así les parto la cara...?
Sus palabras se silenciaron en busca de una respuesta la cual Okuyazu quería que fuera la primera, aunque la segunda también la quería escuchar después de saber que era ese metal extraño.
Okuyazu- Heredero de la Penumbra
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(5/100)
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Sus recientes investigaciones la habían sacado de Xeonova hasta la zona de la Pirámide de Nigosh, en Mel-Qarath, había rumores locales de que la pirámide estaba maldita, que hacía unos años unos exploradores se habían adentrado en la zona para investigarla y nunca habían vuelto, y lo mas espeluznante de todo, que por las noches se oían diversos sonidos que parecían metálicos proceder de las entrañas de la pirámide o sus alrededores.
Si bien casi todo le parecieron invenciones para atraer a gente a la zona con la promesa de hacer el descubrimiento del siglo, ella había venido como una mas, atraída por ese motivo, y porque hacía, calculaba aproximadamente, unos 60 años que no estaba en aquel lugar. No parecía haber cambiado demasiado desde la última vez. ¿Quizá la pirámide esta un poco mas enterrada en la arena? No podía decirlo con certeza, tenia buena memoria, pero no era perfecta.
Adyara portaba en su espalda una gigantesca mochila de viaje, de la cual sobresalía una especie de palo acabado en punta, tenía su anaranjado cabello recogido en un moño alto que impedía que revolotease liberamente y la acalorase aún mas de lo que ya estaba por el ambiente donde se encontraban. Su vestimenta consistía en una camiseta de tirantes de color beige acompañada de unos pantalones cortos del mismo color y por ultimo unas zapatillas deportivas azuladas.
Fue entonces cuando vio a un grupo de personas como mirando algo que un joven parecía sostener en alto, tuvo que alzar una mano mientras se acercaba, pues el sol reflejado en lo que quiera que fuese lo que sostenía aquel muchacho, se reflejaba justo en la dirección desde la que ella se acercaba y daba en sus ojos. Una vez llegó al grupo, observó que no eran uno, sino dos jovenes que parecían estudiantes los que estaban allí parados, en medio de otro grupo de personas que parecían ser científicos que no sabían como reaccionar ante la situación.
Ahora si podía ver lo que sostenía el muchacho, era una espada, y parecía bastante antigua... ¿Sería algo que había encontrado dentro de la pirámide? - Disculpa, joven. ¿Me permitirías examinar ese objeto que sostienes? - Preguntó la chica con su vista fijada en el arma y una expresión que, cuanto menos, se podía ver perfectamente que estaba deseosa por examinar el extraño objeto.
Si bien casi todo le parecieron invenciones para atraer a gente a la zona con la promesa de hacer el descubrimiento del siglo, ella había venido como una mas, atraída por ese motivo, y porque hacía, calculaba aproximadamente, unos 60 años que no estaba en aquel lugar. No parecía haber cambiado demasiado desde la última vez. ¿Quizá la pirámide esta un poco mas enterrada en la arena? No podía decirlo con certeza, tenia buena memoria, pero no era perfecta.
Adyara portaba en su espalda una gigantesca mochila de viaje, de la cual sobresalía una especie de palo acabado en punta, tenía su anaranjado cabello recogido en un moño alto que impedía que revolotease liberamente y la acalorase aún mas de lo que ya estaba por el ambiente donde se encontraban. Su vestimenta consistía en una camiseta de tirantes de color beige acompañada de unos pantalones cortos del mismo color y por ultimo unas zapatillas deportivas azuladas.
Fue entonces cuando vio a un grupo de personas como mirando algo que un joven parecía sostener en alto, tuvo que alzar una mano mientras se acercaba, pues el sol reflejado en lo que quiera que fuese lo que sostenía aquel muchacho, se reflejaba justo en la dirección desde la que ella se acercaba y daba en sus ojos. Una vez llegó al grupo, observó que no eran uno, sino dos jovenes que parecían estudiantes los que estaban allí parados, en medio de otro grupo de personas que parecían ser científicos que no sabían como reaccionar ante la situación.
Ahora si podía ver lo que sostenía el muchacho, era una espada, y parecía bastante antigua... ¿Sería algo que había encontrado dentro de la pirámide? - Disculpa, joven. ¿Me permitirías examinar ese objeto que sostienes? - Preguntó la chica con su vista fijada en el arma y una expresión que, cuanto menos, se podía ver perfectamente que estaba deseosa por examinar el extraño objeto.
Adyara- Guerrero Celestial
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Aunque irónico, Okuyazu dio con Josuke antes que al revés. Pero eso no era importante, sino ese objeto resplandeciente que acababa de encontrar.
Se sentía raro a primera vista y finalmente observó algo que no había visto antes - una empuñadura. ¿Era eso una espada?
- Oye tío, cállate, que creo que esto es una espada... o como sería una espada en un mundo en el que las espadas tienen la lepra.
La agarró por la empuñadura para seguira observando y finalmente se dio cuenta que los científicos que los rodeaban cuchicheaban entre sí y, tras mirarle mal, se daban la vuelta. Estaba claro que iban a llamar a los de seguridad.
Para colmo alguien se le aceró pidiendo que le dejara ver su nuevo souvenir.
- Quita, no me toques los huevos - dijo, pasando de largo.
Fue a uno de los científicos y empuñando la espada con las dos manos le dio con la parte plana de la hoja en la cabeza. Un sonido a planchazo metálico recorrió la zona.
Luego, Josuke le agarró por la camisa a otro y mirándole enfurecidamente le dijo:
- NADA DE GUARDIAS, ¿EH?
Finalmente lo dejó caer al suelo y se volvió hacia su compañero.
- Vamos, cabeza hueca, volvamos con la clase.
Se sentía raro a primera vista y finalmente observó algo que no había visto antes - una empuñadura. ¿Era eso una espada?
- Oye tío, cállate, que creo que esto es una espada... o como sería una espada en un mundo en el que las espadas tienen la lepra.
La agarró por la empuñadura para seguira observando y finalmente se dio cuenta que los científicos que los rodeaban cuchicheaban entre sí y, tras mirarle mal, se daban la vuelta. Estaba claro que iban a llamar a los de seguridad.
Para colmo alguien se le aceró pidiendo que le dejara ver su nuevo souvenir.
- Quita, no me toques los huevos - dijo, pasando de largo.
Fue a uno de los científicos y empuñando la espada con las dos manos le dio con la parte plana de la hoja en la cabeza. Un sonido a planchazo metálico recorrió la zona.
Luego, Josuke le agarró por la camisa a otro y mirándole enfurecidamente le dijo:
- NADA DE GUARDIAS, ¿EH?
Finalmente lo dejó caer al suelo y se volvió hacia su compañero.
- Vamos, cabeza hueca, volvamos con la clase.
Josuke- Heredero de la Penumbra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Friedrich Krüeger sólo tenía una herida superficial en su dedo, por lo que antes de llegar a ver al enfermero de la excavación- y apañador de cosas general- escuchó y vio nítidamente la situación. Su padre y el resto de investigadores de la zona estaban petrificados de miedo, el servicio de seguridad de la excavación había sido superado varias veces... ¡Parecía que no paraba de llegar gente! Pero no podía dejar que esos dos capullos se llevaran SU espada. La había encontrado él, no esos pandilleros de un instituto de mala muerte de su ciudad natal.
-¡Eh, tu! ¡Imbécil! Esa espada es mía, déjala en el suelo o vamos a tener un problema- por supuesto, Friedrich era un muchacho humano inconsciente que no sabía donde se metía. Pensaba que por ganar un par de peleas en su instituto, podía encauzar la situación, pero si padre si era más consciente de la gravedad del problema. La presencia de una chica en la escena, recién llegada, tampoco ayudaba a calmar los ánimos de machito de Krüger.
-No hijo, déjalo estar - requirió su padre mientras caminaba hacia él pero, el muchacho, se zafó rápidamente y se interpuso entre Josuke y el resto de la clase.
La espada negra, que instantes antes había emitido un fulgor verdoso, ahora mismo estaba completamente oscurecida. A la vista era un arma vieja, muy pesada y hasta, roída pero, curiosamente, seguía manteniendo el filo muy afilado.
-¡Eh, tu! ¡Imbécil! Esa espada es mía, déjala en el suelo o vamos a tener un problema- por supuesto, Friedrich era un muchacho humano inconsciente que no sabía donde se metía. Pensaba que por ganar un par de peleas en su instituto, podía encauzar la situación, pero si padre si era más consciente de la gravedad del problema. La presencia de una chica en la escena, recién llegada, tampoco ayudaba a calmar los ánimos de machito de Krüger.
-No hijo, déjalo estar - requirió su padre mientras caminaba hacia él pero, el muchacho, se zafó rápidamente y se interpuso entre Josuke y el resto de la clase.
La espada negra, que instantes antes había emitido un fulgor verdoso, ahora mismo estaba completamente oscurecida. A la vista era un arma vieja, muy pesada y hasta, roída pero, curiosamente, seguía manteniendo el filo muy afilado.
Argamosh- Prole de la Sombra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Ya quisieras tú eso, maldito mocoso. - Fue el primer pensamiento que cruzó su cabeza cuando Josuke pasó por su lado soltando aquel comentario de desprecio. La Ángel se quedó observando al chico que se llevaba lo que parecía una espada, no había podido verla bien, pero al acercarse tanto ya había visto bien lo que era. Acto seguido, el Nephilim utilizó la parte plana de la espada, dejando noqueado a uno de los científicos para luego amenazar a otro y por la forma en que lo hacía, no parecía ser la primera vez que amenazaba a alguien. -¿Clase? ¿Ha dicho clase? - Ahora si que no entendía nada.
Al cabo de unos segundos otro chico apareció, obviamente estaba enfadado y sus palabras lo confirmaron. Desafió directamente al que tenía la espada en sus manos, la quería recuperar, aunque su padre, un poco mas sensato, quería impedírselo. Aprovechando que no la miraban a ella, la pelinaranja se fue acercando a la pareja de jóvenes que parecían apunto de explotar, intentando situarse lentamente a la espalda de Josuke, en un punto claramente ciego para él y a la suficiente distancia como para que no estuviese sospechosamente cerca, pero tampoco demasiado lejos. Quizá podría aprovechar su agilidad y velocidad para robársela, sin embargo, primero quería ver en qué acababa aquella discusión entre gallos de corral.
Aprovechando la cercanía, su vista se fijó en la espada, incluso en su larga vida como observadora y estudiante, nunca había visto nada igual, pero le transmitía cierta sensación extraña el objeto. Cuando se dio cuenta descartó sus pensamientos, ya tendría tiempo para hipótesis, sensaciones y demás si conseguía salir de allí con el objeto en su posesión.
Al cabo de unos segundos otro chico apareció, obviamente estaba enfadado y sus palabras lo confirmaron. Desafió directamente al que tenía la espada en sus manos, la quería recuperar, aunque su padre, un poco mas sensato, quería impedírselo. Aprovechando que no la miraban a ella, la pelinaranja se fue acercando a la pareja de jóvenes que parecían apunto de explotar, intentando situarse lentamente a la espalda de Josuke, en un punto claramente ciego para él y a la suficiente distancia como para que no estuviese sospechosamente cerca, pero tampoco demasiado lejos. Quizá podría aprovechar su agilidad y velocidad para robársela, sin embargo, primero quería ver en qué acababa aquella discusión entre gallos de corral.
Aprovechando la cercanía, su vista se fijó en la espada, incluso en su larga vida como observadora y estudiante, nunca había visto nada igual, pero le transmitía cierta sensación extraña el objeto. Cuando se dio cuenta descartó sus pensamientos, ya tendría tiempo para hipótesis, sensaciones y demás si conseguía salir de allí con el objeto en su posesión.
Adyara- Guerrero Celestial
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
OFF: Ray, te saltaste el turno de Okuyazu. Que esta vez no pasa nada, pero estemos un poco atentos al orden.
Hanzo Kakuma- Prole de la Sombra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Off: no pasa nada ayer no tenia fuerzas para postear entiendo que se impaciente.
On:
La respuesta de Josuke hizo pensar al pobre Okuyazu, que lejos de entender la palabra "lepra" o de saber que significaba solo recordó leer una vez sobre ella. No recordaba bien sus síntomas pero si que era una especie de enfermedad contagiosa. Haciendo que se olvidara por completo del resto de la frase y solo concentrándose en la palabra ya dicha.
- Tío, ahora a lo mejor tienes la puta lepra. Si es así, ni se te ocurra tocar las cervezas que he traído loco. No quiero ponerme malo con tu mierda de "lepra espada" joder.
Soltó el grandullón, mientras se alejaba un poco de su amigo. De repente y antes de que se pudiera alejar tanto como a él le hubiera gustado. Una muchacha pelirroja salio de la nada y le comento a su amigo que si le dejaba ver la espada contaminada.
-¿Pero... Esta tía es retrasada o que le pasa?
Pensó para si mismo, ya que no entendía como una persona quisiera una arma que podría enfermar al portador. Cuando volvió en si mismo vio como Josuke, se aproximo a un investigador y le dio un golpe con la espada por la parte plana de la hoja.
- Tiooooooo... Deja de infectar a la peña loco.
Grito, mientras se acercaba con un poco de miedo de que le pudiera pasar el virus de la enfermedad y caer enfermo. Cuando se acercaba a unos metros del joven portador del arma, apareció un joven de pelo dorado que exigía que le devolviera el filo que al parecer era deseado por más de una persona.
- ¡¿Pero vamos a ver estamos tontos o que pasa aquí?!.
Grito a los cuatro vientos, mientras pasaba al lado de su amigo. Lo cual ya no le importaba nada que estuviera enfermo o no, ya que empezaba a cabrearse por la situación. Llego delante del rubiales y noto una enorme ira que empezó a recorrer el cuerpo de Okuyazu, ya que el tono del demandante del arma le pareció muy subido para la poca cosa que era. Cuando estuvo delante de Friedrich le clavó su frente con la de el chico y hacer que su mirada fuera obstruida por la suya mirando cara a cara literalmente. Le dijo:
- A ver tu media hostia. No sé para que coño quieres una espada con lepra, pero si mi amigo se la encontró en el piso no es de nadie excepto del de que la cogió. ¿está en tu mano? No ,verdad... pues a callar o te coso la boca a hostias ¿queda claro?
Se separo de su frente para poder mirar a su alrededor viendo a todos los presentes. Su mirada se notaba enfurecida y su ceño fruncido ayudaba a que se notara de lejos que era mala idea seguir mosqueándolo.
- ¿Queda claro a todos?
Soltó un suspiro y escupió al suelo cerca del chico que acababa de amenazar.
- Josuke vamos a clase, anda... Que la puta arpía de la profe nos va a echar la bronca. Me cago en la puta.
On:
La respuesta de Josuke hizo pensar al pobre Okuyazu, que lejos de entender la palabra "lepra" o de saber que significaba solo recordó leer una vez sobre ella. No recordaba bien sus síntomas pero si que era una especie de enfermedad contagiosa. Haciendo que se olvidara por completo del resto de la frase y solo concentrándose en la palabra ya dicha.
- Tío, ahora a lo mejor tienes la puta lepra. Si es así, ni se te ocurra tocar las cervezas que he traído loco. No quiero ponerme malo con tu mierda de "lepra espada" joder.
Soltó el grandullón, mientras se alejaba un poco de su amigo. De repente y antes de que se pudiera alejar tanto como a él le hubiera gustado. Una muchacha pelirroja salio de la nada y le comento a su amigo que si le dejaba ver la espada contaminada.
-¿Pero... Esta tía es retrasada o que le pasa?
Pensó para si mismo, ya que no entendía como una persona quisiera una arma que podría enfermar al portador. Cuando volvió en si mismo vio como Josuke, se aproximo a un investigador y le dio un golpe con la espada por la parte plana de la hoja.
- Tiooooooo... Deja de infectar a la peña loco.
Grito, mientras se acercaba con un poco de miedo de que le pudiera pasar el virus de la enfermedad y caer enfermo. Cuando se acercaba a unos metros del joven portador del arma, apareció un joven de pelo dorado que exigía que le devolviera el filo que al parecer era deseado por más de una persona.
- ¡¿Pero vamos a ver estamos tontos o que pasa aquí?!.
Grito a los cuatro vientos, mientras pasaba al lado de su amigo. Lo cual ya no le importaba nada que estuviera enfermo o no, ya que empezaba a cabrearse por la situación. Llego delante del rubiales y noto una enorme ira que empezó a recorrer el cuerpo de Okuyazu, ya que el tono del demandante del arma le pareció muy subido para la poca cosa que era. Cuando estuvo delante de Friedrich le clavó su frente con la de el chico y hacer que su mirada fuera obstruida por la suya mirando cara a cara literalmente. Le dijo:
- A ver tu media hostia. No sé para que coño quieres una espada con lepra, pero si mi amigo se la encontró en el piso no es de nadie excepto del de que la cogió. ¿está en tu mano? No ,verdad... pues a callar o te coso la boca a hostias ¿queda claro?
Se separo de su frente para poder mirar a su alrededor viendo a todos los presentes. Su mirada se notaba enfurecida y su ceño fruncido ayudaba a que se notara de lejos que era mala idea seguir mosqueándolo.
- ¿Queda claro a todos?
Soltó un suspiro y escupió al suelo cerca del chico que acababa de amenazar.
- Josuke vamos a clase, anda... Que la puta arpía de la profe nos va a echar la bronca. Me cago en la puta.
Okuyazu- Heredero de la Penumbra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Claramente Okuyazu no entendía cómo funcionaba la lepra...
Y mientras su amigo estaba gritando y amenazando a los cuatro vientos, Josuke empezó a preocuparse por su salud mental.
- Oye, idiota, creo que necesitas tomártelo con más calma.
Empezando a sentir un poco de vergüenza causada por todo el revuelo, miró a su alrededor y vio a una chica. Era la chica que le pidió ver la espada, pero claramente Josuke no se había fijado en ella.
- Ehm... ¿quieres algo? - preguntó indiferente.
Luego frunció el ceño y metió su mano libre en el bolsillo dónde tenía la cartera y apretó la mano alrededor de la espada.
- ¿No querrás robarme, VERDAD? - preguntó, aparentemente irritado - ¡Okuyazu, vámonos cagando leches de aquí, que esta peña se está poniendo rara! Y seguro que la profesora se va a ir sin nosotros y nos quedaremos en esta mierda de sitio.
Por el otro lado, el chaval al que Okuyazu acababa de amenazar se cayó de culo, temblando. Al parecer el grandullón le pegó un susto, pero al menos ya no estaba haciéndose el valiente. Para su propio bien, claro.
Y mientras su amigo estaba gritando y amenazando a los cuatro vientos, Josuke empezó a preocuparse por su salud mental.
- Oye, idiota, creo que necesitas tomártelo con más calma.
Empezando a sentir un poco de vergüenza causada por todo el revuelo, miró a su alrededor y vio a una chica. Era la chica que le pidió ver la espada, pero claramente Josuke no se había fijado en ella.
- Ehm... ¿quieres algo? - preguntó indiferente.
Luego frunció el ceño y metió su mano libre en el bolsillo dónde tenía la cartera y apretó la mano alrededor de la espada.
- ¿No querrás robarme, VERDAD? - preguntó, aparentemente irritado - ¡Okuyazu, vámonos cagando leches de aquí, que esta peña se está poniendo rara! Y seguro que la profesora se va a ir sin nosotros y nos quedaremos en esta mierda de sitio.
Por el otro lado, el chaval al que Okuyazu acababa de amenazar se cayó de culo, temblando. Al parecer el grandullón le pegó un susto, pero al menos ya no estaba haciéndose el valiente. Para su propio bien, claro.
Josuke- Heredero de la Penumbra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
La espada había dejado de emitir ningún tipo de fulgor hacía ya un tiempo, posiblemente así sería debido a que, de alguna forma, lo que había activado algo dentro de la misma era un poco de sangre que aún podría verse en su hoja. Aquella sangre era de un joven humano llamado Friedrich Krüger y, ahora mismo, estaba en el suelo.
Su padre, con actitud protectora, intentaba apartarlo de aquella escena pero el muchacho se resistía a dejar la situación estar. Levantándose, y mirando fijamente el escote de la bella mujer presente en la escena, volvió a añadir:
-¡No podéis llevaros la espada! ¡Es nuestra! - el padre, preocupado, intentó impedir que su hijo se moviera pero, con cierta facilidad, el muchacho se escabulló y se puso junto al portador del arma - ¡Tendrás que pasar por encima mía si quieres llevartela!
Mientras tanto, un ser dormido en el interior de aquel arma, soñaba con aquella situación y, frustrado por no poder hacer nada, anhelaba que el portador de la espada le cortara la cabeza al insolente muchacho...
Su padre, con actitud protectora, intentaba apartarlo de aquella escena pero el muchacho se resistía a dejar la situación estar. Levantándose, y mirando fijamente el escote de la bella mujer presente en la escena, volvió a añadir:
-¡No podéis llevaros la espada! ¡Es nuestra! - el padre, preocupado, intentó impedir que su hijo se moviera pero, con cierta facilidad, el muchacho se escabulló y se puso junto al portador del arma - ¡Tendrás que pasar por encima mía si quieres llevartela!
Mientras tanto, un ser dormido en el interior de aquel arma, soñaba con aquella situación y, frustrado por no poder hacer nada, anhelaba que el portador de la espada le cortara la cabeza al insolente muchacho...
Argamosh- Prole de la Sombra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Tenía la mirada ausente, dirigida hacia la espada pero sin llegar a mirarla realmente, estaba repasando todo lo que había acontecido allí desde su llegada. Su vista volvió en sí cuando Josuke le habló y entonces lo miró directamente a los ojos. - ¿Acabas de robar esa espada a los investigadores y dejado inconsciente a uno pero te preocupa que vuestra profesora se vaya sin vosotros? - Preguntó sin preámbulos, ignorando la pregunta que le habían hecho y al otro de los jóvenes que se encontraba profiriendo gritos. Esos chicos tenían unas preocupaciones muy raras y que, a primera vista, carecían de sentido. - Que por cierto... - Señaló a la lejanía con una mano y alzó la otra para hacer de visera a la par que se inclinaba hacia adelante para intentar mejorar un poco su visión y mostrar gran parte de su escote al joven. Donde señaló se encontraba un grupo de personas acercándose hacia su posición, liderados por una mujer que apremió el paso en cuanto divisó al grupo allí presente. -¿Es esa vuestra profesora? - Preguntó divertida.
Ahora sentía curiosidad por lo que pasaría cuando la mujer llegase. Los chicos la habían descrito como una "puta arpía". - ¿Que dirá cuando te vea empuñando un arma... - Señaló con un dedo al investigador inconsciente.- ... y además vea a ese pobre hombre inconsciente? - Había aprendido a no precipitarse en situaciones así y menos cuando sabía que podía llegar a estar en desventaja. Estaba bastante seguro de que entre los investigadores no había ningún ser sobrenatural, sin embargo, aquellos chicos podían serlo, y la superaban en número, no tenía por qué arriesgarse.
Fue entonces cuando el chico, Friedrich, se levantó de nuevo para volver a interponerse en el camino de Josuke a pesar de lo que Okuyazu le había dicho. -A este paso le darán una paliza de verdad por no saber estarse quieto - Cierta parte de ella pensó que se lo estaba ganando a pulso, pero por otro lado llevaba parte de razón, aquella área era hasta cierto punto privada y reservada para investigadores. Si bien la seguridad dejaba bastante que desear, una cosa no quitaba a la otra, incluso ella debería dar explicaciones de qué hacía allí llegado el caso.
Ahora sentía curiosidad por lo que pasaría cuando la mujer llegase. Los chicos la habían descrito como una "puta arpía". - ¿Que dirá cuando te vea empuñando un arma... - Señaló con un dedo al investigador inconsciente.- ... y además vea a ese pobre hombre inconsciente? - Había aprendido a no precipitarse en situaciones así y menos cuando sabía que podía llegar a estar en desventaja. Estaba bastante seguro de que entre los investigadores no había ningún ser sobrenatural, sin embargo, aquellos chicos podían serlo, y la superaban en número, no tenía por qué arriesgarse.
Fue entonces cuando el chico, Friedrich, se levantó de nuevo para volver a interponerse en el camino de Josuke a pesar de lo que Okuyazu le había dicho. -A este paso le darán una paliza de verdad por no saber estarse quieto - Cierta parte de ella pensó que se lo estaba ganando a pulso, pero por otro lado llevaba parte de razón, aquella área era hasta cierto punto privada y reservada para investigadores. Si bien la seguridad dejaba bastante que desear, una cosa no quitaba a la otra, incluso ella debería dar explicaciones de qué hacía allí llegado el caso.
Adyara- Guerrero Celestial
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Las palabras de Josuke hicieron que Okuyazu volviera en si mismo. Una leve jaqueca surgía en la parte frontal de su cabeza debido al cabreo momentáneo que había cogido hace un momento.
- Tienes razón Josuke... Perdona.
Digo cerrando los ojos un segundo para recuperarse de su dolor de cabeza, pero la calma que quería le fue arrebatada por los gritos del chico de pelo rubio. No solo gritaba como un cerdo a punto de que lo sacrifiquen, sino que también se interpuso nuevamente en el camino de Josuke.
Okuyazu que ya estaba cerca del limite de su ira. Actuó por puro enfado y sin pensar le metió una patada en el pecho al chico, como el que patea una piedra. Haciendo que se cayera al piso.
- ¡Muda! (Muda: Significa inútil en japones)
El joven macarra se relajo, después de ese "traspaso de poderes" con el joven que no paraba de gritar. Se giro hacia a su amigo y vio que estaba hablando con la joven de antes. Su conversación parecía de una pareja a punto de pelear o algo por el estilo.
-Josuke...¿esa chica es tu novia?¿Y quiere robarte...? Tío si quieres yo te puedo presentar a una...
Dijo en un tono serio, mientras se acercaba lentamente para ponerle mano en el hombro, pero cuando estaba a punto de tocarle. El se paro en seco y retiro la mano lo más rápido que pudo.
- ¡Mierda tío, la lepra, la puta lepra! Casi me contagias.
Grito, mientras se separaba de nuevo a una distancia seguridad apropiada según el criterio de Okuyazu. Cuando se alejaba pudo ver en la cercanía como la profesora de matemáticas "la reina arpía" se acercaba a paso veloz con el grupo de clase siguiéndola a sus espaldas. - ¿¡Se puede saber que hacéis aquí y que es eso que tiene Josuke!? Gritaba corriendo hacia los dos alumnos.
El joven nephilim se acerco a la maestra poniéndose en su camino para que no se acercara al otro muchacho, ya que podía pegarle la enfermedad.
- Maestraaaaaa, mira por donde la estábamos buscando. Es que Josuke y yo nos habíamos perdido después de la tienda de souvenirs. Donde le compre ese trozo de hierro a nada de precio. El niño es un poco raro, pero me gusta verle contento.
Okuyazu hablaba rápidamente, que la profe no pudiera hablar ni mucho menos acercarse al portador de la lepra. El joven aprovechando su elocuencia giro a la profesora, mientras la empujaba suavemente hacia la dirección de la clase.
- Bueno, ya que nos ha encontrado podemos volver con el grupo y volver a casa. Usted no se preocupe por nada. Le han dicho que su corte de pelo le favorece y que le hace parecer más joven y hermosa. Seguro que si lady arpi... Digo maestra, maestra...
Giro la cabeza para hacer contacto con su amigo y soltó un grito.
-Josuke vayámonos, no hagas esperar a la maestra. Deja a tu novia que nos marchamos.
- Tienes razón Josuke... Perdona.
Digo cerrando los ojos un segundo para recuperarse de su dolor de cabeza, pero la calma que quería le fue arrebatada por los gritos del chico de pelo rubio. No solo gritaba como un cerdo a punto de que lo sacrifiquen, sino que también se interpuso nuevamente en el camino de Josuke.
Okuyazu que ya estaba cerca del limite de su ira. Actuó por puro enfado y sin pensar le metió una patada en el pecho al chico, como el que patea una piedra. Haciendo que se cayera al piso.
- ¡Muda! (Muda: Significa inútil en japones)
El joven macarra se relajo, después de ese "traspaso de poderes" con el joven que no paraba de gritar. Se giro hacia a su amigo y vio que estaba hablando con la joven de antes. Su conversación parecía de una pareja a punto de pelear o algo por el estilo.
-Josuke...¿esa chica es tu novia?¿Y quiere robarte...? Tío si quieres yo te puedo presentar a una...
Dijo en un tono serio, mientras se acercaba lentamente para ponerle mano en el hombro, pero cuando estaba a punto de tocarle. El se paro en seco y retiro la mano lo más rápido que pudo.
- ¡Mierda tío, la lepra, la puta lepra! Casi me contagias.
Grito, mientras se separaba de nuevo a una distancia seguridad apropiada según el criterio de Okuyazu. Cuando se alejaba pudo ver en la cercanía como la profesora de matemáticas "la reina arpía" se acercaba a paso veloz con el grupo de clase siguiéndola a sus espaldas. - ¿¡Se puede saber que hacéis aquí y que es eso que tiene Josuke!? Gritaba corriendo hacia los dos alumnos.
El joven nephilim se acerco a la maestra poniéndose en su camino para que no se acercara al otro muchacho, ya que podía pegarle la enfermedad.
- Maestraaaaaa, mira por donde la estábamos buscando. Es que Josuke y yo nos habíamos perdido después de la tienda de souvenirs. Donde le compre ese trozo de hierro a nada de precio. El niño es un poco raro, pero me gusta verle contento.
Okuyazu hablaba rápidamente, que la profe no pudiera hablar ni mucho menos acercarse al portador de la lepra. El joven aprovechando su elocuencia giro a la profesora, mientras la empujaba suavemente hacia la dirección de la clase.
- Bueno, ya que nos ha encontrado podemos volver con el grupo y volver a casa. Usted no se preocupe por nada. Le han dicho que su corte de pelo le favorece y que le hace parecer más joven y hermosa. Seguro que si lady arpi... Digo maestra, maestra...
Giro la cabeza para hacer contacto con su amigo y soltó un grito.
-Josuke vayámonos, no hagas esperar a la maestra. Deja a tu novia que nos marchamos.
Okuyazu- Heredero de la Penumbra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Cuando la profesora, Josuke sintió como se le encongían un poco los testítulos, pero la gran dialéctica y labia de Okuazu la convenció de que la espada era un souvenir.
Uno feo, por cierto.
Respiró, especialmente porque nadie se fijó en la docena de gente herida y semiconsciente que había en el suelo. Quizás era su día de suerte.
Miró por el hombro a la chica extraña que le intentaba robar y puso una mueca de extrañeza, levantando una ceja. Quizás Okuyazu tenía razón, quizás la muchacha estaba interesada en él.
No sería de extrañar. Era un joven mazado, con pectorales y biceps muy bien formados para su edad. Y su pelo...
- Has intentado robarme - dijo -, pero toma...
Y diciendo eso sacó del bolsillo una tarjeta y la dejó caer al suelo. Era una tarjeta con su foto impresa y su número de teléfono.
Dicho eso, se dio la vuelta y volvió con su clase, Okuyazu y la maestra harpía.
Entonces puso la espada delante suya y empezó a mirar la hoja. Había algo extraño en ello, algo le daba una sensación de estar ante un objeto de poder.
- ¿Qué clase de chatarra inútil eres? Esa gente parecía motivada de encontrarte...
Uno feo, por cierto.
Respiró, especialmente porque nadie se fijó en la docena de gente herida y semiconsciente que había en el suelo. Quizás era su día de suerte.
Miró por el hombro a la chica extraña que le intentaba robar y puso una mueca de extrañeza, levantando una ceja. Quizás Okuyazu tenía razón, quizás la muchacha estaba interesada en él.
No sería de extrañar. Era un joven mazado, con pectorales y biceps muy bien formados para su edad. Y su pelo...
- Has intentado robarme - dijo -, pero toma...
Y diciendo eso sacó del bolsillo una tarjeta y la dejó caer al suelo. Era una tarjeta con su foto impresa y su número de teléfono.
Dicho eso, se dio la vuelta y volvió con su clase, Okuyazu y la maestra harpía.
Entonces puso la espada delante suya y empezó a mirar la hoja. Había algo extraño en ello, algo le daba una sensación de estar ante un objeto de poder.
- ¿Qué clase de chatarra inútil eres? Esa gente parecía motivada de encontrarte...
Josuke- Heredero de la Penumbra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Padre e hijo permanecieron en silencio ante la gran tensión que se vivía en el ambiente durante aquellos instantes. La aparición de la profesora había creado una situación esperpéntica y el arqueólogo no llegó a decir nada por una sencilla razón: el miedo. El miedo a ese joven macarra que portaba una espada que, claramente, tenía filo.
¿Cómo era posible que un arma enterrada entre las arenas pudiera conservar el filo tras cientos, quizás miles, de años?
Lo que todavía no podrían saber algunas de las presentes en aquel campamento es que, en su interior, se encontraba un demonio muy antiguo. Era tan antiguo que procedía de los tiempos de la primera gran guerra de los ángeles contra los demonios, pero en aquel tiempo había luchado por el bando de la luz. Su poder, su vida, y hasta su futuro, habían sido condenados por un pecado que, a su parecer, nunca fue tal. Traicionado y abandonado, quedó a merced de los elementos en aquel lugar inhóspito.
¿Qué historia habría detrás de esa espada? No acabó allí por casualidad, pero precisamente aquellos macarras no destacaban por su afán de estudio. La pirámide negra de Nigosh guardaba en su interior muchos misterios y horrores que, quizás, no debían ser despertados. Argamosh no era, precisamente, el peor de todos ellos pero tras tanto tiempo esperando alguna reacción del mundo, se había encerrado en sí mismo y obligado a permanecer en un sueño profundo.
Un sueño del que parecía que sólo la sangre le haría despertar.
Mientras tanto, padre e hijo intentaban, si nadie lo impedía, abandonar la escena. De hecho, con cuidado, el hombre guiaba a su hijo mientras procuraba meter la mano en su bolsillo para sacar su móvil ¿Su objetivo? Llamar a seguridad.
¿Cómo era posible que un arma enterrada entre las arenas pudiera conservar el filo tras cientos, quizás miles, de años?
Lo que todavía no podrían saber algunas de las presentes en aquel campamento es que, en su interior, se encontraba un demonio muy antiguo. Era tan antiguo que procedía de los tiempos de la primera gran guerra de los ángeles contra los demonios, pero en aquel tiempo había luchado por el bando de la luz. Su poder, su vida, y hasta su futuro, habían sido condenados por un pecado que, a su parecer, nunca fue tal. Traicionado y abandonado, quedó a merced de los elementos en aquel lugar inhóspito.
¿Qué historia habría detrás de esa espada? No acabó allí por casualidad, pero precisamente aquellos macarras no destacaban por su afán de estudio. La pirámide negra de Nigosh guardaba en su interior muchos misterios y horrores que, quizás, no debían ser despertados. Argamosh no era, precisamente, el peor de todos ellos pero tras tanto tiempo esperando alguna reacción del mundo, se había encerrado en sí mismo y obligado a permanecer en un sueño profundo.
Un sueño del que parecía que sólo la sangre le haría despertar.
Mientras tanto, padre e hijo intentaban, si nadie lo impedía, abandonar la escena. De hecho, con cuidado, el hombre guiaba a su hijo mientras procuraba meter la mano en su bolsillo para sacar su móvil ¿Su objetivo? Llamar a seguridad.
Argamosh- Prole de la Sombra
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