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Un tesoro oculto entre las arenas
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Un tesoro oculto entre las arenas
Recuerdo del primer mensaje :
Friedrich Krüger llevaba varias semanas acompañando a la excavación de arqueólogos que trabajaba en las inmediaciones de la Pirámide de Nigosh. Su padre, un reputado investigador, estaba muy cerca de encontrar un antiguo templo situado junto a la pirámide y que, según él, servía para hacer sacrificios al faraón- dios que había sido enterrado en ese lugar.
Ciertamente, a Friedrich todo eso se le antojaba aburrido... ¿Qué importaba lo ocurrido hacía unos miles de años? Hubiera templo o no, hicieran rituales o no, poco importaba hoy en día. No entendía esa obsesión por desenterrar cosas que tanto obsesionaba a su padre.
Tampoco es que fuera un apasionado de los desiertos... En Nimgrand, el clima era muy distinto y, a decir verdad, mucho más agradable que ese sol abrasador que te quemaba la piel en aquel desierto. Desde que había llegado, el joven Friedrich no se había separado de su móvil ni había salido de su tienda de campaña. Su padre, en cambio, lo animaba a salir continuamente para compartir con su hijo esos pequeños momentos de alegría junto a la pirámide: -¿Quien sabe hijo? Puede que estés ante el siguiente premio de arqueología de Leytburg.- solía decir, a modo de broma, para que sus compañeros se rieran un poco con él.
Ciertamente, su hijo flipaba,porque en la ciudad con más droga y prostitutas del mundo a él le había tocado un padre académico. Su madre, encima, era una experta en historia del arte... Vamos, que tenía una fiesta diaria en casa. Sus amigos, en cambio, si tenían padre molones y, por si fuera poco, el suyo nunca había destacado especialmente en su campo. Había venido hasta esta pirámide, maldita según los locales, porque los arqueólogos no se atrevían a venir a Mel-Qarath y eso hacía de este yacimiento un espacio inexplorado por la ciencia.
¿Qué hacía él allí? Pues su padre, de alguna forma que nadie sabía bien, pues había logrado un pase firmado por las autoridades del país y, con mucha labia, consiguió que su madre consistiera que su hijo también fuera; pero Friedrich hubiera preferido cualquier otro castigo. ¿No era suficiente con aprobar el curso?
Un par de semanas después de su llegada, Friedrich vio un haz de luz verdosa al pie de la excavación, justo donde un local había estado quitando arena con una pala. La curiosidad le pudo, salió del a tienda y se acercó al lugar; a medida que acercaba sentía como su corazón empezaba a palpitar con más y con más fuerza y, cuando estuvo junto al lugar, el haz se desvaneció. En su lugar, el joven vió un trozo de metal y, con un poco de brusquedad, sacó el objeto.
Casi se cortó un dedo porque, cuando se quiso dar cuenta, había agarrado una vieja espada de acero negro que, curiosamente, aún estaba afilada. Un pequeño hilillo de sangre recorría parte de la hoja y, por un segundo, al muchacho le pareció que el arma mostró un fulgor verdoso. Su padre, en aquel momento, emitió un grito de sorpresa y tanto él como el resto del equipo acudieron a ver su hallazgo:
- Muy bien Friedrich, así se hace hijo- tras una breve pausa- eh, espera, ve a que te vea Marcus y te cure eso. Mientras tanto vamos a catalogar esto, pero que extraño, no parece un arma de la III Dinastía.
El muchacho no quiso decir nada pero, molesto, se fue para la tienda de Marcus que, entre mecánico y manitas, hacía las veces de enfermero. Su padre, mientras tanto, volvió a abstraerse en su mundo de arqueología e investigaciones y olvidó por completo a su hijo. Frustrado, el último pensamiento del adolescente, antes de perder de vista a su padre, fue: -¿Que cojones es la III Dinastía?
- Spoiler:
- Cualquier personaje del foro está invitado a este tema.
Friedrich Krüger llevaba varias semanas acompañando a la excavación de arqueólogos que trabajaba en las inmediaciones de la Pirámide de Nigosh. Su padre, un reputado investigador, estaba muy cerca de encontrar un antiguo templo situado junto a la pirámide y que, según él, servía para hacer sacrificios al faraón- dios que había sido enterrado en ese lugar.
Ciertamente, a Friedrich todo eso se le antojaba aburrido... ¿Qué importaba lo ocurrido hacía unos miles de años? Hubiera templo o no, hicieran rituales o no, poco importaba hoy en día. No entendía esa obsesión por desenterrar cosas que tanto obsesionaba a su padre.
Tampoco es que fuera un apasionado de los desiertos... En Nimgrand, el clima era muy distinto y, a decir verdad, mucho más agradable que ese sol abrasador que te quemaba la piel en aquel desierto. Desde que había llegado, el joven Friedrich no se había separado de su móvil ni había salido de su tienda de campaña. Su padre, en cambio, lo animaba a salir continuamente para compartir con su hijo esos pequeños momentos de alegría junto a la pirámide: -¿Quien sabe hijo? Puede que estés ante el siguiente premio de arqueología de Leytburg.- solía decir, a modo de broma, para que sus compañeros se rieran un poco con él.
- Spoiler:
- Friedrich Krüger
Ciertamente, su hijo flipaba,porque en la ciudad con más droga y prostitutas del mundo a él le había tocado un padre académico. Su madre, encima, era una experta en historia del arte... Vamos, que tenía una fiesta diaria en casa. Sus amigos, en cambio, si tenían padre molones y, por si fuera poco, el suyo nunca había destacado especialmente en su campo. Había venido hasta esta pirámide, maldita según los locales, porque los arqueólogos no se atrevían a venir a Mel-Qarath y eso hacía de este yacimiento un espacio inexplorado por la ciencia.
¿Qué hacía él allí? Pues su padre, de alguna forma que nadie sabía bien, pues había logrado un pase firmado por las autoridades del país y, con mucha labia, consiguió que su madre consistiera que su hijo también fuera; pero Friedrich hubiera preferido cualquier otro castigo. ¿No era suficiente con aprobar el curso?
Un par de semanas después de su llegada, Friedrich vio un haz de luz verdosa al pie de la excavación, justo donde un local había estado quitando arena con una pala. La curiosidad le pudo, salió del a tienda y se acercó al lugar; a medida que acercaba sentía como su corazón empezaba a palpitar con más y con más fuerza y, cuando estuvo junto al lugar, el haz se desvaneció. En su lugar, el joven vió un trozo de metal y, con un poco de brusquedad, sacó el objeto.
Casi se cortó un dedo porque, cuando se quiso dar cuenta, había agarrado una vieja espada de acero negro que, curiosamente, aún estaba afilada. Un pequeño hilillo de sangre recorría parte de la hoja y, por un segundo, al muchacho le pareció que el arma mostró un fulgor verdoso. Su padre, en aquel momento, emitió un grito de sorpresa y tanto él como el resto del equipo acudieron a ver su hallazgo:
- Muy bien Friedrich, así se hace hijo- tras una breve pausa- eh, espera, ve a que te vea Marcus y te cure eso. Mientras tanto vamos a catalogar esto, pero que extraño, no parece un arma de la III Dinastía.
El muchacho no quiso decir nada pero, molesto, se fue para la tienda de Marcus que, entre mecánico y manitas, hacía las veces de enfermero. Su padre, mientras tanto, volvió a abstraerse en su mundo de arqueología e investigaciones y olvidó por completo a su hijo. Frustrado, el último pensamiento del adolescente, antes de perder de vista a su padre, fue: -¿Que cojones es la III Dinastía?
Argamosh- Prole de la Sombra
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(5/100)
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Vaya... y yo que quería divertirme con el espectáculo que montaría vuestra profesora al llegar aquí y ver el percal... - Suspiró desilusionada la chica de pelo anaranjado mientras se acercaba a Josuke y veía a Okuyazo evitar que la profesora se acercase mas. Entonces su atención volvió a Josuke, que sacó y dejo caer una tarjeta suya. La Ángel adelantó su diestra para evitar que la tarjeta cayese sobre la arena, quedando justamente en equilibrio sobre la puntera de sus deportivas, entonces alzó su pie con cuidado hasta la altura de su pecho y con su mano diestra cogió la tarjeta del Nephilim para mirarla mientras volvía a bajar su pierna hacia la arena. - Hmm... una foto y un número de teléfono... interesante... - Pensó con una pequeña sonrisa que sería fácilmente malinterpretada por los que la estuviesen mirando en aquel momento, aunque dudaba que alguien mas aparte del joven macarra lo hiciera.
Josuke se disponía a irse cuando escucharía nuevamente la voz de la joven. -Bueno, supongo que para vosotros es normal prestar mas atención a una vieja reliquia arqueológica inútil que a una chica bonita, que decepción - Dijo mientras se giraba un poco, dejando a Josuke justo enfrente de su hombro, no estaba dispuesta a darle la espalda, quería ver como reaccionaba ante aquello. Lo mantuvo dentro de su campo de visión, pero sin mirarlo directamente a él, sentía curiosidad. ¡Demonios! Llevaba 800 años encerrada en un maldito colgante sin poder hacer lo que quisiese o le apeteciese. ¿Cómo no iba a tener ganas de poner a prueba todo lo que había aprendido durante su encierro? Había visto de todo en esos años.
Gracias a haberse girado un poco también notó otra cosa, Friedrich y su padre intentaban escabullirse, no podía verlos bien porque casi estaban al límite de su campo de visión. El padre del chico era un hombre racional e inteligente, seguro que quería llamar a los de seguridad para que se personasen en el lugar y recuperar lo que era, posiblemente, una valiosa reliquia del pasado. -¿Debería entretenerlos un poco mas hasta que lleguen los de seguridad? - Se preguntó la mujer, reflexionando unos breves instantes sobre como podía hacerlo o qué podía llegar a pasar. Decidió que si.
Aprovechando que Josuke aún le daba la espalda, con un rápido y ágil movimiento de brazos, dejó caer su mochila sobre la arena, y cuando esta golpeó el suelo varios sonidos de metal chocando se produjeron en el interior, resonando de manera audible para casi todos los allí presentes. -¡Que torpe soy!-Dijo excusándose falsamente. Sin duda eso haría que las miradas se clavasen en su mochila, dejando fuera de visión a los dos humanos que intentaban llamar a seguridad, si no los habían llamado ya. La situación parecía estar a punto de volverse bastante interesante.
Josuke se disponía a irse cuando escucharía nuevamente la voz de la joven. -Bueno, supongo que para vosotros es normal prestar mas atención a una vieja reliquia arqueológica inútil que a una chica bonita, que decepción - Dijo mientras se giraba un poco, dejando a Josuke justo enfrente de su hombro, no estaba dispuesta a darle la espalda, quería ver como reaccionaba ante aquello. Lo mantuvo dentro de su campo de visión, pero sin mirarlo directamente a él, sentía curiosidad. ¡Demonios! Llevaba 800 años encerrada en un maldito colgante sin poder hacer lo que quisiese o le apeteciese. ¿Cómo no iba a tener ganas de poner a prueba todo lo que había aprendido durante su encierro? Había visto de todo en esos años.
Gracias a haberse girado un poco también notó otra cosa, Friedrich y su padre intentaban escabullirse, no podía verlos bien porque casi estaban al límite de su campo de visión. El padre del chico era un hombre racional e inteligente, seguro que quería llamar a los de seguridad para que se personasen en el lugar y recuperar lo que era, posiblemente, una valiosa reliquia del pasado. -¿Debería entretenerlos un poco mas hasta que lleguen los de seguridad? - Se preguntó la mujer, reflexionando unos breves instantes sobre como podía hacerlo o qué podía llegar a pasar. Decidió que si.
Aprovechando que Josuke aún le daba la espalda, con un rápido y ágil movimiento de brazos, dejó caer su mochila sobre la arena, y cuando esta golpeó el suelo varios sonidos de metal chocando se produjeron en el interior, resonando de manera audible para casi todos los allí presentes. -¡Que torpe soy!-Dijo excusándose falsamente. Sin duda eso haría que las miradas se clavasen en su mochila, dejando fuera de visión a los dos humanos que intentaban llamar a seguridad, si no los habían llamado ya. La situación parecía estar a punto de volverse bastante interesante.
Adyara- Guerrero Celestial
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Nivel:
(13/100)
Cristal Entelequia: Ninguno
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Okuyazu estaba distrayendo a la profesora cuando de reojo vio como Josuke entablaba una conversación con la muchacha, no solo eso sino que le dio una especie de tarjeta. Tras soltar aquella tarjeta el nephilim se acerco al grupo de estudiante mirando aquel trozo de metal infectado. De repente la joven se puso hablar de nuevo con el joven que sostenía la reliquia que todos querían.
Okuyazu seguía distrayendo a la profesora hasta que un ruido metálico. Haciendo que él se girara, pero la profesora estaba tan absorta por los halagos que el macarra le había dicho, que no se percato de nada.
El joven se acerco a su amigo con filo para comprobar si este decidia seguir al grupo de una vez, pero cuando se dio cuenta unos hombre con trajes empezaron a rodearlos. Por su vestimenta parecían guardias que habían llamado o que seguramente aprovechando el revuelo se acercaron con sigilo para que no les viera nadie. Okuyazu empezó a retroceder despacio al ver como los guardias se acercaban cada vez más cerrando el circulo.
- Hola señores... No sé lo que les han dicho, pero esa cosa metálica se la pille a mi colega en la tienda de souvenirs. Cien por cien legal, así que... Déjennos pasar y nos iremos tranquilamente por donde hemos venido.
Las palabras de Okuyazu fueron en balde, ya que los de seguridad seguían acercándose cada vez más, hasta casi ser un circulo perfecto entre los macarras.
- Tio no me toques que me pongo muy tenso eeeh...
Antes de poder terminar la frase un guardia se le abalanzo encima haciendo que perdiera el equilibrio. Con su caída golpeo a su compañero con la espalda, haciendo que los tres se precipitaran contra el suelo. Okuyazu se quito de encima al guardia rápidamente de encima una vez que tocaron el suelo y cuando se fijo que había tocado a Josuke. Su cara empezó a ponerse de color azul, mientras balbuceaba palabras sin sentido, menos una lepra era la que se podía entender en medio de aquel alocado intento de hablar.
- ¡Me cago en la puta tengo la lepra! ¡Dios voy a morir!
Grito como si la propia muerte estuviera allí para llevárselo. Miro a su alrededor rápidamente y cuando vio a la chica salio corriendo hacia ella rompiendo el circulo de guardias en un solo momento.
- Miro guapa, sé que eres la pibilla de Josuke... pero no puedo morir sin declarar mi amor por alguien y solo estas tu hermosa así que por dios. Te amo...
Dijo, mientas empezaba a llorar y se acurrucaba en el suelo en posición fetal. Repitiendo una y otra vez.
- Voy a morir de lepra.
Okuyazu seguía distrayendo a la profesora hasta que un ruido metálico. Haciendo que él se girara, pero la profesora estaba tan absorta por los halagos que el macarra le había dicho, que no se percato de nada.
El joven se acerco a su amigo con filo para comprobar si este decidia seguir al grupo de una vez, pero cuando se dio cuenta unos hombre con trajes empezaron a rodearlos. Por su vestimenta parecían guardias que habían llamado o que seguramente aprovechando el revuelo se acercaron con sigilo para que no les viera nadie. Okuyazu empezó a retroceder despacio al ver como los guardias se acercaban cada vez más cerrando el circulo.
- Hola señores... No sé lo que les han dicho, pero esa cosa metálica se la pille a mi colega en la tienda de souvenirs. Cien por cien legal, así que... Déjennos pasar y nos iremos tranquilamente por donde hemos venido.
Las palabras de Okuyazu fueron en balde, ya que los de seguridad seguían acercándose cada vez más, hasta casi ser un circulo perfecto entre los macarras.
- Tio no me toques que me pongo muy tenso eeeh...
Antes de poder terminar la frase un guardia se le abalanzo encima haciendo que perdiera el equilibrio. Con su caída golpeo a su compañero con la espalda, haciendo que los tres se precipitaran contra el suelo. Okuyazu se quito de encima al guardia rápidamente de encima una vez que tocaron el suelo y cuando se fijo que había tocado a Josuke. Su cara empezó a ponerse de color azul, mientras balbuceaba palabras sin sentido, menos una lepra era la que se podía entender en medio de aquel alocado intento de hablar.
- ¡Me cago en la puta tengo la lepra! ¡Dios voy a morir!
Grito como si la propia muerte estuviera allí para llevárselo. Miro a su alrededor rápidamente y cuando vio a la chica salio corriendo hacia ella rompiendo el circulo de guardias en un solo momento.
- Miro guapa, sé que eres la pibilla de Josuke... pero no puedo morir sin declarar mi amor por alguien y solo estas tu hermosa así que por dios. Te amo...
Dijo, mientas empezaba a llorar y se acurrucaba en el suelo en posición fetal. Repitiendo una y otra vez.
- Voy a morir de lepra.
Okuyazu- Heredero de la Penumbra
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(5/100)
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
La chica intentó captar la atención de Josuke con un comentario, pero él simplemente siguió para delante levantando una ceja.
- Tampoco estás tan buena... eres un 6.7 - dijo y luego esta tiró la mochila al suelo. Pues sí que eres torpe... ahora eres un 6.2.
Intentó volver con Josuke y la maestra harpía, pero de pronto se vieron rodeados por gente de traje. ¿Guardias? Pues parecía, y venían alertados y eran como 7 de ellos que intentaban rodearlos mientras empuñaban porras.
Okuyazu se puso tenso muy rápido, y cuando Josuke estaba a punto de darles la espada para quitarse todo el marrón de encima, va el bruto de su amigo y le empuja. Josuke se desequilibró, resbaló torpemente con la arena del suelo y acabó cayendo sobre uno de los guardias que tenía a su izquierda.
¡Aaaaah! gritó un guardia.
Josuke abrió ojos tras la caída y vio que le había clavado la espada en la pierna a aquel señor. ¿Qué clavar? La había atravesado.
- ¡AAAAAH! - gritó Josuke, incorporándose rápido y sacando la espada ensangrentada de la pierna del guardia.
¡PERO CLARO! La espada tenía filos por todos lados y Josuke era muy fuerte. Al sacar la espada le desgarró aún más, sangre saltó por todos lados, incluyendo la cara del joven quién seguía gritando.
Era un poco caótico todo - un hombre gritaba desangrándose en el suelo, los otros guardias se ponían pálidos, y Josuke y Okuyazu gritaban. Pero su amigo gritaba que se iba a morir y declaraba su amor a la chica de antes.
El joven del tupé intentó recuperar la compostura al ver que los guardias se iban a poner agresivos. Cogió la espada bien, agarró a Okuyazu por el brazo y echó a correr.
- ¡Deja de gritar gilipolleces por un momento! ¡Que nos van a reventar!
Echó a correr en dirección a la chica rara, a la que por alguna razón también agarró con el brazo con el que sujetaba a Okuyazu del brazo y la subió a su hombro.
- ¡Vámonos de aquí, cojones!
La profesora harpía a sus espaldas, molesta por alguna razón, gritaba a los cuatro vientos que iba a llamar a sus padres. No... a mi madre otra vez no pensaba mientras se despedía del coche que le iban a regalar. Una lagrimita se asomó en sus ojos.
Cargando con la chica 6.2, Okuyazu y la espada ensangrentada, resbaló de nuevo con la arena cerca de la zona de excavación y todos se cayeron por un agujero que daba al interior de la pirámide.
- ¡Mierdaaaaaaa!
Gritos, enfermedades, declaraciones de amor inesperadas y una plancha de metal ensangrentada eran la fórmula de aquel día. ¿Qué iba a pasar una vez llegaran al final de la caída?
- Tampoco estás tan buena... eres un 6.7 - dijo y luego esta tiró la mochila al suelo. Pues sí que eres torpe... ahora eres un 6.2.
Intentó volver con Josuke y la maestra harpía, pero de pronto se vieron rodeados por gente de traje. ¿Guardias? Pues parecía, y venían alertados y eran como 7 de ellos que intentaban rodearlos mientras empuñaban porras.
Okuyazu se puso tenso muy rápido, y cuando Josuke estaba a punto de darles la espada para quitarse todo el marrón de encima, va el bruto de su amigo y le empuja. Josuke se desequilibró, resbaló torpemente con la arena del suelo y acabó cayendo sobre uno de los guardias que tenía a su izquierda.
¡Aaaaah! gritó un guardia.
Josuke abrió ojos tras la caída y vio que le había clavado la espada en la pierna a aquel señor. ¿Qué clavar? La había atravesado.
- ¡AAAAAH! - gritó Josuke, incorporándose rápido y sacando la espada ensangrentada de la pierna del guardia.
¡PERO CLARO! La espada tenía filos por todos lados y Josuke era muy fuerte. Al sacar la espada le desgarró aún más, sangre saltó por todos lados, incluyendo la cara del joven quién seguía gritando.
Era un poco caótico todo - un hombre gritaba desangrándose en el suelo, los otros guardias se ponían pálidos, y Josuke y Okuyazu gritaban. Pero su amigo gritaba que se iba a morir y declaraba su amor a la chica de antes.
El joven del tupé intentó recuperar la compostura al ver que los guardias se iban a poner agresivos. Cogió la espada bien, agarró a Okuyazu por el brazo y echó a correr.
- ¡Deja de gritar gilipolleces por un momento! ¡Que nos van a reventar!
Echó a correr en dirección a la chica rara, a la que por alguna razón también agarró con el brazo con el que sujetaba a Okuyazu del brazo y la subió a su hombro.
- ¡Vámonos de aquí, cojones!
La profesora harpía a sus espaldas, molesta por alguna razón, gritaba a los cuatro vientos que iba a llamar a sus padres. No... a mi madre otra vez no pensaba mientras se despedía del coche que le iban a regalar. Una lagrimita se asomó en sus ojos.
Cargando con la chica 6.2, Okuyazu y la espada ensangrentada, resbaló de nuevo con la arena cerca de la zona de excavación y todos se cayeron por un agujero que daba al interior de la pirámide.
- ¡Mierdaaaaaaa!
Gritos, enfermedades, declaraciones de amor inesperadas y una plancha de metal ensangrentada eran la fórmula de aquel día. ¿Qué iba a pasar una vez llegaran al final de la caída?
Josuke- Heredero de la Penumbra
Datos de Personaje
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(5/100)
Cristal Entelequia: Fuego
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
-Sangre, al fin sangre...- pensó algo en el interior de la espada pero, al despertar, se dió cuentas de muchas cosas. Descubrió que seguía siendo una espada, que había perdido la noción del tiempo mientras permanecía en letargo y que, por supuesto, estaba sedienta.
Cuando el pequeño grupo de inconscientes e ingratos individuos cayó en el interior de la pirámide de Nigosh- quizás para no volver a salir jamás- una haz de luz esmeralda surgió de una parte de la negra hoja de la espada. Josuke sentiría como si, de repente, el arma palpitara en sus manos y como si, de alguna forma, tuviera vida propia.
Estaban en una sala muy oscura, cuadrangular y llena de inscripciones y dibujos- jeroglíficos- en las paredes ¿La salida? A muchísimos metros de altura. Lo cierto era que, en aquella situación, no se veía salida por arriba pero había un largo pasillo frente a ellos.
Más impactados quedarían porque, antes de que pudieran levantarse y ponerse en situación, una voz poderosa y profunda surgió del interior de la espada. Aquella voz hizo que incluso las paredes de la pirámide templaran:
-¡ADIEL! ¡ME TRAICIONASTE! - sin duda, la espada pensaba que la única mujer de la sala era otra persona, una mujer de su pasado- ¡TU Y MIKHAEL NO SOIS MÁS QUE UNOS PERROS! - el fulgor que emitía el arma en aquel momento fue tal que, prácticamente, podrían ver con nitidez todo lo que había a su alrededor. El portador sentiría su ira hacia la única mujer de la sala, su ansia por combatir y, por supuesto, su deseo por ver la sangre de aquella mujer derramada.
Cuando el pequeño grupo de inconscientes e ingratos individuos cayó en el interior de la pirámide de Nigosh- quizás para no volver a salir jamás- una haz de luz esmeralda surgió de una parte de la negra hoja de la espada. Josuke sentiría como si, de repente, el arma palpitara en sus manos y como si, de alguna forma, tuviera vida propia.
Estaban en una sala muy oscura, cuadrangular y llena de inscripciones y dibujos- jeroglíficos- en las paredes ¿La salida? A muchísimos metros de altura. Lo cierto era que, en aquella situación, no se veía salida por arriba pero había un largo pasillo frente a ellos.
Más impactados quedarían porque, antes de que pudieran levantarse y ponerse en situación, una voz poderosa y profunda surgió del interior de la espada. Aquella voz hizo que incluso las paredes de la pirámide templaran:
-¡ADIEL! ¡ME TRAICIONASTE! - sin duda, la espada pensaba que la única mujer de la sala era otra persona, una mujer de su pasado- ¡TU Y MIKHAEL NO SOIS MÁS QUE UNOS PERROS! - el fulgor que emitía el arma en aquel momento fue tal que, prácticamente, podrían ver con nitidez todo lo que había a su alrededor. El portador sentiría su ira hacia la única mujer de la sala, su ansia por combatir y, por supuesto, su deseo por ver la sangre de aquella mujer derramada.
Argamosh- Prole de la Sombra
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Nivel:
(5/100)
Cristal Entelequia: Ninguno
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Adyara estaba volviendo a colocar la pesada mochila en su espalda cuando notó como varios hombres uniformados y armados con porras se acercaban. Los de seguridad habían llegado y estaban rodeando a los dos Nephilim cuando uno de ellos rompió por la fuerza el círculo de retención y se acercó a ella, la chica retrocedió un poco, con intención de poner mas espacio entre ambos para poder reaccionar a cualquier movimiento inesperado, sin embargo el ataque del chico no consistió en otra cosa que declararsele, allí, en mitad del desierto para luego ponerse a llorar en el suelo porque iba a morir.
La ángel se quedó totalmente atontada, incapaz de hacer nada ante lo que acababa de pasar. Si bien podía ignorar los comentarios de Josuke sobre lo "buena" que estaba, no esperaba que su compañero fuese por la ruta totalmente opuesta. Cuando se cerebro pudo asimilar y procesar lo ocurrido, se echó a reir sin poder evitarlo. Fue una risa llena de júbilo, incluso se le saltaron un par de lagrimillas al no poder parar. Un par de guardias que vieron la escena, ademas de los científicos cercano a la chica, tampoco supieron como reaccionar, ella seguía riendo sin parar, incapaz de darse cuenta de lo que estaba pasando entre el otro Nephilim, la espada y los guardias.
Cuando se recuperó de la risa, notó que algo tiraba de su cuerpo desde algún punto y, al darse cuenta, se encontraba subida al hombro de Josuke. -¡SOCORRO! - Gritó. - ¡ME SECUESTRAN! ¡AYUDA! - Fue lo que pudo gritar antes de que empezasen a caer al vacío entre las arenas, por suerte, en mitad del aire pudo zafarse de su agarre y recuperar el control de su cuerpo para no caer de la cabeza, orientó como pudo su cuerpo y logró caer de manera mas o menos segura sobre una gran montaña de arena que había en el medio de la sala. El impacto la había dejado medio enterrada pero nada de lo que no pudiera liberarse.
Cuando se levantó empezó a sacudirse, tenía arena por todos lados y eso la incomodaba bastante, no era agradable. Pasaron un par de minutos hasta que logró quitarse toda la arena que se había quedado pegada a su cuerpo y su ropa. -¿Pero qué demonios...? - Iba a terminar su frase cuando un brillo verde inundó la sala y entonces una voz resonó en toda la estancia. Gritaba y denotaba estar enfadado, sin embargo, la poderosa luz verdosa que emitía les permitía ver claramente como era el lugar donde se encontraban. -¿Adiel? ¿Quién es Adiel? - Preguntó la muchacha al aire, todavía sin darse cuenta del origen exacto de la voz, pero con la mirada puesta en donde se originaba la iluminación de la sala. -¿Dónde demonios me he metido por involucrarme con estos dos idiotas...? - Pensó con claro arrepentimiento.
La ángel se quedó totalmente atontada, incapaz de hacer nada ante lo que acababa de pasar. Si bien podía ignorar los comentarios de Josuke sobre lo "buena" que estaba, no esperaba que su compañero fuese por la ruta totalmente opuesta. Cuando se cerebro pudo asimilar y procesar lo ocurrido, se echó a reir sin poder evitarlo. Fue una risa llena de júbilo, incluso se le saltaron un par de lagrimillas al no poder parar. Un par de guardias que vieron la escena, ademas de los científicos cercano a la chica, tampoco supieron como reaccionar, ella seguía riendo sin parar, incapaz de darse cuenta de lo que estaba pasando entre el otro Nephilim, la espada y los guardias.
Cuando se recuperó de la risa, notó que algo tiraba de su cuerpo desde algún punto y, al darse cuenta, se encontraba subida al hombro de Josuke. -¡SOCORRO! - Gritó. - ¡ME SECUESTRAN! ¡AYUDA! - Fue lo que pudo gritar antes de que empezasen a caer al vacío entre las arenas, por suerte, en mitad del aire pudo zafarse de su agarre y recuperar el control de su cuerpo para no caer de la cabeza, orientó como pudo su cuerpo y logró caer de manera mas o menos segura sobre una gran montaña de arena que había en el medio de la sala. El impacto la había dejado medio enterrada pero nada de lo que no pudiera liberarse.
Cuando se levantó empezó a sacudirse, tenía arena por todos lados y eso la incomodaba bastante, no era agradable. Pasaron un par de minutos hasta que logró quitarse toda la arena que se había quedado pegada a su cuerpo y su ropa. -¿Pero qué demonios...? - Iba a terminar su frase cuando un brillo verde inundó la sala y entonces una voz resonó en toda la estancia. Gritaba y denotaba estar enfadado, sin embargo, la poderosa luz verdosa que emitía les permitía ver claramente como era el lugar donde se encontraban. -¿Adiel? ¿Quién es Adiel? - Preguntó la muchacha al aire, todavía sin darse cuenta del origen exacto de la voz, pero con la mirada puesta en donde se originaba la iluminación de la sala. -¿Dónde demonios me he metido por involucrarme con estos dos idiotas...? - Pensó con claro arrepentimiento.
Adyara- Guerrero Celestial
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
El lloriqueo de Okuyazu de su cercana, he inevitable muerte, fue interrumpido por un grito que venia de una persona y de su amigo. Al girar su rostro lleno de lágrimas y arena a la dirección de Josuke, para ver que estaba pasando. Vio como su compañero había clavado la espada de la lepra sobre la pierna a la altura del muslo. El señor pego un grito y su amigo pego otro grito y él pego otro grito.
- ¡AAAAAH!
Okuyazu se levanto para ver bien aquella escena, pero antes de alzarse fue arrastrado por su compañero nephilim, para huir de aquel lugar. La profesora "Lady harpia" gritaba que llamaría a sus padres. - Tio mi padre no... que me va a dar con la llave inglesa. Pensó, mientras se percato que su amigo le había vuelto tocar transmitiéndole otra vez la enfermedad.
- Que gilipollez, ni leches tioooo... Me haz vuelto a pegar la lepra y encima le corta la pierna aquel hombre. Josuke tio es que lo rompes todo a tu paaaaaa...
Antes de poder terminar su frase él y los demás fueron tragados por un agujero en el suelo. Okuyazu empezó a moverse bruscamente como si estuviera nadando hacia la salida, pero sin ningún resultado. La caída del joven fue parada por suerte por un montículo de arena que se había formado con el paso del tiempo. El macarra cayo de pie en la montaña de arena, haciendo que sus pies se enterraran casi hasta la mitad de los muslos.
- So... Bueno al menos estamos vivos... Al menos vosotros, a mi me matara la lepra tarde o temprano.
Dijo con voz lúgubre y desanimada. De repente una piedra callo en la cabeza del joven que iba a morir de lepra. Aquel golpe en la cabeza le hizo recordar lo que Josuke había dicho "-o como sería una espada en un mundo en el que las espadas tienen la lepra.."
- Por lo tanto... Dijo murmurando, mientras intentaba sacar sus pies enterrados. - Se refería de forma metafórica, por lo tanto la espada no tiene lepra, por lo tanto ¡él! No tiene lepra... Lo que quiere decir que...
Dejo un momento de farfullar y logrando salir de su cautiverio de arena.
- ¡Qué no voy a morir! Si joder.
Una sonrisa se empezó a dibujar en el rostro de Okuyazu, pero esta no duro mucho. Entonces de golpe la espada empezó a brillar y hablar acusando a la chica rubia de haberle traicionado tiempo atras. El joven superviviente de la lepra se acerco a su amigo y le puso su mano en el hombro.
- Dos cosas tio. Uno, Tio sostienes una puta espada que habla que pasada loco. ¿Pregúntale si sabe hacer algo, además de brillar y hablar? Dos, ves te dije que esa tía era una golfa, juega a tres banda contigo el tio de la espada y ese Mikel. Yo te puedo presentar otra mejor y tres, vamos a celebrar que no me muero traje birra tio. Suficiente para los dos...
Se callo, mientras miraba a la espada parlanchina y una duda le saltaba a su mente. - ¿Las espadas que hablan beben? Pensó, mientras soltaba un leve murmuro y su mano empezó a señalar aquella arma gritona.
- Para los treeeeeesss...
- ¡AAAAAH!
Okuyazu se levanto para ver bien aquella escena, pero antes de alzarse fue arrastrado por su compañero nephilim, para huir de aquel lugar. La profesora "Lady harpia" gritaba que llamaría a sus padres. - Tio mi padre no... que me va a dar con la llave inglesa. Pensó, mientras se percato que su amigo le había vuelto tocar transmitiéndole otra vez la enfermedad.
- Que gilipollez, ni leches tioooo... Me haz vuelto a pegar la lepra y encima le corta la pierna aquel hombre. Josuke tio es que lo rompes todo a tu paaaaaa...
Antes de poder terminar su frase él y los demás fueron tragados por un agujero en el suelo. Okuyazu empezó a moverse bruscamente como si estuviera nadando hacia la salida, pero sin ningún resultado. La caída del joven fue parada por suerte por un montículo de arena que se había formado con el paso del tiempo. El macarra cayo de pie en la montaña de arena, haciendo que sus pies se enterraran casi hasta la mitad de los muslos.
- So... Bueno al menos estamos vivos... Al menos vosotros, a mi me matara la lepra tarde o temprano.
Dijo con voz lúgubre y desanimada. De repente una piedra callo en la cabeza del joven que iba a morir de lepra. Aquel golpe en la cabeza le hizo recordar lo que Josuke había dicho "-o como sería una espada en un mundo en el que las espadas tienen la lepra.."
- Por lo tanto... Dijo murmurando, mientras intentaba sacar sus pies enterrados. - Se refería de forma metafórica, por lo tanto la espada no tiene lepra, por lo tanto ¡él! No tiene lepra... Lo que quiere decir que...
Dejo un momento de farfullar y logrando salir de su cautiverio de arena.
- ¡Qué no voy a morir! Si joder.
Una sonrisa se empezó a dibujar en el rostro de Okuyazu, pero esta no duro mucho. Entonces de golpe la espada empezó a brillar y hablar acusando a la chica rubia de haberle traicionado tiempo atras. El joven superviviente de la lepra se acerco a su amigo y le puso su mano en el hombro.
- Dos cosas tio. Uno, Tio sostienes una puta espada que habla que pasada loco. ¿Pregúntale si sabe hacer algo, además de brillar y hablar? Dos, ves te dije que esa tía era una golfa, juega a tres banda contigo el tio de la espada y ese Mikel. Yo te puedo presentar otra mejor y tres, vamos a celebrar que no me muero traje birra tio. Suficiente para los dos...
Se callo, mientras miraba a la espada parlanchina y una duda le saltaba a su mente. - ¿Las espadas que hablan beben? Pensó, mientras soltaba un leve murmuro y su mano empezó a señalar aquella arma gritona.
- Para los treeeeeesss...
Okuyazu- Heredero de la Penumbra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
- Spoiler:
- Lo siento pero salgo, esto lleva demasiado tiempo parado
Adyara estaba esperando respuesta de la misteriosa voz, manteniendo su vista fija en la espada cubierta de brillo, le hubiese encantado hacerse con ella, era claramente un objeto que no pertenecía al mundo humano pero lamentablemente había sido ese par de idiotas quien la había conseguido antes de que ella pudiese poner sus manos sobre el tesoro.
Comenzó a girar sobre si misma con la intención de visualizar un poco mas de la sala y entonces sintió como algo cedía bajo uno de sus pies, las piedras resonaron un poco y unos cuantos crujidos metálicos se escucharon, al poco pudo sentirse como un gran temblor azotó la sala donde se encontraban. El suelo bajo ella comenzó a elevarse como si de un ascensor antiguo se tratase, el mecanismo resonaba con fuerza, al principio lentamente pero luego fue acelerándose hasta que se alzó completamente quizá la había subido unos quince metros en total, pudo observar como a su espalda había una especie de túnel que llevaba hacia un lugar totalmente oscurecido y cuando quiso ir hacia allí de nuevo el ascensor se activó.
La mujer pensó que volvería a bajar, sin embargo ocurrió todo lo contrario, cuando quiso darse cuenta se encontraba de rodillas sobre la ascendente plataforma, había sido incapaz de mantener el equilibrio. Cuando terminó de subir, apenas estaba a unos 5 metros por debajo del origen del agujero, como era de esperar había otro pasillo que daba a un corredor totalmente negro. Básicamente el techo de la sala había cedido y justo habían caído por lo que sería el "hueco" del ascensor. Desplegó sus alas y se impulsó con ellas además de con sus piernas, logrando superar la diferencia de altura y volviendo a las cálidas arenas que rodeaban la pirámide negra. No había nadie allí cuando salió, lo cual la alegró porque no tendría que dar explicaciones a nadie, tenía vía libre para irse del lugar antes de que se llenase de miembros de la autoridad en busca de los jóvenes desaparecidos. Extendió, esta vez completamente sus alas blancas, y se fue del lugar volando, perdiéndose como una mancha blanca mas entre las nubes. -[color=darkcyan]Tarde o temprano nos cruzaremos de nuevo...
Adyara- Guerrero Celestial
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
OFFROL: comprensible, y pido perdón. He tenido una semana difícil de trabajo y he estado un par de días sin internet en el apartamento en el que me fui de vacaciones.
Para el caso, espero que nos encontremos en otros temas en mejores condiciones.
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Hanzo Kakuma- Prole de la Sombra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Tras la caída y un golpe con la cabeza contra una columna que sujetaba el frágil techo encima de sus cabezas, Josuke consiguió incorporarse.
La chica 6.2 que iba con ellos acabó por accidente sobre una extraña plataforma que se la llevó, pero el joven no tuvo tiempo de prestar atención a qué pasaba porque la espada de pronto comenzó a brillar en sus manos. Para colmo, un vozarrón muy sonoro inundó la sala y parecía provenir del mismo artefacto.
Por el susto inesperado, la dejó caer y esta se clavó con la punta en el suelo, pero a los pocos segundos la volvió a coger.
- Okuyazu, si sigues gritando tonterías en mis orejas, voy a morirme de un derrame.
Volvió a pensarse sus palabras. Si Okuyazu acababa pensando ahora que los derrames eran contagiosos también, se acabaría suicidando él mismo.
- ¿Sabes qué? Déjalo, creo que voy a necesitar un poco de esa cerveza que has traído.
Un momento... ¿cómo coló birra en una excursión? se preguntó por un instante.
Dejando las sandeces de lado por un momento, fijó su mirada en el brilló verdoso del artefacto y pegó el oído a la hoja para ver si escuchaba algo. Volvió a alejar la cabeza y la inspeccionó por todos lados, pero no conseguía encontrar ningún altavoz. Y bombillas tampoco. ¿Bombillas LED? se preguntó a sí mismo, dudoso.
- ¿HOLA? - gritó a la espada. ¿ME ESCUCHA ALGUIEN? LA CHICA SE FUE, PERO SI ME DICES QUIÉN ERES NO TE PARTIREMOS LA CARA.
Gritaba sin saber que la espada le escuchaba. Para su sencilla mente, alguien les estaba haciendo pasar un mal rato con una broma de mal gusto. Y no paraba de agitar la espada en sus manos, intentando encontrar el truco de aquel encuentro.
La chica 6.2 que iba con ellos acabó por accidente sobre una extraña plataforma que se la llevó, pero el joven no tuvo tiempo de prestar atención a qué pasaba porque la espada de pronto comenzó a brillar en sus manos. Para colmo, un vozarrón muy sonoro inundó la sala y parecía provenir del mismo artefacto.
Por el susto inesperado, la dejó caer y esta se clavó con la punta en el suelo, pero a los pocos segundos la volvió a coger.
- Okuyazu, si sigues gritando tonterías en mis orejas, voy a morirme de un derrame.
Volvió a pensarse sus palabras. Si Okuyazu acababa pensando ahora que los derrames eran contagiosos también, se acabaría suicidando él mismo.
- ¿Sabes qué? Déjalo, creo que voy a necesitar un poco de esa cerveza que has traído.
Un momento... ¿cómo coló birra en una excursión? se preguntó por un instante.
Dejando las sandeces de lado por un momento, fijó su mirada en el brilló verdoso del artefacto y pegó el oído a la hoja para ver si escuchaba algo. Volvió a alejar la cabeza y la inspeccionó por todos lados, pero no conseguía encontrar ningún altavoz. Y bombillas tampoco. ¿Bombillas LED? se preguntó a sí mismo, dudoso.
- ¿HOLA? - gritó a la espada. ¿ME ESCUCHA ALGUIEN? LA CHICA SE FUE, PERO SI ME DICES QUIÉN ERES NO TE PARTIREMOS LA CARA.
Gritaba sin saber que la espada le escuchaba. Para su sencilla mente, alguien les estaba haciendo pasar un mal rato con una broma de mal gusto. Y no paraba de agitar la espada en sus manos, intentando encontrar el truco de aquel encuentro.
Josuke- Heredero de la Penumbra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
Adiel había escapado... Sin duda temerosa de la cruel y despiadada venganza que Argamosh le hubiera infringido por su traición ¿Qué duda había? Si la espada hubiera podido albergar alguna duda acerca de la identidad de Adyara y de su equivocación, esta se había desvanecido por completo debido a su escapada.
La venganza era un plato que se servía frío.
Ahora tenía que pensar en salir de allí, no quería permanecer olvidado en mitad de la pirámide de Nigosh. Su último portador, un ingrato demonio, había perecido al pie de la entrada secreta de la tumba y lo había dejado caer...¡Más de mil años había estado enterrado entre las arenas! Aquel estúpido había muerto, pero era libre... Él, en cambio, había tenido que soportar una eternidad en soledad bajo la oscuridad de las arenas.
Poco a poco, la mente de Argamosh comenzaba a conectar con la realidad. Pasado, ficción y presente se entremezclaban en una mente perturbada que hacía tiempo que se había desquiciado por un castigo impuesto hacía en un tiempo en el que la mayoría de los inmortales no había nacido.
En los tiempos de Nigosh la cerveza existía... Pero Argamosh dudaba de que pudiera disfrutar de aquella bebida de dioses:
-Una espada no puede beber cerveza, estúpido- su atronadora voz reverberó a través de las sólidas paredes de granito de la pirámide y el polvo empezó a caer sobre el ambiente- Yo soy Argamosh. Fui condenado a permanecer en esta espada hasta el Apocalipsis; por Mikhael, antiguo arcángel de los cielos y maldito de entre todos ellos ¡Clavadme en el corazón de Adiel!
Sin darse cuenta, había renunciado a toda prudencia y escupido su bilis en forma de soberbia ¿Lograrían salir así de la pirámide?
La venganza era un plato que se servía frío.
Ahora tenía que pensar en salir de allí, no quería permanecer olvidado en mitad de la pirámide de Nigosh. Su último portador, un ingrato demonio, había perecido al pie de la entrada secreta de la tumba y lo había dejado caer...¡Más de mil años había estado enterrado entre las arenas! Aquel estúpido había muerto, pero era libre... Él, en cambio, había tenido que soportar una eternidad en soledad bajo la oscuridad de las arenas.
Poco a poco, la mente de Argamosh comenzaba a conectar con la realidad. Pasado, ficción y presente se entremezclaban en una mente perturbada que hacía tiempo que se había desquiciado por un castigo impuesto hacía en un tiempo en el que la mayoría de los inmortales no había nacido.
En los tiempos de Nigosh la cerveza existía... Pero Argamosh dudaba de que pudiera disfrutar de aquella bebida de dioses:
-Una espada no puede beber cerveza, estúpido- su atronadora voz reverberó a través de las sólidas paredes de granito de la pirámide y el polvo empezó a caer sobre el ambiente- Yo soy Argamosh. Fui condenado a permanecer en esta espada hasta el Apocalipsis; por Mikhael, antiguo arcángel de los cielos y maldito de entre todos ellos ¡Clavadme en el corazón de Adiel!
Sin darse cuenta, había renunciado a toda prudencia y escupido su bilis en forma de soberbia ¿Lograrían salir así de la pirámide?
Argamosh- Prole de la Sombra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
De repente un pilar surgió del suelo haciendo que la joven desconocida saliera despedida hacia la salida en un momento. Okuyazu no daba crédito a como la joven se había logrado escapar de aquel entuerto tan fácil como invocar un pilar para huir.
-Tio... Esa bruja, creo que era una bruja de verdad... Te dije que no era buena para ti.
Mientras decía aquellas palabras salio de su asombro y un recuerdo de él robando las cervezas vino a su mente. Haciendo que recordara que tenia su mochila entre 3 o 4 birras esperando a ser abiertas. Sin demorar un momento descolgó de su espalda una mochila vieja y un poco roñosa. Al abrirla se podía ver un poco de material escolar en muy mal estado, pero entre todo aquello destacaba las botellas cristalinas que albergaban bebidas no apta para un joven como él.
-Vamos chicos a beber. Josuke aguanta con fuerza al colega espada.
Rápidamente el caído se acerco al filo y con una fuerza bastante rauda abrió los 3 botellines usando el filo de la espada como abrechapas. Le dio una a su amigo que estaba alterado gritando a la espada como si aquel ser fuera un sordo o algo así.
-Josuke, tio. Que esta encerrado no sordo se va a moles...
Su frase fue interrumpido por la espada que explicaba como llego a su situación actual, pero esto al descerebrado del caído no le importo solo le importo una frase.-Una espada no puede beber cerveza, estúpido-. Entonces dio un sorbo a su cerveza, mientras derramaba un poco de la tercera botella sobre la espada.
-Vamos a ver lumbreras... Si hablas tienes boca y si tienes boca puedes beber. Lógica pura solo que tengo que ver donde tienes esa maldita boca tuya.
Dijo, mientras seguía derramando poco a poco la cerveza sobre ella y miraba donde habría un hueco, lo mas parecido a una boca, para saber de donde venia la voz y pudiera beber. Entonces un leve resbalón hizo que okuyazu se cayera y soltara la cerveza que estaba desperdiciando en el arma hacia el pilar, haciendo que este reaccionara y bajara poco a poco.
El joven bebedor vio como aquella especie de pilar ascensor bajaba por un golpe que él le había dado por lo que a ojos de el mismo había echo magia. Una sonrisa se dibujo en el rostro y con dicha expresión miro al otro muchacho.
-Mira, mira Josuke. Soy un mago.
Al terminar la frase el pilar llego al ras del suelo dando la posibilidad de subirse en el pilar y salir de allí.
-Tio... Esa bruja, creo que era una bruja de verdad... Te dije que no era buena para ti.
Mientras decía aquellas palabras salio de su asombro y un recuerdo de él robando las cervezas vino a su mente. Haciendo que recordara que tenia su mochila entre 3 o 4 birras esperando a ser abiertas. Sin demorar un momento descolgó de su espalda una mochila vieja y un poco roñosa. Al abrirla se podía ver un poco de material escolar en muy mal estado, pero entre todo aquello destacaba las botellas cristalinas que albergaban bebidas no apta para un joven como él.
-Vamos chicos a beber. Josuke aguanta con fuerza al colega espada.
Rápidamente el caído se acerco al filo y con una fuerza bastante rauda abrió los 3 botellines usando el filo de la espada como abrechapas. Le dio una a su amigo que estaba alterado gritando a la espada como si aquel ser fuera un sordo o algo así.
-Josuke, tio. Que esta encerrado no sordo se va a moles...
Su frase fue interrumpido por la espada que explicaba como llego a su situación actual, pero esto al descerebrado del caído no le importo solo le importo una frase.-Una espada no puede beber cerveza, estúpido-. Entonces dio un sorbo a su cerveza, mientras derramaba un poco de la tercera botella sobre la espada.
-Vamos a ver lumbreras... Si hablas tienes boca y si tienes boca puedes beber. Lógica pura solo que tengo que ver donde tienes esa maldita boca tuya.
Dijo, mientras seguía derramando poco a poco la cerveza sobre ella y miraba donde habría un hueco, lo mas parecido a una boca, para saber de donde venia la voz y pudiera beber. Entonces un leve resbalón hizo que okuyazu se cayera y soltara la cerveza que estaba desperdiciando en el arma hacia el pilar, haciendo que este reaccionara y bajara poco a poco.
El joven bebedor vio como aquella especie de pilar ascensor bajaba por un golpe que él le había dado por lo que a ojos de el mismo había echo magia. Una sonrisa se dibujo en el rostro y con dicha expresión miro al otro muchacho.
-Mira, mira Josuke. Soy un mago.
Al terminar la frase el pilar llego al ras del suelo dando la posibilidad de subirse en el pilar y salir de allí.
Okuyazu- Heredero de la Penumbra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
La espada terminó de hablar con el acento de alguien que ha vivido mucho tiempo.
- Pues te voy a llamar Paco - dijo el joven, indispuesto a recordar nombres tan intrincados.
Josuke se quedó impresionado ante la idea de Okuyasu de usar la espada mágica a modo de abrechapas. Cogió la botella y le dio un buen trago mientras pensaba en qué podrían hacer para salir de ese agujero arenoso.
- Vaya, esto me recuerda que llevamos tiempo queriendo robar un abrechapas.
Dejó que su amigo intentara darle de beber al objeto inanimado parlante solo por curiosidad pero nada parecía pasar. Era como una espada normal. Fea. Pero normal dentro de lo feo. Okuyazu pasó a explicar su teoría de "hablas, pues tienes boca", la cuál tenía mucho más sentido de lo que podría parecer a priori.
- Tiene sentido para mí.
Esto fue lo último que dijo antes de que su amigo se resbalara y cayera al suelo. Y como salido de un milagro, eso consiguió activar un mecanismo que bajó el ascensor usado por la chica extraña de antes para salir.
El joven no se lo pensó dos veces. Saltó a la plataforma después de volver a cargar a Okuyazu al hombro y mientras el artefacto subía dijo con una sonrisa en su rostro.
- ¡Sí que eres un mago! ¡Y nosotros por fin estamos saliendo!
El solo poco a poco empezaba a iluminarles, pero para su mala suerte la plataforma los había dejado demasiado lejos de su grupo de clase. Josuke se quedó mirando para ver si podría identificar algo pero solo había gente excavando, arena y edificios de otra era. Miró asustado la hora de su reloj de mano.
- ¡VAMOS A PERDER EL BUS! - gritó a los cuatro cielos, atrayendo la atención de la gente y tirando a Okuyazu al suelo.
Sentía como empezaba a sudar por el estrés de haberse quedado perdido en la mitad de un país desconocido y lleno de arena, y por el propio calor. Miró la hoja metálica de su mano, curioso.
- ¡TÚ! ¿Tienes algún poder para llevarnos de vuelta con nuestra clase? ¿Puedes hacer algo, como... teletransportarnos?
Y la palabra "volar" resonó en su cabeza. Miró a su amigo de reojo y un poco angustiado.
- Ehm... tío, ¿recuerdas eso que nunca le contamos a nuestros padres? ¿Esas alas de pavo real? Creo que es hora.
Diciendo eso, desplegó las alas rápido y dio un salto al aire, cogiendo vuelo y esperando que el torpe de su colega le siguiera. Echó a volar, esperando llegar pronto a su grupo (sin que les vean) y largarse de allí antes de más complicaciones.
Aquel día iba a ser uno que difícilmente iban a olvidar.
- Pues te voy a llamar Paco - dijo el joven, indispuesto a recordar nombres tan intrincados.
Josuke se quedó impresionado ante la idea de Okuyasu de usar la espada mágica a modo de abrechapas. Cogió la botella y le dio un buen trago mientras pensaba en qué podrían hacer para salir de ese agujero arenoso.
- Vaya, esto me recuerda que llevamos tiempo queriendo robar un abrechapas.
Dejó que su amigo intentara darle de beber al objeto inanimado parlante solo por curiosidad pero nada parecía pasar. Era como una espada normal. Fea. Pero normal dentro de lo feo. Okuyazu pasó a explicar su teoría de "hablas, pues tienes boca", la cuál tenía mucho más sentido de lo que podría parecer a priori.
- Tiene sentido para mí.
Esto fue lo último que dijo antes de que su amigo se resbalara y cayera al suelo. Y como salido de un milagro, eso consiguió activar un mecanismo que bajó el ascensor usado por la chica extraña de antes para salir.
El joven no se lo pensó dos veces. Saltó a la plataforma después de volver a cargar a Okuyazu al hombro y mientras el artefacto subía dijo con una sonrisa en su rostro.
- ¡Sí que eres un mago! ¡Y nosotros por fin estamos saliendo!
El solo poco a poco empezaba a iluminarles, pero para su mala suerte la plataforma los había dejado demasiado lejos de su grupo de clase. Josuke se quedó mirando para ver si podría identificar algo pero solo había gente excavando, arena y edificios de otra era. Miró asustado la hora de su reloj de mano.
- ¡VAMOS A PERDER EL BUS! - gritó a los cuatro cielos, atrayendo la atención de la gente y tirando a Okuyazu al suelo.
Sentía como empezaba a sudar por el estrés de haberse quedado perdido en la mitad de un país desconocido y lleno de arena, y por el propio calor. Miró la hoja metálica de su mano, curioso.
- ¡TÚ! ¿Tienes algún poder para llevarnos de vuelta con nuestra clase? ¿Puedes hacer algo, como... teletransportarnos?
Y la palabra "volar" resonó en su cabeza. Miró a su amigo de reojo y un poco angustiado.
- Ehm... tío, ¿recuerdas eso que nunca le contamos a nuestros padres? ¿Esas alas de pavo real? Creo que es hora.
Diciendo eso, desplegó las alas rápido y dio un salto al aire, cogiendo vuelo y esperando que el torpe de su colega le siguiera. Echó a volar, esperando llegar pronto a su grupo (sin que les vean) y largarse de allí antes de más complicaciones.
Aquel día iba a ser uno que difícilmente iban a olvidar.
Josuke- Heredero de la Penumbra
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Re: Un tesoro oculto entre las arenas
La situación era surrealista pero, para Argamosh, era toda una alegría volver a tener compañeros con los que hablar. Por supuesto, intentaría que le ayudaran a capturar a la puta de su ex, que lo había traicionado y abandonado en esta espada ¡Tenía derecho a ser libre!
En un instante... Se estuvo empapado por...¿Cerveza? Aquel muchacho era, definitivamente, imbécil. Tampoco podía hacer nada, llevaba mucho tiempo atrapado entre las arenas y, ciertamente, había olvidado sus capacidades mágicas como inmortal pero jamás lo admitiría delante de aquellos jovenzuelos alocados.
Pronto, cuando recobrara- recordara más bien- su poder, seguiría el rastro de Adiel y atravesaría su frío corazón. Por supuesto, el sentimiento de venganza no era lo único que sentía en aquel momento:
-Esta cerveza está más fría que el corazón de mi ex mujer- zanjó, sencillamente, con suma solemnidad- pero por mi maldición no puedo tomar bebida. Me comunico a través de vuestra mente... - explicó esto último con suma paciencia pues... No quería que lo volvieran a arrojar a las arenas aunque, por supuesto, no admitiría que era dependiente.
En ese momento, los muchachos lo condujeron hacia el exterior y... Quien sabe a donde irían y que harían pero, por sus alas, pudo sentir con claridad que se trataban de unos Nephilim...¿O podía verlos? Sin duda, ese sería un profundo debate que no quería abrir en aquel momento con Josuke ni con Okuyazu.
En un instante... Se estuvo empapado por...¿Cerveza? Aquel muchacho era, definitivamente, imbécil. Tampoco podía hacer nada, llevaba mucho tiempo atrapado entre las arenas y, ciertamente, había olvidado sus capacidades mágicas como inmortal pero jamás lo admitiría delante de aquellos jovenzuelos alocados.
Pronto, cuando recobrara- recordara más bien- su poder, seguiría el rastro de Adiel y atravesaría su frío corazón. Por supuesto, el sentimiento de venganza no era lo único que sentía en aquel momento:
-Esta cerveza está más fría que el corazón de mi ex mujer- zanjó, sencillamente, con suma solemnidad- pero por mi maldición no puedo tomar bebida. Me comunico a través de vuestra mente... - explicó esto último con suma paciencia pues... No quería que lo volvieran a arrojar a las arenas aunque, por supuesto, no admitiría que era dependiente.
En ese momento, los muchachos lo condujeron hacia el exterior y... Quien sabe a donde irían y que harían pero, por sus alas, pudo sentir con claridad que se trataban de unos Nephilim...¿O podía verlos? Sin duda, ese sería un profundo debate que no quería abrir en aquel momento con Josuke ni con Okuyazu.
Argamosh- Prole de la Sombra
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Dom Dic 01, 2019 10:33 am por Ekrion Gältos
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Sáb Nov 30, 2019 11:45 am por Cassiel Lionflame