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La suave brisa matinal mecía apenas las flores que rodeaban la cabaña, aquella pequeña cabaña que se alzaba solitaria en un claro alejado de todo camino y vereda que cruzaba aquel bosque; mariposas, libélulas y abejas pululaban en aquel tapiz multicolor llenando el silencio con un satisfactorio murmullo de vida; dentro de la cabaña Maia cepillaba parsimoniosamente su largo cabello oscuro antes de levantarlo en una coleta alta que adornó con un pequeño tocado de plumas verdes; sus pies descalzos apenas hacían ruido mientas se desplazaba de un lado a otro de la estancia.
La joven trigueña amaba el tacto de la tibia madera bajo sus pies, pero amaba aún más la sensación húmeda de la tierra y el picor del césped; se estiró elevando sus brazos y rostro al cielo, su ligera ropa siguió el movimiento de su cuerpo elevándose hasta casi el límite del pudor, dejando la suave piel acanelada de su vientre al descubierto, algunas flores de tinta se asomaron tímidas en la piel sobre sus costillas danzando ente el límite de éstas y unos senos turgentes.
Bajó los brazos aunque mantuvo sus rostro hacia el sol con los ojos cerrados, sonrió oyendo aquel susurro que había estado en su mente desde que había abierto sus ojos al mundo; cuando su rostro descendió al fin su sonrisa se había extendido y una miriada de mariposas la rodeaba.
~Hoy será un buen día~ susurró mientras extendía sus manos para que las mariposas se posaran en ellas, las dejó reposar sobre su piel antes de volver a la cabaña por sus sandalias y su arco.
Corrió por el bosque libremente dejado que la tela se adhiriera a su gusto a su piel y su cabello la siguiera como un sombrío manto a sus espaldas; corrió, saltó y trepó por una gran extensión del bosque sin encontrarse con nadie; se sintió libre, unida a su alrededor, en una maravillosa armonía.
Sus manos actuaron más rápido que su propio pensamiento y una flecha se colocó en el arco en medio de un último salto, se plantó firme en el suelo sintiendo la tensión de la cuerda en su mejilla ~¿Quién eres y qué quieres?~, su melodiosa voz se tiño con un punto tenso, al tiempo que sus dulces ojos chocolate se endurecían ante aquella inesperada presencia.
La joven trigueña amaba el tacto de la tibia madera bajo sus pies, pero amaba aún más la sensación húmeda de la tierra y el picor del césped; se estiró elevando sus brazos y rostro al cielo, su ligera ropa siguió el movimiento de su cuerpo elevándose hasta casi el límite del pudor, dejando la suave piel acanelada de su vientre al descubierto, algunas flores de tinta se asomaron tímidas en la piel sobre sus costillas danzando ente el límite de éstas y unos senos turgentes.
Bajó los brazos aunque mantuvo sus rostro hacia el sol con los ojos cerrados, sonrió oyendo aquel susurro que había estado en su mente desde que había abierto sus ojos al mundo; cuando su rostro descendió al fin su sonrisa se había extendido y una miriada de mariposas la rodeaba.
~Hoy será un buen día~ susurró mientras extendía sus manos para que las mariposas se posaran en ellas, las dejó reposar sobre su piel antes de volver a la cabaña por sus sandalias y su arco.
Corrió por el bosque libremente dejado que la tela se adhiriera a su gusto a su piel y su cabello la siguiera como un sombrío manto a sus espaldas; corrió, saltó y trepó por una gran extensión del bosque sin encontrarse con nadie; se sintió libre, unida a su alrededor, en una maravillosa armonía.
Sus manos actuaron más rápido que su propio pensamiento y una flecha se colocó en el arco en medio de un último salto, se plantó firme en el suelo sintiendo la tensión de la cuerda en su mejilla ~¿Quién eres y qué quieres?~, su melodiosa voz se tiño con un punto tenso, al tiempo que sus dulces ojos chocolate se endurecían ante aquella inesperada presencia.
Maia- Guerrero Celestial
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-Mientras sea el rey seré yo quien decida el futuro de Kardas y no mi hijo, ni tú -decía con burla Lorelei, repitiendo las palabras de su suegro mientras se abría paso entre la maleza del bosque enfurecida. Vestía de luto, como de costumbre; con trapos negros, una capucha que le cubría casi hasta los ojos y dos abanicos que llevaba atrincherados a la altura de la lumbar. Detrás le seguía el sobrante del lazo rojo de su cintura, como una serpiente voladora. Con la mano derecha sujetaba un bastón; con el hundía la punta en la tierra y golpeaba a la piedra para ayudarse en el largo y tedioso camino que le quedaba por recorrer.
Lorelei había viajado desde muy lejos para encontrarse con un viejo conocido, y ahora se encontraba de vuelta, aún enojada y distraída por el mensaje de los dioses. Estaba tan absorta en sus pensamientos abriéndose paso a la fuerza entre la maraña de hojas y tallos que se le interponían, que no se había percatado de la presencia de una muchacha hasta que ésta le apuntó con un arco dirigiéndose a ella luego con unas palabras.
Lorelei reculó un paso, sujetando un abanico rápidamente con la mano izquierda mientras que con la otra aún se apoyaba en el bastón.
-¡Qué modales! -contestó ella con mofa-. No creo que sea la mejor forma de conocer a alguien, chiquilla -suspiró. No cabía duda de que se había llevado un buen susto.
De la espesura de unos gigantescos helechos sonó el quiebre de unas ramitas, a unos quince metros de Lorelei y de la mujer arquero. Algo o alguien estaba con la demonio, o no. Sin embargo Lorelei sonrió maliciosamente.
-Venga, baja ese arco.
Lorelei había viajado desde muy lejos para encontrarse con un viejo conocido, y ahora se encontraba de vuelta, aún enojada y distraída por el mensaje de los dioses. Estaba tan absorta en sus pensamientos abriéndose paso a la fuerza entre la maraña de hojas y tallos que se le interponían, que no se había percatado de la presencia de una muchacha hasta que ésta le apuntó con un arco dirigiéndose a ella luego con unas palabras.
Lorelei reculó un paso, sujetando un abanico rápidamente con la mano izquierda mientras que con la otra aún se apoyaba en el bastón.
-¡Qué modales! -contestó ella con mofa-. No creo que sea la mejor forma de conocer a alguien, chiquilla -suspiró. No cabía duda de que se había llevado un buen susto.
De la espesura de unos gigantescos helechos sonó el quiebre de unas ramitas, a unos quince metros de Lorelei y de la mujer arquero. Algo o alguien estaba con la demonio, o no. Sin embargo Lorelei sonrió maliciosamente.
-Venga, baja ese arco.
- HI:
- Bueno ¡Pues aquí estamos! De vuelta ON ROL.
Lorelei- Prole de la Sombra
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Re: ..:: Resolana ::..
Su mirada vaciló por sólo un instante cuando vio emerger aquella bruna figura de entre los árboles; un escalofrío le recorrió la espalda cuando su voz llegó a sus oídos; cerró un poco más su puño alrededor del arco antes de bajarlo con extrema lentitud, destensó la cuerda pero dejó la flecha en su lugar sosteniéndola suavemente entre sus dedos.
~No esperaba conocer a nadie hoy~ había cierto recelo en sus voz, aunque ella misma no comprendía el porqué; cambió el peso de su cuerpo para obtener una postura relajada ~Estás muy lejos de cualquier camino~ sus ojos de chocolate recorrieron la extensión a su alrededor, sus finas cejas se fruncieron por un instante... demasiado lejos, muy aislado... inquietante.
Lentamente devolvió la flecha a la aljaba, finalmente se dio un tiempo para ver la figura frente a ella; adivinó formas femeninas bajo aquellas oscuras ropas, completamente contrastantes a sus propias ropas; había escuchado ya su voz claramente femenina, aquella voz que tanto la había inquietado pues había un trasfondo duro, frío, casi cruel en ella. La inquietud se filtró más profundo en su ser y se instaló en la boca del estómago como si fuese una pesada piedra, se mordió la parte interna de la mejilla en un intento de alejar aquel sentimiento que no parecía tener un verdadero fundamento.
Era demasiado joven en términos de los ángeles, aquello lo comprendía bien, así como también comprendía que nunca había dejado aquel bosque a faldas de la montaña, desconocía por completo lo que había más allá de aquellas estribaciones; se sintió completamente en desventaja ante aquella mujer ~Lamento mis acciones y mis palabras~ se excusó apenada, pues por norma general no solía apuntar a nadie su arco con tanta facilidad como lo había hecho con ella; pero era como si su cuerpo supiera algo que ella no.
~¿Acaso estás perdida?~ preguntó con verdadero interés, enterrando lo más profundo que podía aquel sentimiento de inquietud que la molestaba.
~No esperaba conocer a nadie hoy~ había cierto recelo en sus voz, aunque ella misma no comprendía el porqué; cambió el peso de su cuerpo para obtener una postura relajada ~Estás muy lejos de cualquier camino~ sus ojos de chocolate recorrieron la extensión a su alrededor, sus finas cejas se fruncieron por un instante... demasiado lejos, muy aislado... inquietante.
Lentamente devolvió la flecha a la aljaba, finalmente se dio un tiempo para ver la figura frente a ella; adivinó formas femeninas bajo aquellas oscuras ropas, completamente contrastantes a sus propias ropas; había escuchado ya su voz claramente femenina, aquella voz que tanto la había inquietado pues había un trasfondo duro, frío, casi cruel en ella. La inquietud se filtró más profundo en su ser y se instaló en la boca del estómago como si fuese una pesada piedra, se mordió la parte interna de la mejilla en un intento de alejar aquel sentimiento que no parecía tener un verdadero fundamento.
Era demasiado joven en términos de los ángeles, aquello lo comprendía bien, así como también comprendía que nunca había dejado aquel bosque a faldas de la montaña, desconocía por completo lo que había más allá de aquellas estribaciones; se sintió completamente en desventaja ante aquella mujer ~Lamento mis acciones y mis palabras~ se excusó apenada, pues por norma general no solía apuntar a nadie su arco con tanta facilidad como lo había hecho con ella; pero era como si su cuerpo supiera algo que ella no.
~¿Acaso estás perdida?~ preguntó con verdadero interés, enterrando lo más profundo que podía aquel sentimiento de inquietud que la molestaba.
Maia- Guerrero Celestial
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Re: ..:: Resolana ::..
La situación se tornó tensa y algo violenta al principio, pero a Lorelei se le antojó que la muchacha no representaba ninguna amenaza para ella, al menos no por ahora. A medida que la individua se relajaba, ella también lo hacía; soltó el ojo del abanico que atesora en un encaje de la túnica en la zona lumbar, y se llevó luego la mano situándola sobre la otra en la empuñadura del bastón. Se irguió como un estandarte y sonrió de nuevo maliciosamente antes de hablar.
-No lamentes nada -dijo con seriedad-. Si me hubiera percatado de tu presencia antes que tú de la mía, solo los dioses saben qué habría hecho yo en tu lugar.
De entre la espesura de un matojo salió un ciervo; se detuvo a seis metros y con los ojos como platos miró detenidamente a la mujer de negro y a la de colores vivos, tan opuestas como la luna y el sol, y luego se marchó perdiéndose en la maleza por el oeste.
Lorelei observó de soslayo al animal antes de que se perdiera de vista; estaba hambrienta... y luego le devolvió la mirada a la inquietante joven que tenía delante.
-Ahora la mala educada soy yo -vaciló. Dio un par de pasos y le tendió una mano, esperando a que ella hiciera lo mismo-. Lorelei es mi nombre y sí, es posible que me haya perdido. Me dirijo a la capital de Kardas.
Frunció el ceño llena de curiosidad.
-¿Qué hace una chica aquí, armada y sola en estos peligrosos senderos?
-No lamentes nada -dijo con seriedad-. Si me hubiera percatado de tu presencia antes que tú de la mía, solo los dioses saben qué habría hecho yo en tu lugar.
De entre la espesura de un matojo salió un ciervo; se detuvo a seis metros y con los ojos como platos miró detenidamente a la mujer de negro y a la de colores vivos, tan opuestas como la luna y el sol, y luego se marchó perdiéndose en la maleza por el oeste.
Lorelei observó de soslayo al animal antes de que se perdiera de vista; estaba hambrienta... y luego le devolvió la mirada a la inquietante joven que tenía delante.
-Ahora la mala educada soy yo -vaciló. Dio un par de pasos y le tendió una mano, esperando a que ella hiciera lo mismo-. Lorelei es mi nombre y sí, es posible que me haya perdido. Me dirijo a la capital de Kardas.
Frunció el ceño llena de curiosidad.
-¿Qué hace una chica aquí, armada y sola en estos peligrosos senderos?
Lorelei- Prole de la Sombra
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Cubrió la distancia que la separaba de la mujer esbozando una sonrisa cargada de verdadero humor, pues quizás no había nadie que conociese mejor los caminos y senderos de aquel bosque; un escalofrío le recorrió cuando su piel entró en contacto con la de su interlocutora y la pesadez en su estómago se volvió presente nuevamente ~Maia~ El firme apretón de aquel saludo contribuyó a que su inquietud se disipase sólo un poco.
Ladeó la cabeza aún con aquella nota de humor instalada en sus ojos y la comisura de sus labios ~Vivo en este bosque hace mucho~ la ironía tiró de sus labios ante sus propias palabras, 30 años no podrían considerarse mucho tiempo en realidad siendo quien era, pero aun así era toda su vida.
Cruzó el arco sobre su pecho como si fuera una segunda aljaba para tener ambas manos libres, se sentía mejor así cuando hablaba con alguien más ~Si buscas el camino hacia la capital te has desviado demasiado del paso de la Montaña que desemboca al Camino principal~ hizo un ademán señalando hacia el macizo montañoso que dominaba gran parte del paisaje ~Es el más seguro, aunque no el único ni el más cercano~ continuó explicando mientras en su mente repasaba los caminos alternos que podrían tomarse desde el lugar en donde se encontraban, sus años como guía de viajeros y sus propias correrías la habían llevado a descubrir múltiples lugares que habían permanecido inexplorados.
~Puedo guiarte hasta el Paso si deseas~ sintió su corazón saltarse un latido ante aquella frase ¿que había en la mujer de oscuras ropas que hacia que su cuerpo reaccionase así? pensaba que quizás era lo inesperado de su aparición, quizás aquella nota cruel en su voz o el hecho de no poder verle directamente a los ojos; pero no dejaría que su recelo le impidiese ser de ayuda en una situación así, no cuando sentía que su lugar en el mundo era ese: ser una guía para otros.
Ladeó la cabeza aún con aquella nota de humor instalada en sus ojos y la comisura de sus labios ~Vivo en este bosque hace mucho~ la ironía tiró de sus labios ante sus propias palabras, 30 años no podrían considerarse mucho tiempo en realidad siendo quien era, pero aun así era toda su vida.
Cruzó el arco sobre su pecho como si fuera una segunda aljaba para tener ambas manos libres, se sentía mejor así cuando hablaba con alguien más ~Si buscas el camino hacia la capital te has desviado demasiado del paso de la Montaña que desemboca al Camino principal~ hizo un ademán señalando hacia el macizo montañoso que dominaba gran parte del paisaje ~Es el más seguro, aunque no el único ni el más cercano~ continuó explicando mientras en su mente repasaba los caminos alternos que podrían tomarse desde el lugar en donde se encontraban, sus años como guía de viajeros y sus propias correrías la habían llevado a descubrir múltiples lugares que habían permanecido inexplorados.
~Puedo guiarte hasta el Paso si deseas~ sintió su corazón saltarse un latido ante aquella frase ¿que había en la mujer de oscuras ropas que hacia que su cuerpo reaccionase así? pensaba que quizás era lo inesperado de su aparición, quizás aquella nota cruel en su voz o el hecho de no poder verle directamente a los ojos; pero no dejaría que su recelo le impidiese ser de ayuda en una situación así, no cuando sentía que su lugar en el mundo era ese: ser una guía para otros.
Maia- Guerrero Celestial
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Re: ..:: Resolana ::..
En las corneas de los ojos de Lorelei se dibujaron unas delgadas líneas negras cuando tomó contacto con Maia por primera vez. Su cuerpo estaba allí presente, ante la criatura de los bosques, sin embargo por un instante su mente se encontró en la cima de un abismo rodeada por una terrible oscuridad; ya había estado allí antes, durante incontables ocasiones. La locura perturbaba a la mujer demonio.
<<Mátala -le decía una voz de ultratumba en su conciencia-. No te dejes engañar por la buena voluntad de una criatura cualquiera, ni siquiera por las apariencias. Mátala.>>
<<¡No! -gritó ella arañando la superficie de las sombras, como si pudiera hacerlo-. Nuestro encuentro no puede ser una coincidencia ¿Y si es obra de los dioses?>>
<<No conseguirás lo que tanto anhelas con misericordia y fe, necia mujer ¡Mátala!>>
Lorelei hundió las uñas en la oscuridad y cerró el puño, sosteniéndola con todas sus fuerzas, y con un tirón enfurecido salió de su locura y volvió a la realidad.
<<¡No!>>
La demonio volvió a recular un paso para guardar las distancias con Maia y observarla mejor. Le parecía una mujer fascinante, realmente hermosa y la mar de extraña; nunca antes había visto a alguien igual, vistiendo así y llevando una vida arcaica si lo compara con la actualidad en la capital.
<<No. No puedo matarla, algo de ella me conmueve -se dijo así mismo-. Todos tenemos una historia que contar ¿Cual será la suya?>>
Miró hacia la dirección que le indicó Maia y asintió. Clavó luego la punta del bastón en la tierra para soltarlo y llevarse las manos a la capucha; se la retiró lentamente dejando entrever unas cristalinas pupilas de un carmesí desfallecido por los destellos de la luz del sol, y un rostro pálido y angelical. Llevaba el pelo en una enorme trenza que escondía aún en el interior de la túnica, de un color negro azabache.
-Eres muy amable Maia. Te estaría agradecida si me guiaras hasta la capital, allí podré obsequiarte con una cama donde descansar, comida y oro. Prometo no entretenerte mucho para que vuelvas a tu hogar, el bosque.
Lorelei sonrió como únicamente sabía hacer, de forma maliciosa sin mostrar los dientes.
-Caminemos pues -dijo mientras desenclavaba la muleta de la tierra.
<<Mátala -le decía una voz de ultratumba en su conciencia-. No te dejes engañar por la buena voluntad de una criatura cualquiera, ni siquiera por las apariencias. Mátala.>>
<<¡No! -gritó ella arañando la superficie de las sombras, como si pudiera hacerlo-. Nuestro encuentro no puede ser una coincidencia ¿Y si es obra de los dioses?>>
<<No conseguirás lo que tanto anhelas con misericordia y fe, necia mujer ¡Mátala!>>
Lorelei hundió las uñas en la oscuridad y cerró el puño, sosteniéndola con todas sus fuerzas, y con un tirón enfurecido salió de su locura y volvió a la realidad.
<<¡No!>>
La demonio volvió a recular un paso para guardar las distancias con Maia y observarla mejor. Le parecía una mujer fascinante, realmente hermosa y la mar de extraña; nunca antes había visto a alguien igual, vistiendo así y llevando una vida arcaica si lo compara con la actualidad en la capital.
<<No. No puedo matarla, algo de ella me conmueve -se dijo así mismo-. Todos tenemos una historia que contar ¿Cual será la suya?>>
Miró hacia la dirección que le indicó Maia y asintió. Clavó luego la punta del bastón en la tierra para soltarlo y llevarse las manos a la capucha; se la retiró lentamente dejando entrever unas cristalinas pupilas de un carmesí desfallecido por los destellos de la luz del sol, y un rostro pálido y angelical. Llevaba el pelo en una enorme trenza que escondía aún en el interior de la túnica, de un color negro azabache.
-Eres muy amable Maia. Te estaría agradecida si me guiaras hasta la capital, allí podré obsequiarte con una cama donde descansar, comida y oro. Prometo no entretenerte mucho para que vuelvas a tu hogar, el bosque.
Lorelei sonrió como únicamente sabía hacer, de forma maliciosa sin mostrar los dientes.
-Caminemos pues -dijo mientras desenclavaba la muleta de la tierra.
Lorelei- Prole de la Sombra
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Aquellas promesas de comida, techo y oro le hicieron ampliar su sonrisa; en el bosque tenía los dos primeros y el oro no era algo que apreciase más allá de servirle de adorno, sabía por sus encuentros anteriores con otros viajeros que el oro era apreciado al punto de matar por el: riqueza, influencia, poder, eran aquellas palabras las que solían acompañar la mención del oro; aunque también traición, asesinato y muerte.
~No es necesario, mi ayuda y compañía no la ofrezco por un pago, me es suficiente con la compañía~ agregó suavemente, esperaba no haber ofendido a la mujer de negro, Lorelei... le gustaba su nombre, aunque por alguna razón le provocaba cierta tristeza, como si fuese el eco de una historia triste y melancólica.
Retrocedió un poco al ver aquellos ojos carmesí, sus finas cejas se fruncieron apenas debido a la sorpresa, aquel era un color inusual ~Debemos ir al este y después al sur para poder cruzar la cordillera~ apuntó dándose la vuelta para guiar a Lorelei, avanzó apenas unos pasos antes de volverse para verla ~Será un camino largo, si necesitas tomar un descanso no dudes en hacérmelo saber~ bajó los ojos con una sonrisa apenada y una expresión tímida ~Espero no haberte incomodado con mi reacción, es solo que jamás había visto unos ojos como los tuyos~ apuntó elevando sus ojos color chocolate hacia ella, había una sonrisa dibujada en ellos, volvió a darle la espalda para emprender el camino.
Sus piernas se movían firmes y sus pies no vacilaban a pesar de sus sandalias de cuero que podrían parecer fútiles en aquel ambiente; el arco descansaba en su espalda sostenido por la cuerda que cruzaba su pecho tal como lo hacía la aljaba llena de flechas; comenzó a descender por una pronunciada pendiente ~Cuidado, debemos bajar hasta el cauce del rio~ señaló ligeramente hacia el sureste ~Por ahí es el mejor lugar para cruzar, después de ello debemos subir por la falda de la montaña hasta el Paso; esa parte es la más difícil~ le dedicó una mirada a su acompañante que parecía disculparse por el camino tan complicado, después siguió descendiendo hacia el cause.
~No es necesario, mi ayuda y compañía no la ofrezco por un pago, me es suficiente con la compañía~ agregó suavemente, esperaba no haber ofendido a la mujer de negro, Lorelei... le gustaba su nombre, aunque por alguna razón le provocaba cierta tristeza, como si fuese el eco de una historia triste y melancólica.
Retrocedió un poco al ver aquellos ojos carmesí, sus finas cejas se fruncieron apenas debido a la sorpresa, aquel era un color inusual ~Debemos ir al este y después al sur para poder cruzar la cordillera~ apuntó dándose la vuelta para guiar a Lorelei, avanzó apenas unos pasos antes de volverse para verla ~Será un camino largo, si necesitas tomar un descanso no dudes en hacérmelo saber~ bajó los ojos con una sonrisa apenada y una expresión tímida ~Espero no haberte incomodado con mi reacción, es solo que jamás había visto unos ojos como los tuyos~ apuntó elevando sus ojos color chocolate hacia ella, había una sonrisa dibujada en ellos, volvió a darle la espalda para emprender el camino.
Sus piernas se movían firmes y sus pies no vacilaban a pesar de sus sandalias de cuero que podrían parecer fútiles en aquel ambiente; el arco descansaba en su espalda sostenido por la cuerda que cruzaba su pecho tal como lo hacía la aljaba llena de flechas; comenzó a descender por una pronunciada pendiente ~Cuidado, debemos bajar hasta el cauce del rio~ señaló ligeramente hacia el sureste ~Por ahí es el mejor lugar para cruzar, después de ello debemos subir por la falda de la montaña hasta el Paso; esa parte es la más difícil~ le dedicó una mirada a su acompañante que parecía disculparse por el camino tan complicado, después siguió descendiendo hacia el cause.
Maia- Guerrero Celestial
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Lorelei asintió convencida cuando la doncella de los bosques le negó la posibilidad de un pago por sus servicios; Maia no tenía pintas de buscar riquezas tangibles. Ni siquiera parecía peligrosa, tampoco ambiciosa ni posesiva… al contrario, le transmitía serenidad y bondad a raudales.
Maia se giró hacia la demonio y se disculpó por si se había sentido incomoda por su reacción al verle la extraña tonalidad de sus ojos. La mujer de negro le sonrió y le hizo entender que no había de qué preocuparse. Luego juntas siguieron el sendero.
Ya era media tarde. El viento soplaba sobre la copa de los árboles y se colaba entre las ramas con un suave silbido. El aire se sentía frío y la bruma comenzaba a concentrarse en el desfiladero, más allá del cauce por el que estaban descendiendo nuestras dos jóvenes protagonistas. Lorelei había estado muy callada por el camino, atormentada por sus demonios interiores; iba usando el bastón para ayudarse a pasar por la senda cuando se dificultaba y se había vuelto a poner la capucha para cubrirse de la temperatura.
Lorelei miró a la majestuosa montaña por donde tenían que pasar más tarde y se detuvo entre resoplidos.
-Maia -dijo para llamar su atención-. No tengo ningún problema para continuar pero, sinceramente espero que ese arco que llevas no sea solo un adorno. También espero que no sea un tabú para ti cazar algo en lo que queda de camino. Para comer digo. -lo cierto es que la barriga le rugía desde hace un buen rato. Después volvió a retomar el camino; no pretendía perder más tiempo del debido.
Maia se giró hacia la demonio y se disculpó por si se había sentido incomoda por su reacción al verle la extraña tonalidad de sus ojos. La mujer de negro le sonrió y le hizo entender que no había de qué preocuparse. Luego juntas siguieron el sendero.
Ya era media tarde. El viento soplaba sobre la copa de los árboles y se colaba entre las ramas con un suave silbido. El aire se sentía frío y la bruma comenzaba a concentrarse en el desfiladero, más allá del cauce por el que estaban descendiendo nuestras dos jóvenes protagonistas. Lorelei había estado muy callada por el camino, atormentada por sus demonios interiores; iba usando el bastón para ayudarse a pasar por la senda cuando se dificultaba y se había vuelto a poner la capucha para cubrirse de la temperatura.
Lorelei miró a la majestuosa montaña por donde tenían que pasar más tarde y se detuvo entre resoplidos.
-Maia -dijo para llamar su atención-. No tengo ningún problema para continuar pero, sinceramente espero que ese arco que llevas no sea solo un adorno. También espero que no sea un tabú para ti cazar algo en lo que queda de camino. Para comer digo. -lo cierto es que la barriga le rugía desde hace un buen rato. Después volvió a retomar el camino; no pretendía perder más tiempo del debido.
Lorelei- Prole de la Sombra
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El color llegó a sus mejillas al oír las palabras de Lorelei; ciertamente no había pensado mucho en la posibilidad de comer algo, se mordió el labio aun apenada antes de dirigirse a la mujer ~El arco es útil y no soy contraria a la caza~ saltó el último tramo de la pendiente hasta un pequeño vado por el que corría el agua cristalina del rio que bajaba por la montaña ~podemos parar aquí y comer algo~ unió las acciones a sus palabras quitándose el arco del pecho para inspeccionar la cuerda, comprobó que la tensión fuera la adecuada y cerró los ojos por un momento como si elevara una plegaria.
~Hay una madriguera de conejos algunos metros rio arriba~ continuó hablando aún con los ojos cerrados ~varios peces forman un pequeño cardumen en la pequeña poza que se forma tras la roca al frente~ sus finas cejas se fruncieron como si hiciera un esfuerzo mayor ~Y rio abajo un ciervo desciende la pendiente hacia el vado~ abrió por fin los ojos fijando su mirada en su acompañante ~¿Qué te apetece cenar?~ el tono juguetón en su voz evidenciaba que disfrutaba ese momento, era cierto que sentía le apenaba matar aún cuando se trataba de obtener alimento, aún así el poder ser de ayuda a alguien más paliaba casi por completo ese sentimiento.
Colocó una flecha en el arco y esperó la respuesta de la mujer de negro; sabía que no perdería la presa que eligiera pues podía sentir cada movimiento, cada respiración, el ligero chapoteo del agua y el susurro de la hierba bajo las patas; casi podía ver las brillantes escamas y el hirsuto pelaje.
~Hay una madriguera de conejos algunos metros rio arriba~ continuó hablando aún con los ojos cerrados ~varios peces forman un pequeño cardumen en la pequeña poza que se forma tras la roca al frente~ sus finas cejas se fruncieron como si hiciera un esfuerzo mayor ~Y rio abajo un ciervo desciende la pendiente hacia el vado~ abrió por fin los ojos fijando su mirada en su acompañante ~¿Qué te apetece cenar?~ el tono juguetón en su voz evidenciaba que disfrutaba ese momento, era cierto que sentía le apenaba matar aún cuando se trataba de obtener alimento, aún así el poder ser de ayuda a alguien más paliaba casi por completo ese sentimiento.
Colocó una flecha en el arco y esperó la respuesta de la mujer de negro; sabía que no perdería la presa que eligiera pues podía sentir cada movimiento, cada respiración, el ligero chapoteo del agua y el susurro de la hierba bajo las patas; casi podía ver las brillantes escamas y el hirsuto pelaje.
- Off::
- Me disculpo por la tardanza y lo pobre de la respuesta, pero me encuentro en una temporada de trabajo arduo , espero poder darme un poco más de tiempo y no descuidar tanto el tema.
Maia- Guerrero Celestial
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Re: ..:: Resolana ::..
La extraña criatura de los bosques conocida como Maia, cerró los ojos durante a penas unos instantes y comenzó a ver. Podía ver más allá a ciegas que cualquier humano que tuviera los ojos abiertos y atentos; Lorelei se removió inquieta pendiente de lo que ella hacía. La sospecha de que Maia pertenecía a una especia mágica se sembró en lo más profundo de su ser. Brujería o habilidades especiales... no pudo evitar reírse para sus adentros ante el pensamiento.
-Es como tú. Mírala. Sois iguales -le decía a Lorelei unas voces fantasmagóricas en la cabeza-. No le temas. Es como tú. Muéstranos. Dile lo que somos. Mírala.
Lorelei a penas le prestó atención a lo que Maia le decía. Estaba absorta ante la idea. Ansiosa. Aún hambrienta, eso sí. Lo único que supo descifrar fueron las últimas palabras de la muchacha.
-La carne es mi debilidad -murmuró ella-. Muéstrame de qué eres capaz con ese arco Maia, y honra a nuestros dioses con el sacrificio de esa hermosa criatura para que nuestro viaje en la vida sea bendecido.
La joven de negro se apoyó con las dos manos en su bastón, recta como un estandarte, y observó a la arquero con determinación. Estaba de suerte.
-Al final me habéis mostrado el camino a seguir. Me habéis mostrado la señal que os pedí. Ahora lo veo claro... ella es la señal -pensó.
-Es como tú. Mírala. Sois iguales -le decía a Lorelei unas voces fantasmagóricas en la cabeza-. No le temas. Es como tú. Muéstranos. Dile lo que somos. Mírala.
Lorelei a penas le prestó atención a lo que Maia le decía. Estaba absorta ante la idea. Ansiosa. Aún hambrienta, eso sí. Lo único que supo descifrar fueron las últimas palabras de la muchacha.
-La carne es mi debilidad -murmuró ella-. Muéstrame de qué eres capaz con ese arco Maia, y honra a nuestros dioses con el sacrificio de esa hermosa criatura para que nuestro viaje en la vida sea bendecido.
La joven de negro se apoyó con las dos manos en su bastón, recta como un estandarte, y observó a la arquero con determinación. Estaba de suerte.
-Al final me habéis mostrado el camino a seguir. Me habéis mostrado la señal que os pedí. Ahora lo veo claro... ella es la señal -pensó.
- OFF:
- No te preocupes en absoluto. Estamos aquí para pasarlo bien y desconectar del mundo real de ves en cuando. No tengo prisa. Cuándo te sientas cómoda y despejada escribe, no es una obligación. Vamos avanzando. Se me ha ocurrido que puedo usarte para adentrarme en una catacumba y derrocar a una criatura para obtener una reliquia para mi elaborado plan a largo plazo, con la escusa de que conoces mejor que nadie estos páramos. Se podría rolear después de llegar a la capital. Recuerda que puedes tener un tema en presente activo y cuántos quieras en pasado. Y como ya sabes estoy abierto a las posibilidades de rolear tus propias tramas con éste personaje o con el ángel caído que también tengo.
Lorelei- Prole de la Sombra
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Re: ..:: Resolana ::..
Maia sonrió, comprendiendo bien a qué se refería la mujer de brunos ropajes; le dio la espalda moviéndose cautelosa, siguiendo el cauce del rio con un silencio casi inquietante, como si se hubiese fundido con el aire o incluso fuese aún más etérea; sus sentidos estaban atentos, había dejado de lado el chapoteo en el agua, el sonido de los bigotes agitándose en el viento, las escamas plateadas y las pequeñas patas posadas con suavidad en la hierba; solo veía un hirsuto pelaje castaño, brillantes ojos oscuros que rebelaban un alma pura y patas firmes que se hundían con seguridad en la tierra.
Se separó del cauce para subir un poco por el borde de la pendiente buscado un punto desde el que pudiera realizar el tiro que le proporcionase su tan ansiada presa, sus sienes comenzaron a latir con fuerza y su corazón cambió el ritmo hasta acompasarse al de aquella criatura que cazaba, sus ojos parecían ya no ser los suyos sino del ciervo, le parecía que percibía más claro el olor del agua y de la hierba que aplastaba a su paso; su corazón se saltó un latido al igual que el del ciervo, sintió la inseguridad recorrer aquel cuerpo y supo que tendría que hacer un tiro rápido y certero.
Cerró los ojos respirando cada vez mas pausado, mas profundo, más sereno; su corazón se desacopló del del ciervo aunque siguió oyéndolo como un eco lejano en su mente; la brisa había dejado de soplar y la calma hacía del momento el idóneo. El ruido de una ramita quebrándose bajo el peso de un cuerpo y una última coz le dieron la pauta para efectuar el disparo.
Maia se plantó firme con el arco tenso y el emplumado acariciando su mejilla; concentró su mirada de chocolate en la cierva frente a ella, le vio dar un paso más dejando su cavidad toráxica vulnerable, podría jurar que veía el corazón latir bajo todo aquel pelo, piel y carne... sus dedos liberaron el culatín enviando la flecha en dirección a su presa; un silbido agudo cruzo el aire y desgarro el silencio.
Un par de pasos tambaleantes anunciaron que había dado el el blanco, el sonido sordo de un cuerpo cayendo dieron por concluida la caza y Maia suspiró con cierto pesar salió de nuevo al claro e hizo señas a Lorelei para que se reuniera con ella... La cena pronto estaría servida.
Se separó del cauce para subir un poco por el borde de la pendiente buscado un punto desde el que pudiera realizar el tiro que le proporcionase su tan ansiada presa, sus sienes comenzaron a latir con fuerza y su corazón cambió el ritmo hasta acompasarse al de aquella criatura que cazaba, sus ojos parecían ya no ser los suyos sino del ciervo, le parecía que percibía más claro el olor del agua y de la hierba que aplastaba a su paso; su corazón se saltó un latido al igual que el del ciervo, sintió la inseguridad recorrer aquel cuerpo y supo que tendría que hacer un tiro rápido y certero.
Cerró los ojos respirando cada vez mas pausado, mas profundo, más sereno; su corazón se desacopló del del ciervo aunque siguió oyéndolo como un eco lejano en su mente; la brisa había dejado de soplar y la calma hacía del momento el idóneo. El ruido de una ramita quebrándose bajo el peso de un cuerpo y una última coz le dieron la pauta para efectuar el disparo.
Maia se plantó firme con el arco tenso y el emplumado acariciando su mejilla; concentró su mirada de chocolate en la cierva frente a ella, le vio dar un paso más dejando su cavidad toráxica vulnerable, podría jurar que veía el corazón latir bajo todo aquel pelo, piel y carne... sus dedos liberaron el culatín enviando la flecha en dirección a su presa; un silbido agudo cruzo el aire y desgarro el silencio.
Un par de pasos tambaleantes anunciaron que había dado el el blanco, el sonido sordo de un cuerpo cayendo dieron por concluida la caza y Maia suspiró con cierto pesar salió de nuevo al claro e hizo señas a Lorelei para que se reuniera con ella... La cena pronto estaría servida.
- Spoiler:
- Agradezco mucho tu comprensión, estaré pronto con más tiempo libre y así podré involucrarme mejor en el tema.
Saludos
Maia- Guerrero Celestial
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(5/100)
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Re: ..:: Resolana ::..
Dicen que el silencio no existe, que aunque el mundo fuera mudo acabaríamos oyendo nuestras propias tripas, el latido, la respiración… Lorelei odiaba el ruido de las grandes ciudades pero aún más el silencio porque era cuando las voces en su cabeza de anunciaban más poderosas. Sin embargo en el sosegado bosque los sonidos eran distintos, sonaban como una bella melodía que mezclada con los olores de la naturaleza mantenían a la mujer de negro en armonía. Sería ilógico que un demonio se sintiera así en un rincón tan hermoso y lleno de vida, pero Lorelei no era una criatura cualquiera ya que la obra de los dioses lo era todo para ella.
Cuando al fin Maia salió de entre la maleza haciéndole señas, sorprendió a Lorelei bebiendo del riachuelo. Ella se incorporó y le sonrió a la cazadora, después se dirigió hacia Maia con la ayuda de su bastón. Al atravesar los hierbajos descubrió una nueva imagen de la naturaleza; observó unas inmensas rocas que ascendían hasta los cielos cubiertos de musgo y fango, y vio como descendía a lo lejos el agua en una pequeña cascada.
-Eres buena, Maia -le dijo olisqueando el aire. Podía olfatear el olor de la sangre a leguas, y más si estaba hambrienta-. Creo que deberíamos de descansar aquí por hoy. Tenemos comida y agua. Además no queda mucho para que llegue la noche.
Clavó la muleta en la tierra y se agachó para coger algunos troncos con los que encender el fuego luego, y los tiró haciendo una montañita.
-Si crees que es lo correcto que nos quedemos aquí, claro… Tú eres la experta -¿Sería buena idea que dos seres de tan distinta naturaleza pasaran juntas la noche? Quién sabe...
Cuando al fin Maia salió de entre la maleza haciéndole señas, sorprendió a Lorelei bebiendo del riachuelo. Ella se incorporó y le sonrió a la cazadora, después se dirigió hacia Maia con la ayuda de su bastón. Al atravesar los hierbajos descubrió una nueva imagen de la naturaleza; observó unas inmensas rocas que ascendían hasta los cielos cubiertos de musgo y fango, y vio como descendía a lo lejos el agua en una pequeña cascada.
-Eres buena, Maia -le dijo olisqueando el aire. Podía olfatear el olor de la sangre a leguas, y más si estaba hambrienta-. Creo que deberíamos de descansar aquí por hoy. Tenemos comida y agua. Además no queda mucho para que llegue la noche.
Clavó la muleta en la tierra y se agachó para coger algunos troncos con los que encender el fuego luego, y los tiró haciendo una montañita.
-Si crees que es lo correcto que nos quedemos aquí, claro… Tú eres la experta -¿Sería buena idea que dos seres de tan distinta naturaleza pasaran juntas la noche? Quién sabe...
Lorelei- Prole de la Sombra
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(1/100)
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Re: ..:: Resolana ::..
Sonrió apenada, tal cual como reaccionaba siempre ante un cumplido; era la parte tímida de su naturaleza que salía a flote sin que ella pudiese controlarlo; examinó con cuidado el lugar en que se encontraban; era un buen sitio es verdad pero las huellas en la tierra húmeda unos metros mas abajo y un natural desgaste en la maleza le hicieron fruncir las cejas ~Debemos movernos un poco más rio arriba, este es un paso natural para los animales que buscan agua~ dio algunos pasos hasta unas huellas que le llamaron más la atención que otras, se acuclilló sobre ellas para examinarlas mejor ~Hay lobos cerca~ poniéndose de pie sacó la daga que llevaba siempre en el muslo, se acercó a su presa y después de recuperar su flecha se dispuso a destazarla ~Será mejor tomar lo necesario para el viaje, aun debemos subir al paso y de ahí al otro lado de la montaña, allá arriba sera difícil encontrar algo para cazar~ continuó su labor esperando que Lorerei le imitase.
Extrajo una tela gruesa y resistente de su aljaba para colocar la carne que cortaba del cuerpo del ciervo; trabajaba lo más rápido que le era posible pues sentía que el día llegaba a su fin ~Vamos, hacia arriba hay un recodo que podemos utilizar como refugio, nos protegerá del viento~ se colocó nuevamente el arco sobre el pecho, miró con cierta preocupación el resto del ciervo, aquella carne y sangre atraerían depredadores seguramente, dirigió su mirada al rio que en su centro corría con mayor fuerza en aquel punto ~Antes debo hacer algo con ese cadáver~ arrastró lentamente el cuerpo hasta el rio, el agua fría hizo su piel erizarse, lenta pero inexorablemente llevo los restos hasta donde la corriente cobraba fuerza; volvió con calma hasta la orilla con las ropas empapadas, esperaba encender un buen fuego para poder secarles.
~Hay que movernos antes que caiga la oscuridad~ tomo su carga y comenzó a seguir el río hasta un recodo natural que hacia una especie de cueva con un techo apenas sobresaliente pero que podría servir para cubrirse de lluvia ~Encendamos en fuego aquí~ sugirió mientras se quitaba el arco, la aljaba y el carcaj para poder moverse mejor.
Extrajo una tela gruesa y resistente de su aljaba para colocar la carne que cortaba del cuerpo del ciervo; trabajaba lo más rápido que le era posible pues sentía que el día llegaba a su fin ~Vamos, hacia arriba hay un recodo que podemos utilizar como refugio, nos protegerá del viento~ se colocó nuevamente el arco sobre el pecho, miró con cierta preocupación el resto del ciervo, aquella carne y sangre atraerían depredadores seguramente, dirigió su mirada al rio que en su centro corría con mayor fuerza en aquel punto ~Antes debo hacer algo con ese cadáver~ arrastró lentamente el cuerpo hasta el rio, el agua fría hizo su piel erizarse, lenta pero inexorablemente llevo los restos hasta donde la corriente cobraba fuerza; volvió con calma hasta la orilla con las ropas empapadas, esperaba encender un buen fuego para poder secarles.
~Hay que movernos antes que caiga la oscuridad~ tomo su carga y comenzó a seguir el río hasta un recodo natural que hacia una especie de cueva con un techo apenas sobresaliente pero que podría servir para cubrirse de lluvia ~Encendamos en fuego aquí~ sugirió mientras se quitaba el arco, la aljaba y el carcaj para poder moverse mejor.
Maia- Guerrero Celestial
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(5/100)
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Re: ..:: Resolana ::..
A Lorelei le fascinaba la encantadora y risueña mujer con la que se había topado en los bosques y que ahora le servía de guía para llegar a la capital. La observaba con cautela, manteniendo la mayoría de las veces las distancias, y al mismo tiempo aprendía. Cuando Maia arrastró lentamente el cuerpo del ciervo hasta el río, despertó en la mujer demonio una sensación de excitación; era imposible para ella resistirse al placer de las fechorías y de la sangre, dos de sus puntos débiles.
-Me intrigas querida Maia… eres una criatura algo peculiar -dijo. Durante la caminata Lorelei iba detrás de Maia observándola-. Hacía mucho tiempo que no veía a una mujer tan involucrada con la naturaleza, y menos con unas habilidades como las tuyas.
Durante el resto del camino no dijo nada más. Al llegar a un recodo rocoso Maia sugirió encender un fuego para pasar la noche allí. Lo cierto era que a Lorelei le encantaba la oscuridad, pero llevaba tanto tiempo conviviendo en la ciudad con todos los lujos que podía permitirse la realeza, que el camino se le hacía tedioso. Apoyó su muleta en una roca e indagó entre los arbustos recopilando algo de madera. Después cuando ya habían formado una pequeña pila de leña en el centro de la madriguera, se dejó caer sobre sus posaderas y esperó a que fuera Maia, la aparente maestra de la supervivencia, quien encendiera el fuego. Mientras esperaba con la boca en aguas por el hambre, dijo:
-Ya va siendo hora de comer y de charlar un rato, luego te dejaré echarte una cabezada si quieres.
Sonrió sutilmente y esperó.
-Me intrigas querida Maia… eres una criatura algo peculiar -dijo. Durante la caminata Lorelei iba detrás de Maia observándola-. Hacía mucho tiempo que no veía a una mujer tan involucrada con la naturaleza, y menos con unas habilidades como las tuyas.
Durante el resto del camino no dijo nada más. Al llegar a un recodo rocoso Maia sugirió encender un fuego para pasar la noche allí. Lo cierto era que a Lorelei le encantaba la oscuridad, pero llevaba tanto tiempo conviviendo en la ciudad con todos los lujos que podía permitirse la realeza, que el camino se le hacía tedioso. Apoyó su muleta en una roca e indagó entre los arbustos recopilando algo de madera. Después cuando ya habían formado una pequeña pila de leña en el centro de la madriguera, se dejó caer sobre sus posaderas y esperó a que fuera Maia, la aparente maestra de la supervivencia, quien encendiera el fuego. Mientras esperaba con la boca en aguas por el hambre, dijo:
-Ya va siendo hora de comer y de charlar un rato, luego te dejaré echarte una cabezada si quieres.
Sonrió sutilmente y esperó.
Lorelei- Prole de la Sombra
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