[Pasado] Reunión nocturna

Después de que recibiese una carta de manos de uno de sus contactos en uno de los muchos antros de mala muerte de Leytburg, el demonio partió hacia Nugoroch; más concretamente hacia la dirección que Ekrion, el caído que conoció hacía escasas semanas, le había indicado. No sabía exactamente cuál era el motivo de la llamada, ya que el mensaje no decía nada claro, pero la curiosidad le podía... Y para qué mentirnos, le aburría el control que tenía sobre Leytburg, y qué mejor ocasión para expandir su red de contactos que aquella.

Una vez en el Palacio, el pelirrojo, vestido con vaqueros negros, camiseta blanca y un largo abrigo marrón, cruzó el umbral de la puerta que llevaba hasta la sala donde se encontraba únicamente aquel que conocía. Daba por hecho que Ekrion ya sabía que el demonio se encontraba allí, por lo que entró sin más. Cogió uno de los tentempiés de las bandejas, y se lo llevó a la boca para, acto seguido, coger una copa de champán y sentarse en la silla justo a la derecha de la que presidía. Dio un sorbo mientras se recostaba.

-No sé cuántos kilómetros he recorrido desde Leytburg hasta aquí, pero confío en que haya merecido la pena.

Varios días antes:

Estaba lloviendo en los Arrabales de Sairon de una forma que amenazaba con desbordar las sucias alcantarillas e inundar sus calles.

Aunque eso no parecía ser impedimento para el pequeño niño que corría descalzo hasta la entrada de un edificio abandonado de 10 pisos que antes servía de oficinas para varias empresas que quebraron. Se quedó quieto ante la desgastada fachada y caminó lentamente al interior.

El gran vestíbulo estaba cubierto de sombras, pero no estaba vacío. Varios pares de ojos se posaron en él a medida que caminaba lentamente hacia el patio central en el que el nuevo dueño de la edificación creó un dojo improvisado.

La lluvia caía con fuerza sobre el tatami iluminado ligeramente por un par de luces colgadas de las paredes. Y en el centro de aquel chaparrón, de piernas cruzadas, estaba la figura de un hombre meditando.

Los pasos del niño le llamaron la atención lo suficiente como para llevar la mano en una fracción de segundo a una de las espadas colocadas enfrente a él, pero se quedó examinando al visitante - no parecía ser una amenaza.

- S... señor... - dijo el chico temblando - tengo un paquete para usted.

Hanzo, en silencio, se puso de pie y se acercó para coger una pequeña caja de cartón que el chico le tendía con sus temblorosas manos. Luego miró a los tres discípulos encapuchados, armas en mano, esperando la orden para ejecutar al mensajero.

Hanzo levantó la mano apuntando con dos dedos hacía arriba en señal de no ejecutarlo.

- Dadle una manta y algo caliente. Que se quede una hora en el vestíbulo - ordenó estrictamente.

Con la cajita en mano, se puso a cubierto y usando un pequeño cuchillo lo abrió rápidamente. Dentro, envuelto en otro paquete de plástico estaba una fina tablet que incluía un mensaje, pero había algo peculiar en este dispositivo - no parecía incluir los típicos protocolos de seguridad con escáner de retina o de huella dactilar, era un simple mensaje.

Dudoso, encendió la pantalla y procedió a leer. Torció la mueca, inseguro de si aquello era de su agrado.

No era un mensaje cualquiera, era una invitación.


En la actualidad:

Tras un vuelo muy largo y pagado con su propio dinero, algo que también era poco habitual, Hanzo llegó al gélido norte de Nugoroch. Vestido como un civil cualquiera, fue en coche hasta su alojamiento y abrió la maleta que contenía su equipo.

Si fuera un contrato de asesinato cualquiera, habría sido fácil, directo y sin sorpresas. Pero en este caso, algo le inquietaba pero despertaba su curiosidad a la vez. ¿Qué querían de él si no era para sesgar una vida? Pronto lo sabría, y lentamente colocó la dorada máscara de Oni sobre la mitad inferior de su rostro.

Era casi media noche e infiltrarse en el Palacio de Invierno había sido bastante fácil. Sabía que podía simplemente entrar con la invitación en mano, pero deseaba antes comprobar el lugar con sus propios ojos.

La sala en la que le habían convocado era grande y olía a comida caliente y perfumes varios. En el centro, estaba una mesa bastante grande y un... ¿mapa mundi?

Hanzo, quién se había colado por un ventanal permanecía detrás de uno de los pilares adosados a la pared hasta que la curiosidad pudo con él y decidió salir de las sombras al encuentro del nephilim pensativo.

Llevaba un chaleco amarillo de cuero, dos espadas colgadas con sus respectivas fundas de su cintura y varias cuchillas en el cinturón. Una capucha negra cubría su cabeza y una máscara dorada que representaba la boca de un Oni tapaba su mandíbula inferior. Sus ojos rasgados se posaron en Ekrion.

- Me llamaste - dijo sin más. No soy alguien de cenas formales, así que dime, ¿de qué va esto?

Ekrion Gältos observó complacido como iban llegando poco a poco, y de una manera algo más llamativa y misteriosa en algunos casos, todos y cada uno de sus invitados a aquella reunión. Los integrantes eran variopintos, pero enormemente interesantes.

—Señores y señoritas... Como algunos ya sabréis, mi nombre es Ekrion Gältos. Es un placer que hayáis aceptado mi invitación —enunció realizando una teatral reverencia, para luego tomar asiento sobre la silla de anfitrión—Antes de empezar, aclarar que no me andaré con medias tintas.

—Bezélion Umbras, Hanzo Kakuma, Sirian Canioris, Lorelei Belmaco... Todos y cada uno de vosotros son personas con las que me he cruzado en mis viajes o he investigado por mis propios medios. No quiero que esto os alarme, no pretendo nada que pueda afectaros negativamente con la información que he obtenido, sino todo lo contrario. Os he elegido porque os he considerado lo suficientemente interesantes para trabajar con vosotros —explicó el Nephilim, para luego incorporarse de la silla y con un chasquido de dedos hacer que bajara del techo una pantalla de tamaño considerable, en la que automáticamente se mostró un mapamundi.

—Son tiempos de paz, de orden y equilibrio, las cosas están en calma por lo general y los conflictos entre Ángeles y Demonios están a un nivel muy bajo. Seré claro y conciso, mi objetivo es diezmar la población de Ángeles que pueblan Weyard. No por el mero hecho de matar, sino porque son y seguramente serán un obstáculo en mi camino, y si aceptáis mi propuesta, en el nuestro. Como algunos de los presentes yo también quiero poder y riqueza, gobernar este mundo, pero no es eso sólo lo que pretendo, quiero redefinir la historia de este mundo.

La pantalla del mapamundi se modificó mostrando un esquema en el que se veía un planeta rodeado de una telaraña de otros mundos que lo rodean y que tienen otros colores para distinguirlo del central.

—Según mis estudios y los de otros muchos teóricos, este que veis aquí es nuestro mundo, pero como podéis ver a su alrededor hay un telar de mundos paralelos y distintos, un Multiverso. En cada uno de esos mundos el universo evolucionó de una forma distinta, con otros descubrimientos, otros héroes y villanos en la historia, y lo más importante... Otros recursos —El Nephilim paseó la mirada por todos los presentes—Imagino que me veréis como un loco que ha perdido la cabeza. Puede ser, eso depende de la perspectiva de cada uno. Lo importante es que si logramos crear portales a otros mundos, podríamos gozar de recursos ilimitados, la cura de enfermedades que en este mundo no se pueden curar, y el dinero que estas nos darían, tecnología más allá de nuestra imaginación, robar el poder de los Arcángeles y Archidemonios primigenios en aquellos mundos en los que estos no desaparecieron, o lo que es lo mismo... La cura de la propia mortalidad para volvernos completamente indestructibles... Todo aquello que no tenemos en este mundo, sí puede haberlo en otros. Recalco de nuevo, recursos infinitos.

La pantalla volvió a cambiar, mostrando el mapamundi de Weyard, dibujando en colores amarillo y rojo el dominio de Ángeles y Demonios sobre los distintos países del globo.

—Los Ángeles siempre han buscado el orden y el control. Una situación como la que pretendo rompe cualquier orden y control que estos puedan tener sobre el mundo, e intentarán impedírnoslo, pues es algo más grande de lo que ellos podrán gestionar jamás. Hay que diezmar a la población de Ángeles antes de hacerlo, asesinar a sus altos mandos, y hacernos con el control de este mundo, o de la mayor parte de él, antes de poder planteárnoslo. Y he aquí el por qué os necesito, mi objetivo es crear una Organización con la que podamos tomar el control uno a uno de los países de Weyard, por supuesto esta se encontrará en la sombra y actuará de manera independiente a los gobiernos de cada país. Dejaremos los egos de unos y otros a un lado y cooperaremos y defenderemos a nuestros integrantes de amenazas exteriores, ha habido siglos en los que el bando demoníaco y los Nephilim se enfrentaban tanto entre ellos que los Ángeles podían aprovecharse de esas luchas internas para alzarse con la victoria. Ya basta de ir por separado, necesitamos unirnos y convertirnos en algo más.

La pantalla se apagó y este se acercó de nuevo hasta su asiento, colocando las manos sobre la parte superior del respaldar, sin sentarse en este.

—¿Qué me dicen, señores y señoritas... Están dispuestos a formar parte de algo más grande que ustedes mismos? Sé que apunto bastante alto, pero si existe otra forma de apuntar, no la conozco—concluyó el Nephilim, con una amplia sonrisa. No sabía si los presentes tendrían la amplitud de miras que necesitaba, pero sin duda las cartas ya estaban en la mesa.

OFF:

OFF:

A pesar de haber llegado primero y no haber tenido ningún tipo de información adicional, desde el primer momento tuvo la certeza de que no era el único invitado; cosa que fue confirmando conforme iban llegando los demás invitados. El demonio no les prestó mucha más atención que la justa y necesaria para memorizar sus rostros, o lo que dejaban ver de él. Cuando terminó el último sorbo de champán de la copa, encendió un cigarrillo mientras escuchaba el monólogo de Ekrion sobre los diferentes universos. En una primera impresión, y sin pensarlo fríamente, le pareció que aquel chico estaba loco, que le faltaba un tornillo o se había dado un golpe muy fuerte en la cabeza al entrar en el Palacio. Sin embargo, quizás tuviese algo de razón, al fin y al cabo existen millones de teorías científicas y descubrimientos tecnológicos cada año. ¿Por qué no iba a ser cierto eso?

Una vez terminó de hablar el rubio, Bezélion apagó el cigarrillo con las últimas gotas que siempre reposan al final de un vaso acabado, y dejó la colilla en el interior de la copa que minutos antes había dejado sobre la mesa y dejó caer su espalda sobre el respaldo de la silla, aún algo dubitativo sobre todo lo que el Nephilim les había contado. Echó un vistazo ligero a las caras de los demás asistentes, intentando buscar en ellos cualquier mínimo indicio de incredulidad, antes de mirar al anfitrión.

-Vale, digamos que todo eso de los... ¿Muchiversos? O como quieras llamarlos. Digamos que es cierto, y decidimos unirnos a tu plan. ¿Qué garantías tenemos de que salga bien? Y lo más importante... Aparte de esa gloria y ese control total que ofreces... ¿Qué ganamos a cambio, mientras participamos en tu cruzada? Recompensa a corto plazo... Pago por adelantado... Ya sabes a lo que me refiero.

Si aquel ángel caído era un genio o un loco era el menos de las preocupaciones del demonio; pero como mercenario y hombre de negocios -generalmente turbios-, no podía evitar pensar en qué ganaría a corto plazo ya que, si el plan resultaba que no era lo esperado, al menos tendría algo asegurado por sus servicios.

Spoiler:

Ekrion no le contestó, sino que aprovechó la repentina llegada de los otros invitados para hablar a todos. Eso ofendió un poco al shinobi, pues ni sabía aún si estaría dispuesto a participar en aquella reunión de "amigos". Pero decidió seguir la corriente, aunque fuera un poco, pues parecía que el tal Ekrion no tardaría mucho en revelar sus intenciones.

Entonces empezó a contar nombres:

Ekrion Gältos, consejero del Sultán de Mel-Qarath. Hombre poderoso y carismático del que se dice que controla la corrupción de su país desde las sombras y las espaldas de su líder.

Bezélion Umbras, por su acento probablemente de Nimgrand, más específicamente de Leytburg. No le conocía, pero si estaba allí tendría que ser por una razón de peso.

Sirian Canioris, dueña de la famosa marca de cosméticos, SC, y residente de la exclusiva y famosa ciudad flotante - Xeonova. Muchos rumores que circulaban sobre ella indicaba que sabía diseñar algo más que maquillaje.

Lorelei Belmaco... amada del príncipe de Kardas. Una persona con pasado desconocido y sonrisa de plástico. Alguien de quién se dice que el poder le viene mejor que un anillo al dedo.

Y allí estaba él, un asesino exiliado de Taogami. Todos venían de un lado del planeta, y algo le decía que su presencia allí significaba que no había personas mucho más peligrosas que él en su país, un pequeño detalle que le venía bien saber.

Un asesino, un desconocido con pintas de vagabundo, un consejero de un sultán, una experta en cosmética y una mujer con poder y un pasado misterioso. Menudo grupo.


Ekrion se sentó en la mesa para su gran "presentación". Hanzo, intentando parecer relajado, se acercó también y cogió una silla en el punto que más alejado le permitía estar de los demás. Descolgó lentamente las espadas y las colocó sobre sus rodillas y se quitó la capucha, dejando ver su cabello recogido en una corta coleta alta y sus ojos, pero aún manteniendo la media máscara de Oni.

Y escuchó - multiversos, recursos y poderes de otros mundos. Matar a los ángeles para dejarlo al control de las otras razas poderosas. Sonaba ridículo.

Hanzo se abstenía de poner una mueca, pero movía los ojos de la pantalla y a Ekrion a menudo, buscando señales de locura en sus ojos. Y esperó a que terminara de hablar. Bezélion fue el primero en dar su opinión, y su honestidad no le quitaba razón pues no había beneficio asegurado para ellos. Era comprometerse para una causa loca a manos de un desconocido.

Cuando acabó de expresarse, Hanzo empezó a quitar poco a poco su máscara, pues no había razón para llevarla y quería ser lo más claro posible. La dejó encima de la mesa lentamente y miró a Ekrion de nuevo.

- ¿Y qué pasaría, si después de seguir con tu locura de plan, encontramos algo peor de lo que ya existe en este mundo? ¿O si el poder cae en manos del enemigo? Hablas de encontrar el poder antiguo de seres como nosotros, ¿pero si lo que encontramos son más ángeles que terminarán de arrebatarnos lo que queda de mundo para montar su fantasía de luz y colores?

Se levantó ligeramente de la silla, manteniendo el contacto visual.

- Y más importante, ¿cómo sabemos que no nos traicionarás? Por el perfil de los invitados, entiendo que ninguno de nosotros es un simple humano, pero hasta un demonio debe andarse con cuidado antes de confiar en uno de nosotros. El control de Taogami me atrae, pero yo deseo orden para este mundo. Y parece que tu plan invita más bien a una guerra desastrosa.

Tras terminar de hablar, volvió a colgar las espadas y se alejó un poco para dar el turno de palabra a los demás. Se quedaría para ver cómo avanzaba aquella conversación, pues, aunque quería ocultarlo, tener acceso a más recursos para su causa le atraía más que cualquier cosa.

—Por supuesto que sé que parezco un loco con lo que os he contado, y puede que como dice Sirian, haya muchos universos de ese multiverso que no nos ofrezcan algo útil, pero otros que sí, hay posibilidades infinitas, sólo es cuestión de tener el suficiente interés y paciencia de investigar muchas... Y bueno, al fin y al cabo, somos inmortales, tiempo no nos falta —explicó el ángel herético encogiéndose de hombros, para luego pasear su mirada por Bezélion y Hanzo, este último parecía el más reticente a congraciarse con sus planes, pero por supuesto no esperaba que todo fuera fácil.

—Bezélion, lo que yo os ofrezco es una unión, una hermandad, que nos dará el poder conjunto para tener territorios, riquezas, mujeres, poder político... ¿Queréis liderar una ciudad? ¿Un país? Juntos podemos hacerlo —le explicó al pelirrojo señalando en el mapa de la pantalla que tenía tras de él uno a uno los países, y mostrando como estos cambiaban su color de amarillo a rojo cuando pulsaba sobre ellos.

—Hanzo, mi único propósito es el poder, y el diezmar a la raza angelical. Cómo ha sugerido Sirian, puedo ofreceros la información que tengo, y los recursos de los que disponga, para que logremos nuestros objetivos, pero por supuesto no son ilimitados, esto debe ser una labor conjunta tanto de esfuerzo como de recursos —explicó al ninja, tomando asiento de nuevo en la silla. Luego paseó su mirada por Lorelei, la cual parecía ser la más motivada con su propuesta, cosa que agradecía, ya que parecía una mujer tan peligrosa y demencial, como interesante.

—Gracias Lorelei, agradezco tu entusiasmo. Cómo dice ella, ni pretendo traicionaros, ni robaros poder, ni apuñalaros, simplemente quiero cambiar el status quo del mundo actual y descubrir si hay otros universos en los que las cosas no ocurrieron como lo hicieron aquí —aclaró el joven Nephilim, sirviéndose una copa de vino con sumo cuidado, meciendo la copa y oliéndolo unos segundos, para luego dar un pequeño trago.

OFF: Haced caso a lo que dijo Bezélion y no sigáis un orden estricto de turnos en esta reunión, pues en las normas está descrito que no es necesario. Y además tenemos el tema paralizado al parecer a raíz de ello. Por favor, avancemos.