[Pasado] Choque de fuerzas

La técnica de armas que había aprendido de su progenitor no era algo que simples mortales pudiesen dominar fácilmente. Para empezar, el peso del arma superaba por mucho al de las armas convencionales, espadas, escudos, lanzas o incluso mandobles, con lo cual necesitaba de un entrenamiento físico elevado para poder empuñar el arma; en segundo lugar, la técnica no se basaba solamente en golpes contundentes sino que era más bien como una danza de movimiento continuo para aprovechar la fuerza del golpe para lanzar otro, y otro después de ese. Con lo cual se necesitaba flexibilidad y resistencia para resistir la repercusión de golpes que no llegaban a golpear nada o para cambiar la dirección a mitad del golpe. Muchas veces quienes se enfrentaban en ese arte de combate morían sin haber llegado a dominar más que una pequeña parte de la habilidad para pelear con el hacha martillo.

Otra parte importante era forjar el arma. Su padre le enseñó que un buen guerrero es quien es capaz de poner su cuerpo, alma y sangre en su arma de tal manera que debe ser capaz de forjar un arma tras otra hasta que forja la definitiva. Hasta entonces en toda su vida Eladon había forjado más de tres docenas de martillos, los cuales se habían roto, fragmentado de manera irreparable o los había desechado porque no eran adecuados para usarlos. Unos pesaban más que otros, algunos tenían un hacha más grande o más pequeña pero desequilibraba el golpeo. Como le había enseñado su padre, cuando el arma fuese la correcta lo sentiría, y así había sido con todas sus armas anteriores, le servían bien pero no sé amoldaban en sus manos como lo desearía.

Ahora había llegado a ese remoto lugar de entrenamiento para fortalecer su cuerpo aún más, a la vez que perfeccionaba su habilidad con el arma. Llevaba demasiado tiempo cazando rivales débiles y sentía que se estaba oxidando así que ese lugar le venía de perlas. Tenia una mezcla perfecta entre accesorios más o menos modernos y componentes naturales que servirían para ejercicios de pesas y para medir su fuerza en las rocas. Vestido con solo la parte inferior de su haori habitual, dejando la parte superior al desnudo para sentirse más libre y que su piel respirase, examinaba las seis rocas que había colocado en torno a él. La idea era que se moviese de forma continua, aprovechando un golpe para dar otro a la piedra usando solo el martillo, sin detenerse hasta que había encadenado al menos una docena de golpes.

-Hummm no pinta bien.-dijo frotándose la barbilla. Los golpes habían agrietado y fragmentado secciones de las rocas, pero no como a él le gustaría. En esencia, cada golpe debía ser más fuerte que el anterior ya que llevaba la inercia del ataque anterior, pero en las rocas podía ver por la profundidad y por el daño causado que aún había muchas fluctuaciones y errores. Llevaba mucho tiempo entrenando pero aún le quedaba un largo camino, pensó mientras se ponía de rodillas y agradecía a la tierra por los materiales que le había dado para su entrenamiento.  

Para relajarse se sentó en el borde del barranco desde el cual alguien había tendido unas fuerzas hacia abajo, seguramente para entrenar su fuerza al escalar. Todas tenían un grosor distinto y algunas era más delgadas y quebradizas. Una de esas dio varias sacudidas repentinas y al mirar abajo vio que alguien estaba trepando hacia arriba. Decidió esperar para ver quién era el sujeto pues hasta entonces habría jurado que estaba solo y sentía curiosidad.

-Siento la intromisión en tu territorio. Simplemente me encontré este lugar y pensé que podía estar abandonado o carente de uso así que me di el gusto de probarlo.-dijo encogiéndose de hombros ante la figura del sujeto que había llegado hasta allí trepando. Parecía un chico fuerte, una persona entrenada para combatir, sin embargo no notaba ningún tipo de hostilidad o de intenciones de atacarle así que aunque mantenía la guardia como siempre hacia, no se mostró agresivo tampoco.-Me llamo Eladon.

Se incorporó y se estiró un poco, sentarse de esa manera le había dejado la espalda entumecida y empezaba a quedarse frío tras entrenar tanto y detenerse. Si ese chico hubiese tenido si altura sus complexiones habrían sido muy parecidas, aunque no sabía que edad tenía y quizás pudiese crecer aún más. Se dio la vuelta en la dirección que él miraba y se percató de las rocas que había dejado a sus espaldas, fragmentadas y con marcas de golpeo. Estaba tan habituado a ese método de entrenamiento que había olvidado que para alguien más podía significar algo llamativo.

-Es un entrenamiento de fuerza, si. Para adecuarme a mi arma....y también probar la que acabo de forjar.-dijo mientras levantaba el martillo-hacha que había dejado a un lado. Lo sentía raro en sus manos, parecía que no era el definitivo como llevaba un buen rato suponiendo. Sin embargo por el momento tendría que conformarse con el que tenía porque había agotado los materiales con los que fabricar otra arma. Miro al sujeto.

-También entrenas aquí para el combate por lo que veo ¿Eres un solado? ¿O un artista marcial que busca perfeccionar sus conocimientos? Aunque bueno, supongo que eso también lo hacen los soldados ¿Cuál es tu nombre?

Parecía alguien agradable, o al menos no una amenaza inmediata. En los últimos tiempos había pasado por una serie de situaciones un tanto peliagudas y desagradables por su trabajo como mercenario, de manera que había desarrollado una ligera manía con mantenerse en guardia en cualquier momento, lo cual huelga decir que no mejoraba la opinión que tenía la gente de él cuando le veían. Vamos que si no entraba de una manera agradable por los ojos, si actitud de estar alerta todo el tiempo no mejoraba el caso. En fin, parecía que ahora podía relajarse, así que permitió que el chico tantease su arma pues no advertía segundas intenciones en él. No era una persona orgullosa, quizás en otro momento se habría vanagloriado de su trabajo pero como aún no había forjado el arma perfecta para él no se mostró orgulloso; es decir, estaba contento con su habilidad como forjador pero sabia que no era suficiente aún, de manera que no quería parecer arrogante.

-Entonces entrena duro para conseguir tus objetivos. Eso es lo que deberíamos hacer todos.-le dijo permitiendo que tomase el arma. Parecía alguien acostumbrado a soportar un peso así a menudo, no muchos podrían cargar su martillo-hacha con facilidad, sin dejarse vencer por la parte más pesada del hacha. Al menos sabía como sujetarlo adecuadamente, muchos se olvidaban de que era un arma doble y se cortaban con el filo del hacha en la espalda o el cuello porque no se daban cuenta de que era algo más que un martillo.-Así es. Este tipo de armas necesitan pasar pruebas constantes, porque no tienen el mismo desgaste que un arma exclusivamente de filo. Hay que probar que la empuñadura no se quiebre y que soporte la repercusión de los golpes del martillo. Aún no he forjado un arma que resista más de dos años.

El joven parecía alguien deseoso de reconocimiento, algo que no estaba demás entre la juventud, no era malo tener cierto grado de orgullo y arrogancia siempre que eso no afectase en los combates ni pusiese en riesgo su vida. Él mismo había pasado por eso en alguna ocasión y tenía cicatrices que lo demostraban, al final si sobrevivías a una de esas situaciones acabas enfriando la cabeza.-Desde luego, no tengo inconveniente en que me vean junto a un chaval "impresionante".-dijo él con una media sonrisa. Se alegraba de que Noona estuviese corriendo por la zona en busca de grillos, ella no tenía tanta paciencia ni tanto sentido de la educación como él y seguramente a esas alturas ya habría molestado a ese joven lo bastante como para empezar una pelea a gritos por los comentarios que se soltarían el uno al otro; quien sabe, quizás a raíz de eso se volverían buenos amigos. Pero la oferta que le hizo era tentadora, hacía tiempo que no tenía a nadie con quien practicar que no fuese algún objetivo al que debiese matar y eso no era precisamente un entrenamiento, mejorabas en cierto sentido pero desde luego no ayudaba a pulir la técnica del todo.

-Claro, será divertido. Espero no romper todo lo que tienes por aquí montado. Siéntete libre de utilizar cualquier arma que quieras.-dijo mientras avanzaba en la dirección que le indicaba Zhu. Movió un poco el cuello para desperezarse, aunque pareciese raro lo más incomodo de la técnica que empleaba era que tensaba mucho los músculos de la espalda y a veces despertaba con unos pinzamientos en el cuello terribles, no por el dolor sino por la molesta rigidez que le dejaban a la altura de la nuca. Intentó hacer memoria pero no recordaba haber peleado nunca contra alguien que emplease bastones de combate, si con algún que otro usuario de lanzas, pero en nada tenía que ver la técnica del bastón con eso. Cuando era más joven había practicado con ese tipo de instrumentos, pero normalmente siempre tenían un peso en un extremo para que fuese aclimatándose poco a poco a usar un arma que tuviese una gran diferencia de peso y movilidad en una de sus puntas. Se colocó en posición, esperando a que el chico tomase el arma que fuese a usar mientras movía un poco su martillo en una danza breve para calentar.-Cuando quieras joven.

-Me parece correcto. Tendrás que coger el ritmo, pero si eres hábil aprenderás en seguida.

No es que él fuese el mayor experto del mundo, pero tampoco quería herir al muchacho, a fin de cuentas resultaba ser alguien agradable, por lo menos por el momento. La parte más difícil de pelear contra su arma era que dependiendo de la parte del mazo que usase, si era el martillo o el hacha, la velocidad y la potencia del golpe variaban enormemente; en especial si su oponente era alguien especialmente hábil utilizando las manos para girar el arma y cambiar de sección el arma incluso cuando la velocidad de movimiento era muy rápida. Intentaría que fuese una experiencia enriquecedora para ambos y no pasarse porque el problema de entrenar con un arma como la suya era que las velocidades lentas entorpecían el movimiento, pero creía que podía controlarlo, al menos tendrían un calentamiento adecuado antes de pasar a mayores. La postura que el joven adoptaba era buena, al menos desde su experiencia en combate, aunque tampoco era un gran experto en combatientes que utilizaban palos para pelear; esperaba que no saliese como la última vez que enfrentó a uno de esos, su hacha partió el palo por la mitad cuando su oponente creyó que podría bloquear el martillo y le hundió el filo hasta la columna vertebral.

-Empecemos.-dijo mientras tomaba una postura de combate, con las piernas separadas algo más de lo que sería lo normal para alguien de estatura más baja que él. Las manos estaban también bastante separadas y si el chico era listo sabría diferencia el motivo: cuando alguien que emplea un arma de empuñadura muy larga, la posición de las manos indica si el movimiento será rápido o si planea emplear una gran fuerza para un golpe contundente desde el inicio. Si las manos están muy juntas, significaba que planeaba moverlo de la misma manera que un bô, balanceándolo y meciéndolo en círculos para ir ganando potencia poco a poco; pero tal y como las tenía ahora, el golpe seria fuerte, pero también le permitiría tener un mejor control para no provocarle daños innecesarios al joven. De manera que de manera inesperada dio un paso de boxeo, adelantando primero la pierna izquierda seguida de la derecha rápidamente, para golpear a la altura de su estómago con el canto superior del arma, algo que sus oponentes normalmente no esquivaban porque simplemente no esperaban que fuese a realizar un golpe así.