PASADO | El viaje por el sino.

por **Lorelei** Mar Oct 01, 2019 11:16 pm

El oráculo.

En una noche oscura, de viento y lluvia, la luna se teñía de rojo en Montañas Auktas. La luz escarlata del satélite se extendía como un manto sobre la elevada cordillera y se fundía con la negrura de las bastas sombras de la superficie. En la llanura se hallaban unas antiquísimas ruinas; los pedruscos sobresalían del suelo queriendo formar unas inmensas torres torcidas, deterioradas por el tiempo y el viento, y atrapadas por el musgo debido a la humedad y el frío del invierno.

Las leyendas narran que los antiguos dioses se reunían en los vestigios de la meseta para guiar a los mortales. Algunos cuentan que los gigantes y las deidades realizaban allí prácticas sexuales. Otros dicen que en la gran guerra un dios abatido cayó por la ladera y arrasó con lo que a día de hoy no son más que los restos de un templo; son muchas las historias y a penas se asemejan los retazos a la verdad.

Un atisbo de luz golpeó el rostro de una mujer haciendo añicos el paraje rojo que contemplaba en lo más alto de una de las montañas, y cayó de espaldas; el suelo se desgarró con un crujido ensordecedor y se tragó el cuerpo. Ella caía y caía en la más tenebrosas de las oscuridades, intentando aferrarse a cualquier cosa. Después se estrelló de espaldas contra algo denso y pegajoso; trató de levantarse y de pedir ayuda, pero era inevitable, una gelatinosa criatura negra como la noche la sujetaba y la hundía. En un último estertor una luz atravesó el corazón de la oscuridad y lo iluminó todo.
-Lorelei -dijo una voz-. Lorelei, tú guiarás al jinete. Ven. Acepta tu destino.
De la luz surgió una mano tan humana como la de la mujer; la sujetó por la muñeca y la abdució hacia el cielo a una velocidad de vértigo hasta que se despertó, ensopada en sudor y temblándose de miedo.
-¡No, no me dejes aquí! -gritó ella.
Un anciano se le acercó bailando sobre un pie y jugando con su báculo.
-¿La criatura volver a soñar? -dijo dándole un coscorrón con la parte gruesa del bastón; al parecer o no hablaba muy bien el idioma o lo había olvidado. Lorelei lo llamaba Ermitaño Auktas.
La mujer se incorporó desconcertada.
-Maldita sean ellos -maldijo. Conocía al anciano desde hacía más de diez años, y si no fuera por él ya habría enloquecido.
El anciano trazó un arco con el palo y apuntó hacia las ruinas. Ella se levantó y suspiró; sabía lo que significaba aquel gesto.
-Ir tu debes. Ve -fueron sus últimas palabras.

<<La espada debes desenterrar si tu alma querer salvar -recordaba Lorelei. Había insistido durante algunas semanas para que el ermitaño le hiciera caso por primera vez. Ese día se encontró al anciano sobre una gran piedra sentado sobre las piernas orando; Lorelei se sentó de rodillas frente a él y rezó también-. Cuando preparada tu estés, en búsqueda de la cordura y poder ir deberás>>.
<<¿Cuándo estaré preparada?>> -dijo ella.
<<Los dioses dirán>>.

Lorelei se cubrió de las heladas corrientes con la capucha y de espaldas a las ruinas contempló el eclipse que tenía lugar en el horizonte durante a penas unos segundos. Luego, decidida, emprendió su viaje hacia el Monasterio de Vitelio donde pretendía encontrar otro atisbo de luz que la guiara hasta la gema escarlata.

Rol abierto =) info aquí: