Atentado contra los demonios

Spoiler:

Caern era un titán económico, un gigante político y un enano militar. El dinero era, en realidad, la fuente de poder de este país y todo se mueve gracias a la gran bolsa de Tera. La ciudad vive por y para el dinero, las relaciones entre ángeles y demonios se mueven de forma sutil y nadie podría decir a ciencia cierta quien controla el cotarro en esta ciudad. Un paso en falso y das a parar con una secta de adoradores de Lilith, un giro mal realizado y te chocas con un ferviente admirador de Mikhael. De alguna forma, en todo ese caos, hay cierto equilibrio entre fuerzas.

Dragovich había venido desde su Nugoroch natal para cumplir con un par de encargos, sin duda un trabajo que un ángel no quería realizar y, aunque se inclinaba por el orden, su visión de las cosas hacía que no sintiera especial remordimiento por disparar a la cara a un ángel especialmente arrogante.

Su primer trabajo era bastante sencillo, un tal Richard Dreyfuss se creía el jefe de Tera y no era más que un recién llegado a los juegos de poder de la gigantesca capital del mundo. Un ángel, que prefería mantener el anonimato, quería darle una lección a ese demonio impertinente y, de paso, enviar un mensaje a los suyos. ¿Acabaría este absurdo juego algún día? Tampoco le importaba mucho a Vladislav, las cosas funcionaban bien en Tera para los humanos y, mientras tuviera trabajo, no se iba a quejar.

Tuvo que comprar un rifle de francotirador en los suburbios de la ciudad porque, esa clase de equipo, era mejor comprarlo en negro en el país del objetivo porque, si lo llevabas desde casa, podías meterte en un engorro. No valía la pena si la suma, como era el caso, era cuantiosa.

Había estado estudiando el plan de evacuación de la Torre Dreyfuss, en caso de amenaza de un atentado se conducía a los empleados hacia la puerta trasera y se les evacuaba con una serie de camiones blindados. En el caso del dueño y de sus allegados, un helicóptero llevaba a cabo la evacuación en menos de cinco minutos. El plan era bastante sencillo: aviso de bomba por una bolsa vacía en la calle de la entrada, esperar a que Richard fuera escoltado al helipuerto y disparar desde la torre más cercana.

Dispuso todo, hizo una llamada con un modulador de voz que le hacía parecer una joven de veinte años asustada y esperó. Richard Dreyffus no tardó en aparecer, con rostro exasperado, por la puerta del helipuerto mientras era escoltado por los suyos. Sin duda creían que se trataba de una falsa alarma pero los protocolos estaban para cumplirlos...

Richard Dreyfuss:

En el instante en el que el escolta de Richard se apartó para abrir la puerta del helicóptero, Vladislav disparó y la bala impactó en el corazón del joven demonio. Era un rango bajo que, sin duda, había tenido mucha suerte hasta el momento, pero la suerte no lo es todo en la vida. Hacía falta mucho poder para poder esquivar una bala y el calibre del arma evitaría sorpresas con cualquier chaleco antibalas que pudiera llevar como seguridad.

Ahora... Si nadie lo había visto, tocaba el trabajo más complicado: provocar un atentado contra una reunión de demonios de Tera.

Un joven de pelo rubio y endiablado estaba en lo alto de una torre. Sobre el alféizar del muro de la azotea contemplaba el vacío; parecía un soldado de renombre, con los pies juntos, la barbilla alta y el cuerpo recto como un estandarte. A pesar de tener cuatro pelos en la barba, literalmente contados, mantenía las sienes arrugadas aparentando seriedad y madurez para su edad. No, no era un superhéroe protegiendo a la ciudad, era un crío de sueños nobles y espirituales en un mundo por descubrir y no sabía por donde empezar.

Un ruido demasiado cerca de él fue lo que necesitó para agasaparse bajándose del muro silencioso como una sombra, y ocultarse detrás de una columna; sí algo se le daba bien era no llamar la atención cuando quería. Una sombra surgió para posicionarse en la azotea con un arma de fuego de largo alcance. El muchacho le observó callado, pero como a penas estaba asomado y quería ver mejor lo que la sombra estaba haciendo, trepó la columna de ventilación y se agarró como una gárgola a la piedra.

¡BANG! El arma de fuego arrojó su proyectil sobre alguien de otro edificio.

-¡Maldición! -. Se lamentó el jovencito porque al son de la bala se resbaló de la columna y cayó a varios metros del francotirador. Ahora tenía dos opciones: Descender por la torre haciendo parkour y huir, o hacerse el tonto.


-Lo... ¡Lo juro! -. Dijo llevándose las manos al pelo -No sé a quién has matado pero no voy a decir nada ¿Ok? -.

Hola:

Vladislav escuchó algo a sus espaldas, se giró y, para su sorpresa, vio a un muchacho de pelo rubicundo que parecía haberse caído de un lugar aledaño del que se encontraba Vladislav frunció el ceño por irritación y no ocultó, en ningún momento, su malestar. De hecho, no dudo ni un segundo en apuntarle con su fusil pero, ciertamente, apretar el gatillo habría sido una chapuza.

Aquel trabajo había pasado de ser una obra de arte a ser un auténtico trabajo de novatos, imperdonable. ¿Cómo había podido obviar la presencia de aquel muchacho? Tampoco tenía mucho tiempo, tenía su hambre controlada pero sólo le gustaba devorar a la basura de la sociedad humana: le hacía un favor al mundo.

¿Era aquel muchacho una basura? Lo dudaba. Bien podría ser un ángel o un demonio, pero tampoco tenía tiempo para averiguarlo. De fondo, ya empezaba a escucharse el sonido de las sirenas de los agentes policía y el ruido del ajetreo generado por los agentes de los demonios que, sin duda, harían cobrar caro la muerte de su líder.

La violencia no era habitual en Tera, pero sus protocolos de actuación eran profesionales y eficientes. Dragovich no tenía mucho tiempo para pararse a hablar con aquel muchacho y, si de verdad era inocente, pagaría por su crimen.

- Era un auténtico parásito de Weyard, un ladrón de guante blanco que había arruinado a cientos de familias inocentes- dicho esto hizo una pausa y bajó su rifle- Si no quieres que te carguen al muerto, ven conmigo a un lugar seguro o... Suerte...

Dicho esto, le quitó el cargador a su arma y dejó el rifle en el suelo. Era demasiado voluminoso para llevarlo en la huída y, si hacía falta, tenía otras armas; pero tampoco se fiaba de nadie así que, mientras caminaba hacia la salida, tiró el cargador por un conducto de ventilación y se ajustó sus guantes de trabajo. Antes de salir por la puerta del servicio de aquel rascacielos, rumbo directo a un acceso del antiguo alcantarillado de la ciudad- que hoy en día no tenía uso- miró al muchacho para ver si le acompañaba o si, por el contrario, decidía buscarse la vida por su cuenta.

Era un cabo suelto, posiblemente era un error dejarlo escapar por su cuenta, pero lo poco que le quedaba de humanidad a Vladislav le impedía acabar con un inocente.

El asesino apuntó con el cañón del arma al muchacho, con descarada molestia y profesionalidad.

-Vaya cagada... -. Pensó el chico de ojos claros y de dorado cabello -Soy rápido y silencioso como un gato, pero ni siquiera una sombra sería tan rápida como para esquivar una bala a esta distancia... ¡Pardies! Eh, espera... ¿Acaba de ofrecerme que vaya con él?

A lo lejos podía oír las sirenas de las ambulancias y la policía; las opciones que tenía el muchacho para elegir eran bastantes escasas y estúpidas, aunque a tomar decisiones necias no le había ganado nadie hasta la fecha.

-E... ¡Espera, voy contigo! -. Le dijo al asesino mientras se giraba sobre los talones para dirigirse hacia él a toda prisa.

Mientras tanto en el otro edificio...

-El señor Dreyffus ha caído. Repito, ha caído -. Decía el guardaespaldas por el pinganillo mientras comprobaba el cadáver.

-No te preocupes agente Karl -. Balbuceó otro escolta, más musculoso y alto, entonando emoción -Por la trayectoria de la bala, la zona de impacto y el uso de la lógica, el disparo ha venido de esa gran torre de allí -. Al agente le brillaba la calva de la misma manera que los colmillos. Se trataba de un demonio de nivel ¿? Con los atributos ¿?... Y estaba dispuesto a darle caza al francotirador.

NPC:

A Zaraki no le interesaban los juegos del poder entre ángeles y demonios ni la influencia que tuviesen en la sociedad, los mundos en los que se moviesen o la asquerosa maldad que tanto unos como otros destilaban a cada acción que empleaban para eliminarse entre ellos. Recordaba que su padre le había explicado que en el pasado todo se llevaba a cabo en combates justos en el campo de batalla en el que se median como iguales y en el que los vencedores eran o los más hábiles o los más suertudos, pero a fin de cuentas el combate era igualado y equitativo. Ahora, en los tiempos que corrían se enviaban a terceros para hacer el trabajo sucio, asesinos mugrientos y envenenadores profesionales para quitar de en medio a alguien por motivos poco honrosos, quizás algunos de ellos por haberse mirado mal al cruzarse por la calle; podía sonar irreverente pero conocía casos parecidos. Aunque él aceptaba labores como guardaespaldas o sicario, sus métodos eran respetuosos hacía sus oponentes, jamás mataba a nadie por la espalda, no mataba mujeres que no pudiesen defenderse por ellas mismas, niños o débiles a menos que demostrasen ser un verdadero peligro. Su código hasta el momento le había granjeado una buena lista de enemigos menos honorables que él, pero eso le proporcionaba un sin fin de combates con los que poner a prueba su técnica, no le importaba que raza tuviesen o de que color fuesen sus alas, si merecía la pena, él los mataría.

En esa ocasión estaba en la ciudad porque le habían pasado el contacto de un joven demonio que estaba buscando guardaespaldas debido a las labores que realizaba que debían tener cierto peligro. Por lo que había escuchado y por la falta de detalles que le habían proporcionado, no estaba seguro de que fuese alguien para quien mereciese la pena trabajar. No tenía problema en luchar por alguien más débil que él pues era lo más habitual en un guardaespaldas, pero despreciaba tener que hacerlo para mafiosos y traficantes, de hecho en su mayoría rechazaba esos trabajos aunque sus empleadores no se lo tomaban demasiado bien. En fin, el trabajo era el trabajo y además tenía la boca imparable de Noona que se moría por la comida de mejor calidad y que no dejaba de pedir, dios sabría donde metía esa pequeña todo ese alimento porque desde luego crecía muy lento y no engordaba lo más mínimo.

El disparo que retumbó como un trueno se pudo escuchar a mucha distancia, en especial par a Eladon que estaba cerca en la entrada del edificio desde el cual se originó el disparo y que hizo que por instinto diese un pequeño salto hacía atrás. No creía que uno de sus enemigos fuese a dispararle a plena luz del día pero nunca se era demasiado precavido en ese aspecto, menos aún llevando a Noona colgada de su espalda como un bebe koala de una manera que jamás entendería, pues a pesar de sus pequeños brazos no se cansaba de colgar así. Levantó la vista al cielo aunque no esperaba ver nada, pero le habían disparado suficientes veces como para saber a que distancia estaba del tirador por el sonido y debía estar cerca, en alguno de los pisos superiores de ese edificio. Sonrió de medio lado, estaba seguro de que alguien en ese edifico había tratado de matar a alguien importante o quizás lo había conseguido, no importaba, la cosa era que si era realmente ese hecho, darían una recompensa por la cabeza del francotirador. Era mejor que tener que ir a buscar al idiota cuyo contacto le habían pasado de eso estaba seguro.

-¿Qué hacemos El-El?-le dijo la niña que había trepado hasta su oído como un mono y se agarraba a su pelo y al martillo prendido a su espalda. Si fuese alguien menos fuerte, con ese peso no podría moverse bien. Le seguía molestando que la niña se negase a llamarle por su nombre y que se hubiese inventado ese apodo, pero no era el momento de reprenderla. Tomó su martillo como quien desenfunda un arma y rodeó el edifico vigilando a quienes salían y al mismo tiempo mirando las ventanas por si alguien trataba de descolgarse.

-¿Quieres comer, no? Pues entonces mantén los ojos abiertos a cualquiera que parezca raro.-le ordenó mirando de un lado a otro.

-Jajajaja ese chico tiene un cabello divertido.-se rió la niña apuntando con el dedo a un joven de aspecto desgarbado que corría detrás de un tipo con traje saliendo por la entrada de servicio a todo correr. Claro que más gente salia corriendo por esa puerta, pero eran los únicos hasta el momento que no corrían en dirección a las sirenas de las autoridades que se escuchaban por la calle. Se encogió de hombros, era una prueba tan buena como cualquier otra en ese momento, de lo contrario solo necesitaría disculparse así que apretó el paso siguiendo a esos tipos.

Spoiler:

Tanto el tipo enchaquetado como el joven de muchacho de cabellos dorados empezaron a descender por la escalera de servicio del enorme edificio. Para un humano normal, aquel descenso habría resultado agotador pero para unos inmortales era un buen ejercicio. No es que tuvieran un físico que superara los límites de la imaginación de un mortal, pero tenían la capacidad de superar con más entereza dificultades dentro de los límites de una persona normal.

Cuando llegaron a la parte inferior del edificio, en un sótano, Vladislav movió unas cajas y entonces se vió un acceso a una antigua red de túneles y a un alcantarillado abandonado. Desarrollando su plan, había estudiado los planos del subsuelo de la ciudad y había habilitado una salida.

Disponiéndose a salir, Vladislav escuchó algo. El ruido venía de la parte superior de la escalera, por lo que dedujo que ya los habían encontrado y no pudo evitar mostrar una mueca de desagrado en su rostro- este trabajo está siendo una auténtica chapuza- pensó para sí- y a este ritmo tendré que abandonar la idea de hacer el segundo encargo.

Introduciéndose por la abertura, le hizo un gesto al muchacho para que lo siguiera, la luz era muy tenue porque, literalmente, aquello era un túnel abandonado y Vladislav no contaba con que fuera a tener compañía. Sacó unas gafas de alta tecnología de visión nocturna y, agazapado tras una esquina, esperó teniendo ángulo de disparo hacia el acceso ¿Había visibilidad? Por el momento si, gracias a la luz que entraba del edificio ¿Más adelante? Difícil. Dragovich quería esperar aquí para intentar sorprender a su perseguidor. Si las cosas se ponían feas, seguiría la ruta que había grabado en su mente a través de los laberínticos túneles del subsuelo de Tera.

-Si sabes luchar, prepárate- susurró el ángel caído al joven mientras preparaba su pistola- Puede que tengamos problemas.

Quizás no era necesario pelear, dependía del joven el quedarse o el intentar huir a través de los túneles...¿Era una buena idea? Lo ideal sería que encendiera su móvil para tener algo de luz si al final se decidía adentrarse en esa zona abandonada. Si se quedaba, quizás podría defenderse con la tenue luz que aún había de fondo y, quién sabe, lo mismo hasta lograba dar alguna sorpresa.

Sea como fuere, la decisión era suya.

Sorteando con pericia y agilidad las barandillas de las escaleras de emergencia, estaba el pelirrubio persiguiendo al asesino sin nombre aún -Para ser mayor eres rápido, verdugo -. Se decía así mismo sonriente, observándole cada vez que podía.

Al cabo de un rato llegaron a un sótano sin salida, o eso creía el jovencito hasta que el francotirador empujó unas cajas descubriendo la boca de un túnel. Para llegar al subsuelo tuvieron que pasar por el portal, cuyas inmensas cristaleras podrían haberlos delatado por algún fisgón. El chico con asombro miró hacia la oscuridad y no pudo reprimir las ganas de tocar los abalorios que le colgaban del cuello; había sentido un escalofrío al ver la penumbra y la estrechura del pasillo, devolviéndolo a su niñez por un instante.

-Si sabes luchar, prepárate -. Susurró el ángel caído al joven mientras preparaba su pistola -Puede que tengamos problemas -.

El pelirrubio se sacó del bolsillo derecho de su chándal negro un móvil de la era de la reconquista que había comprado por unas pocas monedas; la pantalla se veía en tonos verdosos y era del mismo tamaño que la de una pulsera inteligente hoy en día, el resto del celular era un armazón plástico repleto de botones. Pulsó un botón y prendió la linterna. Luego miró a su acompañante, un hombre de tecnologías y de armas punteras, después volvió la mirada a su ridículo móvil, y así varias veces más antes de decir ni una palabra.

-¿Pagan mucho por asesinar a la chusma? -. Preguntó con burla. -No es que sea cómodo luchar con ésta cabina en la mano -. Decía zarandeando el móvil -Estoy preparado para lo que esté por venir, pero aún no para morir aquí… -.

Las palabras del chaval dejaron claro cual era su decisión; quería avanzar. No confiaba en la clase de criaturas que vivían en Tera, y morir teniendo una promesa que cumplir, no era su mayor ambición a corto plazo. Así que se giró hacia el sótano por si venía alguien esperando a la decisión definitiva del pistolero: huir o luchar, aunque nada les confirmaba que más allá el peligro cesara…

OFFROL: Hey, chicos, por petición de Vladislav haré de Narrador controlando a un pistolero que os sigue.

Spoiler:

Mientras los dos intentaban escapar, detrás de ellos iba con paso lento un persona sombría, de unos dos metros de altura y ataviado con un sombrero muy al viejo oeste y una gabardina.

Mitad de su rostro tenía una deformidad horrible y la mejilla desgarrada. Era un demonio, y en ocasiones llamas infernales recorrían la mitad monstruosa de su cara, haciéndole parecer mucho más peligroso.

- Sal, sal de dondequiera que estés... - dijo cantando con una voz profunda y ronca.

Sus pesados pasos se acercaron al sótano, donde se asomó para mirar adentro. Claramente sus víctimas se encontraban allí, pero no quería arriesgar. Levantó una granada de mano y le quitó la anilla.

Al poco, dentro del sótano se escuchó el fuerte golpe de metal contra asfalto, y a los pocos segundos un estruendoso trueno reventaría todo lo que hubiese dentro.

-Ugh.-gruño al darse cuenta de que estaba por internarse en un túnel oscuro. No es que le tuviese miedo a la oscuridad pero cualquier persona sensata no se mete en la oscuridad para pelear con un arma como la de él o cualquiera que no fuese de fuego. Era evidente que a quienes perseguía ya conocían de antemano su ruta de escape así que no dudaba que tendrían medios para defenderse en la oscuridad, mientras que él solo contaba con su buen oído, pero eso no era suficiente. Normalmente en esas situaciones emplearía su martillo para pelear a una gran distancia, lo cual le daba cierta ventaja en la penumbra pero podía darse el caso de que el pasadizo fuese bastante estrecho como para usar su arma, o que su rival al que había escuchado usar un arma de fuego de largo alcance tuviese más de ese tipo. En fin, habría que arriesgarse si quería comer, pero desde luego no podía llevarse a la chiquilla abajo. Podía luchar con ella a la espalda como ya había hecho muchas veces, pero no en la oscuridad en la que no podía adivinar la dirección de los ataques lo cual la pondría en peligro sin lugar a dudas.

-Noona, te quedas aquí.-le dijo mientras la sujetaba de su abrigo y la bajaba al suelo. Quizás fuese un poco brusco pero si no actuaba antes de hablar con ella se revolvería como una culebra y no le haría el más mínimo caso. Como si lo hubiese visto en una profecía, la niña empezó a patalear y a maldecir de maneras muy soeces, algunas de ellas dudaba que las hubiese aprendido de él.

-¡Nooooo! ¡Quiero ir, quiero ir, quiero ir!-gritaba con toda la fuerza de sus pulmones, ante lo cual él le metió un capón no demasiado fuerte en la cabeza.

-Estate quieta y cuando vuelva te compraré un dulce.-le prometió. Eso siempre funcionaba y la dejaba tranquila. La chica hizo un pequeño berrinche y se sentó con los brazos cruzados en el suelo, mientras que él, suspirando con cansancio, se lanzó al túnel.

La oscuridad era considerable, no tenía capacidad de ver nada más que a unos palmos de su propia nariz, y desde luego el aroma no era mucho mejor. Utilizaba el martillo a modo de bastón de ciego para moverse en la oscuridad pero era incómodo y tropezaba cada cinco pasos. Empezaba a lamentar haberse encaminado hacía esa misión particular, cuando escuchó una voz que canturreaba algo desde donde él había entrado, pero no parecía la chiquilla. Poco podría pensar después ya que algo que cayó desde la entrada provocó una tremenda explosión que lo expulsó hacía atrás, quemándole los antebrazos con los que se protegió el rostro. Por suerte estaba a cierta distancia, si se hubiese quedado a examinar la zona desde el lugar por el que había entrado ahora estaría muerto. Sentía como si le martilleasen la cabeza y los oídos le pitaban, pero no tenía sangre en las orejas así que seguramente sus tímpanos estarían bien.

-Maldita sea.....es la última vez que me meto en algo así.-maldijo sujetando su martillo para ponerse en pie. La situación se complicaba cada vez más.

La llegada de aquel demonio de aspecto de cowboy dejó totalmente pasmado a Vladislav, pues aquello cambiaba radicalmente sus planes... ¿Desde cuando no había pistoleros del oeste en Caern? Tranquilamente, desde hacía siglos, porque Tera había crecido tanto que había acabado con todos los pastos del país. Aquel demonio, sólo por antigüedad, debía ser auténticamente peligroso.

El sonido metálico de la anilla de una granada y de su rebote al caer fue, para Dragovich, el momento de inflexión porque, sin dudarlo, se lanzó por los aires para cubrir a Adam extendiendo sus alas. De esa forma, lo protegió de la explosión de aquella granada infernal aunque, sus alas, no corrieron la misma suerte: suerte que estábamos cubiertos tras el muro- pensó para sí Vladislav.

-Muchacho, no hay tiempo- dijo mientras se incorporaba- sigue ese pasillo oscuro hasta la tercera salida a la derecha, allí encontraras una escalera que te llevará a la superficie. Suerte.

Dragovich no esperó a la respuesta de Adam, aquello era una situación seria y al límite: fácilmente podrían morir. Vladislav no estaba dispuesto a cargar con la muerte de aquel joven, tenía que frenar a ese diabólico ser aunque, seguramente, ello supondría su final. Desenfundando su pistola, giró sobre si mismo y salió, por un instante, del aquella esquina y, sin pensarlo, disparó dos veces contra el pistolero. Tras esto, rápidamente, volvió a cubrirse.

Por supuesto, Vladislav todavía no era consciente de que, a unos metros de allí, se encontraba Zaraki, pues el pistolero había acaparado toda su atención. Aún no había llegado su zona de acción, pero estaba tan cerca que había sufrido los daños de aquel ataque con la granada.

El móvil que zarandeaba el joven muchacho salió disparado contra la pared haciéndose añicos, justo cuando se dio la explosión y el ángel le protegía con sus desplumadas alas. A Adam le sorprendió muchísimo el echo de que el francotirador fuera como él... un Nephilim.
<<Maldición, maldición… -murmulló para sí gateando a ciegas hasta el teléfono-. Odio los sitios oscuros y estrechos>>
Encontró el aparato despedazado y lo analizó; le puso la batería y comprobó que la pantalla aún encendiese.
-¡JÁ! -levantó el móvil en alto y sonrió-. Arcaico uno, modernidad cero.

Vladislav había disparado hasta dos veces tras desenfundar una pistola. A medida que la oscuridad se imponía por la humareda de la explosión, era más difícil saber donde se encontraban ellos y el enemigo. A Adam le llegaba el olor del humo y de la pólvora; no estaba muy familiarizado con las armas de fuego, pero le encantaba el sonido y la peste que producían al disparar.

-¡No mueras aquí, te esperaré fuera! -Le gritó al Nephilim mientras prendía de nuevo la linterna-. Podré ayudarte si te ves apurado, créeme, si nos vemos en un espacio más abierto. -Adam era joven, sí, pero su niñez fue dura, lo que le transfirió las habilidades suficientes para combatir siendo extremadamente ágil y curioso como un felino, aunque las circunstancias le habían producido también fobia a los espacios cerrados y oscuros, y a odiar el hedor a cloacas.

<<Espero que no me lo tenga muy en cuenta>> -Adam echó a correr como alma lleva el diablo abandonando a la persona que le había salvado de la explosión a su suerte.

Si el demonio que les perseguía estaba rodeado por el Nephilim y el otro extraño, quizás sí que tuvieran alguna oportunidad, claro que ninguno lo sabía aún...

El pistolero escuchó con gusto cómo la estruendosa explosión agrietaba roca, acero... y plumaje. Entornó una mueca de disgusto cuando vio que su presa era un ángel caído.

Ahora que sabía dónde estaban, esperaba el contraataque - y el caído salió de su madriguera apuntando hacia él. Se giró sobre sí mismo, cubriéndose con la esquina de la entrada y empuñó sus dos enormes revólveres de calibre 45 en cada mano.

Entró apuntando al frente, caminando despacio, buscando la esquina en la que había visto a Vladislav y rodeando la zona hasta tenerlo en el punto de mira para descargar dos potentes disparos sobre él.

- Vamos, vamos, pajarito... no debiste jugar con fuego - dijo su voz sobrenaturalmente ronca.

Si Zaraki hubiese sabido que el pistolero era el que había provocado la explosión que podría haberle dañado gravemente le habría dado absolutamente igual perseguir a los causantes del disparo inicial por su recompensa, porque cualquier persona que le atacase era un enemigo pero no sabía que había causado el estallido ni si había sido accidental (aunque lo dudaba mucho). En cuanto se recuperó y los oídos dejaron de pitarle, vio que se había metido en un fuego cruzado entre la presa a la que perseguía y alguien que estaba en ese momento acercándose por detrás de él. A juzgar por la apariencia de quien se acercaba era obviamente un cazarrecompensas como él así que no le quedaba duda que la explosión había sido cosa suya para inhabilitar a quien perseguía. No podía culparle de ello porque a fin de cuentas él se había colado como quien dice entre el objetivo o él, pero no iba a dejar que se llevasen a su presa y tampoco iba a dejar que el daño que le había causado fuese en vano.

-Parece fuerte.-sonrió él mientras sostenía su martillo para levantarse. Le gustaban los oponentes fuertes, además del dinero que daban por sus cabezas y casualmente allí tenía dos que podía aprovechar. No había peleado con gente que emplease armas de fuego en mucho tiempo y le vendría bastante bien quitar el óxido de sus alas para variar en un desafío como ese. Su martillo-hacha contra dos peleadores con armas de fuego y lo que parecía ser un sujeto rubio corriendo como alma que lleva el diablo fuera del lugar. Parecía joven y no sabía que grado de implicación tendría en lo que estaba pasando pero quizás fuese él quien había disparado y el otro era alguna clase de guardaespaldas. La cosa se ponía cada vez mejor.

-No esta bien huir de una pelea como esta, muchacho.-dijo mientras se acercaba a uno de los escombros que habían saltado de las paredes con la explosión. Como ese vaquero parecía más interesado en atacar al otro tipo, por el momento podía permitirse alejar su atención de ellos. Blandió el martillo como si fuese un bate de béisbol y, balanceándolo como un profesional, golpeó los escombros para lanzarlos contra el chico rubio. En principio no tenía intención de incapacitarlo permanentemente, simplemente quería detenerlo para evitar que huyese hasta que tuviese claro a quien tenía que detener. Una vez hecho eso, miró en dirección al vaquero y lo apuntó con el filo del hacha.-¿Has sido tú quien ha lanzado ese explosivo antes, verdad?

Spoiler:

El trabajo de aquel día se antojaba, al principio, rutinario y sencillo pero, en aquel momento, Vladislav sabía que podría perder su vida debido a que el poder de aquel pistolero del salvaje oeste era, con mucho, muy superior al suyo. Su mejor alternativa era, sin duda, darle tiempo al muchacho de pelo rubio para, con un poco de suerte, escapar.

-¡Corre!- fue lo último y único que le gritó a Adam, porque aquella situación era límite y no estaban para los largos y complejos diálogos de una serie de mala de Netflix.

Dicho esto, y viendo que el muchacho escapaba a sus espaldas, escuchó los pasos del pistolero infernal y, viendo venir su acción, se escabulló por detrás al tiempo en que, flexionando sus rodillas, rodó por los suelos para esquivar los dos disparos de los revólveres. Por supuesto, mientras se giraba, rodaba y evitaba los dos disparos... No vio al cuarto participante de aquella pelea en los túneles abandonados.

Sin decir nada más, aprovechó que su oponente caminaba como todo un cowboy- sin cubrirse y a paso sosegado- para disparar una vez con su pistola aunque, en esta ocasión, aprovechó sus gafas de visión nocturna para apuntar al entrecejo del asesino del salvaje oeste.

Dudaba que fuera suficiente pero, ciertamente, sólo ganaba tiempo... Cuando volviera hacia él, rodar y escabullirse de nuevo no le parecía nada descabello aunque, eso si, lamentaba haber estropeado su último y recién estrenado traje.

OFF:

A Adam se le pusieron los pelos como escarpias cuando el presentimiento de un objeto proyectado contra él se hizo real y casi lo derriba, estrellándose contra la pared en mil pedazos las piedras que le habían lanzado. El muchacho era muy ágil y habilidoso para la esquiva, pero la situación se le presentaba terrorífica por su pasado y parecía no estar muy concentrado; desde luego, que le interrumpieran la huida lo había cogido por sorpresa.
El pelirrubio se frenó en seco.
<<No puede ser -se dijo. El enemigo está concentrado en el Nephilim>>.
Se giró sobre sus talones y miró al francotirador envuelto en una reyerta de balas y piruetas, indeciso, y después observó detenidamente más allá, en la oscuridad: ¡Ahí está! -y entonces lo vio; vio a un cuarto jugador, a un nuevo enemigo.
-¡Son dos! -le gritó al Nephilim mientras se escondía agazapándose detrás de los escombros. Después aprovechó a ceñirse las correas de los guanteletes preparándose para lo peor. Aún podía huir, pero no lo haría sin el sicario de su aliado.