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[PASADO] El arco y el ángel
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[PASADO] El arco y el ángel
Si no fuera por Zhu, aparte de otras muchas cosas, Anastasia nunca habría sido capaz de viajar a una región tan espléndida como el Imperio Taogami. Hasta entonces, Anastasia solo había podido vagar por Tera y sus alrededores, pero con la ayuda con Zhu había conocido más sitios y a más gente, cosa que hizo que dejara de sentirse como un ratón enjaulado en una enorme ciudad ajetreada. Taogami era una región diferente, con una cultura, arquitectura y vestimentas muy distintas a las que había visto en Tera. Todas las personas lucían ropajes extraños para Anastasia como los que solía usar Zhu y eso le fascinaba, esperaba que todas aquellas personas que se cruzaban en las ciudades también fueran tan buenas como él. De hecho, Zhu le había comentado en varias ocasiones que el Imperio era una zona segura controlada por ángeles por lo que iban a tener muchos menos problemas en el archipiélago.
- Este sitio no deja de maravillarme - le confesó Anastasia probablemente por centésima vez mirando a su alrededor. Se encontraban frente a un tradicional edificio en el que se podían escuchar ruidos de martillazos y otros sonidos que hacían entender que en su interior había mucha gente trabajando. - ¿Venimos a por algo en concreto? - el celestial le había comentado que tenían que ir a un sitio especial, pensaba que quería enseñarle el monte y los templos del Imperio pero no esperaba que tuvieran que hacer recados.
- Este sitio no deja de maravillarme - le confesó Anastasia probablemente por centésima vez mirando a su alrededor. Se encontraban frente a un tradicional edificio en el que se podían escuchar ruidos de martillazos y otros sonidos que hacían entender que en su interior había mucha gente trabajando. - ¿Venimos a por algo en concreto? - el celestial le había comentado que tenían que ir a un sitio especial, pensaba que quería enseñarle el monte y los templos del Imperio pero no esperaba que tuvieran que hacer recados.
Anastasia- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
Había traído a Anastasia a Taogami, o casi se podría decir que la había arrastrado con él. Tras ayudarla con las alas, había tomado como misión personal asegurarse de que viviera su segunda vida bien vivida, y ello comenzaba, sí o sí, por pasar por la región con mayor influencia angelical del mundo conocido. Además, esto no lo había contado, se había pasado en días del permiso que le habían dado los monjes, así que la vuelta iba a haberse producido, pero así, al menos, podía hacerlo más motivado.
- ¡Pues no has visto nada! Por fuera todo es muy de postales y cuadros, pero los sitios interesantes están ocultos, pero el turismo es algo para otro momento. ¡Vente!
Con energía, comenzó a caminar hacia la entrada del recinto donde resonaban los metales, sin embargo, pasó de largo y siguió el perímetro del edificio, haciéndole una seña a Anastasia antes de doblar la esquina para que le siguiera. Cuando estuvieron ya alejados de la entrada principal, se acercó a ella mientras seguían bordeando el lugar.
- Vale, a ver como lo digo, pero… En general, la gente por aquí no siempre es muy entusiasta de verme, sobre todo gente como guardias o maestros artesanos… – una sonrisa, algo avergonzada, pero con un toque travieso, se dibujó en la cara del muchacho mientras se rascaba la nuca en gesto de disculpa – Más que nada por si te hacen comentarios al respecto… ¡Pero no te equivoques! También hay gente a la que le caigo bien, y voy a presentarte a uno… ¡Aquí es!
Se encontraban en uno de los accesos secundarios, de los que se usan para tareas cotidianas que no suelen mostrarse en la entrada principal, y donde había algunos edificios anexos, con la arquitectura habitual del imperio, aunque de menor tamaño y más humildes. Precisamente, de uno de ellos, acababa de salir, en dirección a Zhu y Ann un muchacho de marcados rasgos orientales, cabello negro, lacio y corto recogido con una bandana en la frente. Más bajo que Ann, por poco, pero con una complexión más ancha y fuerte que Zhu.
- ¡Zázhǒng! ¡No vienes nunca y, ahora, me vienes con favores!
- ¡Vamos, Gōng! No me seas, que traigo compañía.
Tras envolverse en un abrazo y levantar al más bajo del suelo, el ángel señaló hacia Ann, llamando la atención del herrero. Refunfuñando entre dientes, pero de buen humor, Gōng se estiró el delantal de herrero mientras se limpiaba las manos, se pasó la mano por el pelo medio peinándose para luego tendérsela a la muchacha.
- Hǎo, hǎo, hǎo. ¿Cómo una dama que haría palidecer a Shamshiel anda con el zoquete este?
Riéndose como si nada, desde detrás de Gong, Zhu hizo un gesto de encogimiento de hombros y un gesto con la mano como para que le siguiera el juego.
- Este es mi colega Gōng, uno de los mejores artesanos de armas que puedes encontrarte.
El herrero pareció inflarse y casi flotar, mientras que, con un movimiento de labios que casi resultaba audible, Zhu vocalizaba “NO DI-GAS HE-RRE-RO”.
- ¡Pues no has visto nada! Por fuera todo es muy de postales y cuadros, pero los sitios interesantes están ocultos, pero el turismo es algo para otro momento. ¡Vente!
Con energía, comenzó a caminar hacia la entrada del recinto donde resonaban los metales, sin embargo, pasó de largo y siguió el perímetro del edificio, haciéndole una seña a Anastasia antes de doblar la esquina para que le siguiera. Cuando estuvieron ya alejados de la entrada principal, se acercó a ella mientras seguían bordeando el lugar.
- Vale, a ver como lo digo, pero… En general, la gente por aquí no siempre es muy entusiasta de verme, sobre todo gente como guardias o maestros artesanos… – una sonrisa, algo avergonzada, pero con un toque travieso, se dibujó en la cara del muchacho mientras se rascaba la nuca en gesto de disculpa – Más que nada por si te hacen comentarios al respecto… ¡Pero no te equivoques! También hay gente a la que le caigo bien, y voy a presentarte a uno… ¡Aquí es!
Se encontraban en uno de los accesos secundarios, de los que se usan para tareas cotidianas que no suelen mostrarse en la entrada principal, y donde había algunos edificios anexos, con la arquitectura habitual del imperio, aunque de menor tamaño y más humildes. Precisamente, de uno de ellos, acababa de salir, en dirección a Zhu y Ann un muchacho de marcados rasgos orientales, cabello negro, lacio y corto recogido con una bandana en la frente. Más bajo que Ann, por poco, pero con una complexión más ancha y fuerte que Zhu.
- ¡Zázhǒng! ¡No vienes nunca y, ahora, me vienes con favores!
- ¡Vamos, Gōng! No me seas, que traigo compañía.
Tras envolverse en un abrazo y levantar al más bajo del suelo, el ángel señaló hacia Ann, llamando la atención del herrero. Refunfuñando entre dientes, pero de buen humor, Gōng se estiró el delantal de herrero mientras se limpiaba las manos, se pasó la mano por el pelo medio peinándose para luego tendérsela a la muchacha.
- Hǎo, hǎo, hǎo. ¿Cómo una dama que haría palidecer a Shamshiel anda con el zoquete este?
Riéndose como si nada, desde detrás de Gong, Zhu hizo un gesto de encogimiento de hombros y un gesto con la mano como para que le siguiera el juego.
- Este es mi colega Gōng, uno de los mejores artesanos de armas que puedes encontrarte.
El herrero pareció inflarse y casi flotar, mientras que, con un movimiento de labios que casi resultaba audible, Zhu vocalizaba “NO DI-GAS HE-RRE-RO”.
Chunyu Zhu- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
Anastasia siguió a su maestro a través del edificio mirando a su alrededor maravillada y tratando de que no se le escapara ni el más mínimo detalle de todo lo que la rodeaba en cada momento. Quiso cuestionarle si había alguien en la faz de la tierra que no pudiera apreciar a un joven tan amable y tan risueño, pero cuando despegó los labios para contestarle el hombre oriental salió a recibirlos. Aunque ya había visto a bastante gente con rasgos similares a los de Zhu, seguía fascinada por su complexión y el azabache de su pelo.
- Yo soy Anastasia, un gusto conocerte Gōng. - contestó quizá con demasiada formalidad tratando de no avergonzar a al celestial. - Zhu me ha traído al Imperio para conocer estas preciosas islas, sus gentes y sus costumbres, también para ayudarle con sus recados y para enseñarme... algunas artes que domina mejor que yo. - continuó evadiendo un poco la verdad, ya que no sabía el nivel de confianza que había entre los dos jovenes.
Con una radiante sonrisa aun por el cumplido del artesano, Anastasia alzó la vista y trato de leer los labios de Zhu sin entender muy bien lo que quería decirle. "Herrero" fue la única palabra que pudo comprender y relacionar con la presentación que había hecho del hombre.
- ¡Oh, claro! ¡Es una herrería! Es por eso por lo que resuenan esos golpes metálicos por todo el edificio. Estoy segura de que Gōng es el mejor herrero de todo el Imperio. - continuó intentando ser tan amable y cordial como el oriental había sido con ella.
- Yo soy Anastasia, un gusto conocerte Gōng. - contestó quizá con demasiada formalidad tratando de no avergonzar a al celestial. - Zhu me ha traído al Imperio para conocer estas preciosas islas, sus gentes y sus costumbres, también para ayudarle con sus recados y para enseñarme... algunas artes que domina mejor que yo. - continuó evadiendo un poco la verdad, ya que no sabía el nivel de confianza que había entre los dos jovenes.
Con una radiante sonrisa aun por el cumplido del artesano, Anastasia alzó la vista y trato de leer los labios de Zhu sin entender muy bien lo que quería decirle. "Herrero" fue la única palabra que pudo comprender y relacionar con la presentación que había hecho del hombre.
- ¡Oh, claro! ¡Es una herrería! Es por eso por lo que resuenan esos golpes metálicos por todo el edificio. Estoy segura de que Gōng es el mejor herrero de todo el Imperio. - continuó intentando ser tan amable y cordial como el oriental había sido con ella.
Anastasia- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
El herrero sonreía encantando ante la presentación de la mujer, sin separar la mirada de ella ni un instante, asintiendo con suavidad a sus palabras de alabanza hacia Taogami, hasta que la chica hizo aquella mención a las artes. Su rostro se congeló en un rictus de sospecha, girándose lentamente hacia Zhu, dispuesto a reprenderle por lo que parecía una obscena propuesta a la, a sus ojos, inocente doncella.
- Pero… si eres… prácticamente… un maldito monje… ¡Qué has ido di…! ¡¿HERRERIA?!
Se giró clavando una airada mirada a la rubia, furia que se veía en sus ahora visibles venas de la frente y el cuello y que se acrecentó cuando la escuchó decir que era un herrero. Sin embargo, su galantería le impedía estallar contra Anastasia y se giró hacia Zhu.
- ¿Herrero? ¡Herrero! ¿¡HERRERO!? ¿Vas diciendo por ahí que soy un HERRERO? ¡Lo de presumir de virilidad ya era malo! ¡PERO ESTO!
- No, no, si yo… no… ¿virilidad? Pero qué…
Había dejado desconcertado a Zhu, quien no sabía qué decir, pero aquel tartamudeo no ayudó a que Gong se calmase y volvió a girarse hacia la chica, sacando de un bolsillo de su delantal una brillante pieza metálica que exhibió ante sus ojos. Se trataba de una hebilla, posiblemente para llevar algún arma al cinto, primorosamente trabajada que representaba, con todo lujo de detalles, un pegaso alzándose sobre un campo de flores. Incluso, si uno se fijaba con atención, incluso se podían apreciar irregularidades en los minúsculos pétalos que hacían que parecieran tan reales que se esperaría que de un momento a otro el viento las zarandeara.
- ¿A ti te parece esto cosa de un herrero? ¡Soy un ARTESANO! ¡Un ARTISTA de la forja y el metal! Un herrero dice…
Zhu se acercó y le palmeó la espalda con buen ánimo mientras el menudo farfullaba en su lengua materna, un dialecto particularmente cerrado. Si bien antes se había mostrado tan desconcertado como cualquiera por la reacción inicial, la reacción hacia la noción de herrero era algo con lo que parecía más habituado y sabía cómo abordarlo.
- Venga, venga, a ver, Gōng, con tus pintas, y encima el delantal… Si a ti te dicen que te imagines a un artesano, ¿te imaginas primero a alguien que puede llevar un caballo en brazos? Pues eso. Además, si no enseñas tus mejores creaciones, pues claro que vas a llevar a engaños. Y, venga, no querrás asustar a Anas, ¿no? ¡Si tú eres un cacho de pan!
Aquello ultimo era cierto, ante la entrada de su taller no se podían encontrar obras con el nivel de detalle de aquella hebilla, sino armas bastante normales y materiales de trabajo. La mención a las mejores creaciones también generó un bufido de desprecio, pero el herrero parecía más tranquilo y guardó aquella pieza de orfebrería mientras miraba a la muchacha algo desinflado.
- Perdona, emperatriz de mis sueños, tú no tienes la culpa de que alguien no tenga la decencia de pensar antes de hacer las cosas, ni avisar… ¿Podría perdonarme, mi señora?
Zhu, de nuevo a su espalda, volvió a intentar la comunicación gestual con Anastasia, asintiendo con vigor como animándola a pedirle algo, que articuló señalándose primero a los ojos, a ellos dos, y al interior del taller.
- Pero… si eres… prácticamente… un maldito monje… ¡Qué has ido di…! ¡¿HERRERIA?!
Se giró clavando una airada mirada a la rubia, furia que se veía en sus ahora visibles venas de la frente y el cuello y que se acrecentó cuando la escuchó decir que era un herrero. Sin embargo, su galantería le impedía estallar contra Anastasia y se giró hacia Zhu.
- ¿Herrero? ¡Herrero! ¿¡HERRERO!? ¿Vas diciendo por ahí que soy un HERRERO? ¡Lo de presumir de virilidad ya era malo! ¡PERO ESTO!
- No, no, si yo… no… ¿virilidad? Pero qué…
Había dejado desconcertado a Zhu, quien no sabía qué decir, pero aquel tartamudeo no ayudó a que Gong se calmase y volvió a girarse hacia la chica, sacando de un bolsillo de su delantal una brillante pieza metálica que exhibió ante sus ojos. Se trataba de una hebilla, posiblemente para llevar algún arma al cinto, primorosamente trabajada que representaba, con todo lujo de detalles, un pegaso alzándose sobre un campo de flores. Incluso, si uno se fijaba con atención, incluso se podían apreciar irregularidades en los minúsculos pétalos que hacían que parecieran tan reales que se esperaría que de un momento a otro el viento las zarandeara.
- ¿A ti te parece esto cosa de un herrero? ¡Soy un ARTESANO! ¡Un ARTISTA de la forja y el metal! Un herrero dice…
Zhu se acercó y le palmeó la espalda con buen ánimo mientras el menudo farfullaba en su lengua materna, un dialecto particularmente cerrado. Si bien antes se había mostrado tan desconcertado como cualquiera por la reacción inicial, la reacción hacia la noción de herrero era algo con lo que parecía más habituado y sabía cómo abordarlo.
- Venga, venga, a ver, Gōng, con tus pintas, y encima el delantal… Si a ti te dicen que te imagines a un artesano, ¿te imaginas primero a alguien que puede llevar un caballo en brazos? Pues eso. Además, si no enseñas tus mejores creaciones, pues claro que vas a llevar a engaños. Y, venga, no querrás asustar a Anas, ¿no? ¡Si tú eres un cacho de pan!
Aquello ultimo era cierto, ante la entrada de su taller no se podían encontrar obras con el nivel de detalle de aquella hebilla, sino armas bastante normales y materiales de trabajo. La mención a las mejores creaciones también generó un bufido de desprecio, pero el herrero parecía más tranquilo y guardó aquella pieza de orfebrería mientras miraba a la muchacha algo desinflado.
- Perdona, emperatriz de mis sueños, tú no tienes la culpa de que alguien no tenga la decencia de pensar antes de hacer las cosas, ni avisar… ¿Podría perdonarme, mi señora?
Zhu, de nuevo a su espalda, volvió a intentar la comunicación gestual con Anastasia, asintiendo con vigor como animándola a pedirle algo, que articuló señalándose primero a los ojos, a ellos dos, y al interior del taller.
Chunyu Zhu- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
Ante la reacción del artesano Anastasia dio un paso hacia atrás y puso las manos delante asustada sin entender muy bien qué había hecho mal. Luego, el hombre le mostró una preciosa pieza de metal y pudo entender, ante el la obra del orgulloso artista, cuál era la diferencia entre una profesión y la otra que tanto crispaba al hombre oriental.
- No hay nada que perdonar, siento mucho no haber podido distinguir a un artista de tal calibre nada más verlo, siento mi inexperiencia - contestó la joven tratando de alabar y calmar a Gōng. - Pero si me permites puntualizar, la herrería también es arte. Un arte que no cuida tanto los detalles sino la eficiencia de un arma que debe ser capaz de proteger la vida.
Anastasia volvió a levantar la mirada para buscar la aprobación de Zhu por encima del artesano esperando no haber sido demasiado pelota. Frunció el ceño algo frustrada ante los nuevos gestos del muchacho, esperó a que terminara y vaciló un momento antes enunciar en voz alta lo que parecía que quería que le dijera a Gōng.
- Me gustaría... no, me encantaría que nos mostraras las pequeñas obras de arte oriental que fabricáis... ¿en este taller de artesanía? - comenzó la frase como una petición pero la terminó más bien con entonación interrogativa como preguntándole a Zhu si no se estaba equivocando de nuevo.
- No hay nada que perdonar, siento mucho no haber podido distinguir a un artista de tal calibre nada más verlo, siento mi inexperiencia - contestó la joven tratando de alabar y calmar a Gōng. - Pero si me permites puntualizar, la herrería también es arte. Un arte que no cuida tanto los detalles sino la eficiencia de un arma que debe ser capaz de proteger la vida.
Anastasia volvió a levantar la mirada para buscar la aprobación de Zhu por encima del artesano esperando no haber sido demasiado pelota. Frunció el ceño algo frustrada ante los nuevos gestos del muchacho, esperó a que terminara y vaciló un momento antes enunciar en voz alta lo que parecía que quería que le dijera a Gōng.
- Me gustaría... no, me encantaría que nos mostraras las pequeñas obras de arte oriental que fabricáis... ¿en este taller de artesanía? - comenzó la frase como una petición pero la terminó más bien con entonación interrogativa como preguntándole a Zhu si no se estaba equivocando de nuevo.
Anastasia- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
El artesano, ya más apaciguado, no pudo evitar fruncir el ceño ante aquella explicación. ¿Creía que la herrería era el arte que protegía la vida? A su modo de ver la herrería era algo vulgar, mundano, sin sofisticación. Lo que él hacía iba mucho más allá de eso. Cierto, usaba técnicas de herrería, pero era la misma diferencia entre quien acuchilla a alguien y quien realiza un trasplante de corazón.
- Discrepo, cualquier idiota puede golpear el metal… – durante cinco elocuentes segundos, desvió la mirada hacia Zhu, quien dejó de hacer sus gestos y trató de disimular como si espantara algo del aire, y volvió a retomar el hilo – Bueno, casi cualquiera, al menos si sigue las instrucciones… ¿Hum? ¿Te gustaría?
Aquella propuesta, secundada por el ángel que, tras el herrero, asentía con energía y le hacía gestos con el pulgar hacia arriba a Anastasia dándole su aprobación, pareció ser aceptada a regañadientes por Gōng, quien por un lado se sentía alabado y no quería negarle nada a la muchacha, pero le parecía que lo que tenía en el taller eran, precisamente, obras de esa herrería que tanto despreciaba.
- ¿Queréis ver mis obras? No son nada especial…
Entonces, Zhu tomó de nuevo la iniciativa y se colocó junto a Ann, con una sonrisa enigmática y pícara en su expresión. El taller podía tener cosas útiles, pero tenía otra cosa en mente. No se había traído a su ¿amiscípula? (no, tenía que encontrar otro término mejor) hasta allí para un arma normal.
- No, no tus obras. Queremos ver tus… descartes
La última palabra acarreaba un tono misterioso que insinuaba que no eran descartes como tal. Sin embargo, aquello pareció encender una chispa nueva en el herrero, una especia de mezcla de orgullo herido y enfado.
- ¿Los descartes? ¡Mis descartes! ¡MIS DESCARTES! ¡Eso, Zhu, haz leña del árbol caído! ¡Mal rayo te parta! ¡Id! ¡Ójala se te caigan encima y me dejes tranquilo! ¡Un día de estos los haré arder! – el herrero se dio la vuelta, no sin antes dedicar una reverencia elegante pero enfadada a la rubia, y caminó hacia su taller, donde se encerró con un portazo en su habitación de trabajo, rezongando - Los descartes. No le bastó con casi destruir la forja cuando intentó forjar un cuchillo y ahora viene… ¡a enseñar mis descartes! Mi vergüenza…
- No le tomes muy en serio, An, es que tiene temperamento de artista. – el muchacho, animado como si aquello fuera lo más normal del mundo, la invitó con un gesto a acompañarle hacia el interior del local – Además, lleva años tratando de recibir el título de maestro artesano y, bueno, está un poco frustrado, pero igual lo entiendes mejor cuando veas los descartes, ¿preparada?
Se detuvo de espaldas a la puerta a la que se dirigían, apoyándose en el picaporte esperando a que su amiga estuviera preparada y pudiera sorprenderla con aquellos descartes
- Discrepo, cualquier idiota puede golpear el metal… – durante cinco elocuentes segundos, desvió la mirada hacia Zhu, quien dejó de hacer sus gestos y trató de disimular como si espantara algo del aire, y volvió a retomar el hilo – Bueno, casi cualquiera, al menos si sigue las instrucciones… ¿Hum? ¿Te gustaría?
Aquella propuesta, secundada por el ángel que, tras el herrero, asentía con energía y le hacía gestos con el pulgar hacia arriba a Anastasia dándole su aprobación, pareció ser aceptada a regañadientes por Gōng, quien por un lado se sentía alabado y no quería negarle nada a la muchacha, pero le parecía que lo que tenía en el taller eran, precisamente, obras de esa herrería que tanto despreciaba.
- ¿Queréis ver mis obras? No son nada especial…
Entonces, Zhu tomó de nuevo la iniciativa y se colocó junto a Ann, con una sonrisa enigmática y pícara en su expresión. El taller podía tener cosas útiles, pero tenía otra cosa en mente. No se había traído a su ¿amiscípula? (no, tenía que encontrar otro término mejor) hasta allí para un arma normal.
- No, no tus obras. Queremos ver tus… descartes
La última palabra acarreaba un tono misterioso que insinuaba que no eran descartes como tal. Sin embargo, aquello pareció encender una chispa nueva en el herrero, una especia de mezcla de orgullo herido y enfado.
- ¿Los descartes? ¡Mis descartes! ¡MIS DESCARTES! ¡Eso, Zhu, haz leña del árbol caído! ¡Mal rayo te parta! ¡Id! ¡Ójala se te caigan encima y me dejes tranquilo! ¡Un día de estos los haré arder! – el herrero se dio la vuelta, no sin antes dedicar una reverencia elegante pero enfadada a la rubia, y caminó hacia su taller, donde se encerró con un portazo en su habitación de trabajo, rezongando - Los descartes. No le bastó con casi destruir la forja cuando intentó forjar un cuchillo y ahora viene… ¡a enseñar mis descartes! Mi vergüenza…
- No le tomes muy en serio, An, es que tiene temperamento de artista. – el muchacho, animado como si aquello fuera lo más normal del mundo, la invitó con un gesto a acompañarle hacia el interior del local – Además, lleva años tratando de recibir el título de maestro artesano y, bueno, está un poco frustrado, pero igual lo entiendes mejor cuando veas los descartes, ¿preparada?
Se detuvo de espaldas a la puerta a la que se dirigían, apoyándose en el picaporte esperando a que su amiga estuviera preparada y pudiera sorprenderla con aquellos descartes
Chunyu Zhu- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
El portazo que dio el artesano al volver a encerrarse en su taller hizo que Anastasia se sobresaltara. No terminaba de entender lo que había pasado, se había limitado a permanecer callada y asentir, dejando de Zhu volviera a tomar las riendas de la conversación.
- ¿Necesitas algo del taller? - le preguntó Anastasia cada vez más intrigada por ver más detenidamente las obras de los orientales. Que el celestial mostrara interés por las piezas descartadas de Gōng no hacía más que incrementar su curiosidad por entender a qué se estaban refiriendo y qué es lo que habían ido a buscar a ese lugar. - ¿Qué es lo que le has hecho a Gōng? ¿Intentaste quemar el taller o algo? -Anastasia sonrió al recordar cómo el hombre de cabellos azabache hablaba de Zhu, le encantaba escuchar divertidas batallitas de su nuevo amigo y conocerlo más a través de las historias de otras personas.
- ¿Necesitas algo del taller? - le preguntó Anastasia cada vez más intrigada por ver más detenidamente las obras de los orientales. Que el celestial mostrara interés por las piezas descartadas de Gōng no hacía más que incrementar su curiosidad por entender a qué se estaban refiriendo y qué es lo que habían ido a buscar a ese lugar. - ¿Qué es lo que le has hecho a Gōng? ¿Intentaste quemar el taller o algo? -Anastasia sonrió al recordar cómo el hombre de cabellos azabache hablaba de Zhu, le encantaba escuchar divertidas batallitas de su nuevo amigo y conocerlo más a través de las historias de otras personas.
Anastasia- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
Zhu tuvo la decencia de mostrarse algo avergonzado ante la pregunta de Anastasia. Aún sobre la puerta, apartó la mirada mientras se sonrojaba ligeramente.
- Sólo intentaba aprender a forjar algo sencillo… Un cuchillo o algo así... Un día vi un programa en que hacían cosas así y… – empezó a juguetear con los dedos mientras bajaba la mirada como un niño pequeño, alzándola solo para ofrecer una sonrisa avergonzada – Intenté acelerar un poco el proceso… y templar con aceite… y puede que no vigilara tan bien el fuego… Pero nadie salió herido y, por eso, desde hace unas décadas todos los talleres, especialmente los más humildes (en concreto, en cualquiera que pudiera estar a su alcance o que hubiera llamado su atención) incorporan piedras de lluvia, ¡así que todos salimos ganando con ello!- Señaló hacia el techo, donde podían apreciarse aquellos mecanismos tecnomágicos que, en caso de fuego, iniciaban una lluvia en el interior para, poco después, volver a posar su mano en la puerta y girar el manillar – Y, como eso ya es interesante, ahora toca…
Abrió la puerta. El efecto dramático quedó un poco eclipsado por el hecho de que la habitación estuviera a oscuras y tuviera que tantear para encender la luz, pero, incluso con ello, el espectáculo era impresionante. Sobre baldas, mesas y dentro de arcones había decenas de armas. Todas ellas parecían estar elaboradas o, al menos, recubiertas por metal exquisitamente decorado por intrincados diseños y, lo más llamativo de todo, era que no había dos iguales. Era fácil encontrar armas de distintas familias mezcladas sin ton ni son, pero no había dos que parecieran encajar o emparejar.
- ¡Taráaaan! Son armas tan resistentes como las de los maestros. Fíjate que no he roto ninguna, y eso que soy un poco intenso… doblado, sí, pero no roto. ¡Y eso ya es algo! ¿Quieres probar alguna? – el chico señaló con la mano abarcando la zona entera mientras se adentraba hacia el fondo y empezaba a hurgar – Siéntente libre, yo voy a ver si encuentro una cosita que vi por aquí el otro día… Y creo que te podría venir bien… ¿Hum? No, esto no… ¿Y este mandoble? No, a ver céntrate, Zhu. – sacó la cabeza del arcón en que estaba buscando y dedicó una mirada valorativa a la muchacha – Estaba pensando… preferirías algo donde la acción punzante ocurra lo más lejos posible, ¿no?
Tenía una idea en mente bastante clara de qué estaba buscando, un arma a distancia que pudiera disparar desde el aire, o desde la distancia. Ya, si eso, con más tiempo y práctica, podría buscar un arma que requiriera más técnica. Pero, ahora que lo pensaba, igual no era eso lo que quería Ann. No se la imaginaba con un mandoble o una naginata, mas nunca se sabía…
- Sólo intentaba aprender a forjar algo sencillo… Un cuchillo o algo así... Un día vi un programa en que hacían cosas así y… – empezó a juguetear con los dedos mientras bajaba la mirada como un niño pequeño, alzándola solo para ofrecer una sonrisa avergonzada – Intenté acelerar un poco el proceso… y templar con aceite… y puede que no vigilara tan bien el fuego… Pero nadie salió herido y, por eso, desde hace unas décadas todos los talleres, especialmente los más humildes (en concreto, en cualquiera que pudiera estar a su alcance o que hubiera llamado su atención) incorporan piedras de lluvia, ¡así que todos salimos ganando con ello!- Señaló hacia el techo, donde podían apreciarse aquellos mecanismos tecnomágicos que, en caso de fuego, iniciaban una lluvia en el interior para, poco después, volver a posar su mano en la puerta y girar el manillar – Y, como eso ya es interesante, ahora toca…
Abrió la puerta. El efecto dramático quedó un poco eclipsado por el hecho de que la habitación estuviera a oscuras y tuviera que tantear para encender la luz, pero, incluso con ello, el espectáculo era impresionante. Sobre baldas, mesas y dentro de arcones había decenas de armas. Todas ellas parecían estar elaboradas o, al menos, recubiertas por metal exquisitamente decorado por intrincados diseños y, lo más llamativo de todo, era que no había dos iguales. Era fácil encontrar armas de distintas familias mezcladas sin ton ni son, pero no había dos que parecieran encajar o emparejar.
- ¡Taráaaan! Son armas tan resistentes como las de los maestros. Fíjate que no he roto ninguna, y eso que soy un poco intenso… doblado, sí, pero no roto. ¡Y eso ya es algo! ¿Quieres probar alguna? – el chico señaló con la mano abarcando la zona entera mientras se adentraba hacia el fondo y empezaba a hurgar – Siéntente libre, yo voy a ver si encuentro una cosita que vi por aquí el otro día… Y creo que te podría venir bien… ¿Hum? No, esto no… ¿Y este mandoble? No, a ver céntrate, Zhu. – sacó la cabeza del arcón en que estaba buscando y dedicó una mirada valorativa a la muchacha – Estaba pensando… preferirías algo donde la acción punzante ocurra lo más lejos posible, ¿no?
Tenía una idea en mente bastante clara de qué estaba buscando, un arma a distancia que pudiera disparar desde el aire, o desde la distancia. Ya, si eso, con más tiempo y práctica, podría buscar un arma que requiriera más técnica. Pero, ahora que lo pensaba, igual no era eso lo que quería Ann. No se la imaginaba con un mandoble o una naginata, mas nunca se sabía…
Chunyu Zhu- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
La muchacha escuchó en silencio la historia de Zhu y conforme ésta transcurría su sonrisa se transformó en una sonora carcajada. Anastasia era consciente de que no conocía al joven mucho tiempo pero cada anécdota que contaba la divertía y sorprendía por igual. Cuando la luz iluminó la estancia, Anast entró detrás del muchacho y revisó la sala rápidamente para ver el gran montón de armas diferentes que se amontonaban en cada esquina. Cada cual parecía más espléndida que la anterior.
- ¿Estos son los descartes de Gōng? - le preguntó mientras Zhu tenía la cabeza metida en un arcón. Se acercó a una de las estanterías que había cerca de donde se encontraba su amigo, observó uno a uno los cuchillos y las dagas que se tendían sin orden encima de ella, como si las hubieran colocado con desprecio. Una de ellas estaba hecha en un metal tan brillante que casi diría que era plata y su superficie estaba tallada con preciosos adornos florales. - Yo... no se pelear Zhu. No se siquiera si se sujetar un arma. Lo que sí se es que no tengo una complexión idónea para portar un arma a dos manos o algo pesado, ni tengo fuerza suficiente como para usar armas cuerpo a cuerpo. ¿Hemos venido a buscarte un arma? ¿Qué tipo de arma usas tú? - le preguntó al celestial cuando volvió a sacar la cabeza del enorme cajón.
- ¿Estos son los descartes de Gōng? - le preguntó mientras Zhu tenía la cabeza metida en un arcón. Se acercó a una de las estanterías que había cerca de donde se encontraba su amigo, observó uno a uno los cuchillos y las dagas que se tendían sin orden encima de ella, como si las hubieran colocado con desprecio. Una de ellas estaba hecha en un metal tan brillante que casi diría que era plata y su superficie estaba tallada con preciosos adornos florales. - Yo... no se pelear Zhu. No se siquiera si se sujetar un arma. Lo que sí se es que no tengo una complexión idónea para portar un arma a dos manos o algo pesado, ni tengo fuerza suficiente como para usar armas cuerpo a cuerpo. ¿Hemos venido a buscarte un arma? ¿Qué tipo de arma usas tú? - le preguntó al celestial cuando volvió a sacar la cabeza del enorme cajón.
Anastasia- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
¿Así que no sabía pelear? Eso se podía solucionar, pero reforzaba la idea que tenía en mente para ella, además, todo lo que describía encajaba en su plan interno. Solo le faltaba encontrarlo, pero eso no debería costarle tanto, así que volvió a hundir los brazos en el arcón.
- ¿Yo? Armas más bien contundentes. No soy el más sutil del campo de batalla. – sonrió por encima del arcón, aparentemente orgulloso – Pero no, ya tengo una, una naginata personalizada, más densa de lo normal, y algunas cositas extras… Estoy buscándote algo para ti. No podemos dejarte que te pasees por el mundo con las manos vacías, ¿no? ¡Ajá!
El ángel sacó un fardo envuelto en tela del fondo del arcón. De hecho, él mismo lo había hundido y envuelto para dificultar que Gōng se deshiciera de él, solo que ya lo había olvidado hasta que lo vio. Sujetándolo en brazos, se acercó a Anastasia. La tela, basta y maltrecha, envolvía algo alargado, de casi un metro de largo, y más ligero de lo que podía esperarse.
- Precisamente porque acabas de renacer pensé en algo fácil de usar. Creo que con unas horas de práctica ya podrás usarlo, es difícil de que te rebanes a ti misma al principio y no grita “busco pelea”.
Le tendió el paquete ansioso de ver cómo lo recibía y reaccionaba.
- Si te gusta, te explico cómo va lo de los descartes de mi amigo y cómo puede ser tuyo. Bueno, éste y la mitad de cosas de este cuarto.
Se estaba anticipando un poco a los sucesos, pero tenía tanta confianza en que aquello era lo ideal para ella que no le importaba empezar a anticipar que podría quedárselo.
- ¿Yo? Armas más bien contundentes. No soy el más sutil del campo de batalla. – sonrió por encima del arcón, aparentemente orgulloso – Pero no, ya tengo una, una naginata personalizada, más densa de lo normal, y algunas cositas extras… Estoy buscándote algo para ti. No podemos dejarte que te pasees por el mundo con las manos vacías, ¿no? ¡Ajá!
El ángel sacó un fardo envuelto en tela del fondo del arcón. De hecho, él mismo lo había hundido y envuelto para dificultar que Gōng se deshiciera de él, solo que ya lo había olvidado hasta que lo vio. Sujetándolo en brazos, se acercó a Anastasia. La tela, basta y maltrecha, envolvía algo alargado, de casi un metro de largo, y más ligero de lo que podía esperarse.
- Precisamente porque acabas de renacer pensé en algo fácil de usar. Creo que con unas horas de práctica ya podrás usarlo, es difícil de que te rebanes a ti misma al principio y no grita “busco pelea”.
Le tendió el paquete ansioso de ver cómo lo recibía y reaccionaba.
- Si te gusta, te explico cómo va lo de los descartes de mi amigo y cómo puede ser tuyo. Bueno, éste y la mitad de cosas de este cuarto.
Se estaba anticipando un poco a los sucesos, pero tenía tanta confianza en que aquello era lo ideal para ella que no le importaba empezar a anticipar que podría quedárselo.
Chunyu Zhu- Guerrero Celestial
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
Anastasia tomó el enorme bulto de tela y trató de desenvolverlo con el cuidado que se merecían todas las piezas que los rodeaban. Cuando retiró la tela en sus manos quedó un enorme arco plateado, más ligero de lo que pudiera parecer en un principio y con flores de metal recorriendo su superficie. La rubia lo miró desde varios ángulos y tocó con delicadeza la cuerda. No sabía si existía algún arma perfecta para ella pero aquella seguro que se acercaba bastante a los primeros puestos.
Anastasia colocó el arco en vertical delante de ella y lo tensó como cargando en él una flecha invisible. Una extraña sensación recorrió su cuerpo, como si aquella no fuera la primera vez que sostenía uno aunque estaba segura de no haber tenido nunca un arma en sus manos.
- Es perfecto. Es precioso. - dijo con la voz entrecortada y apenada. - Pero Zhu, yo no tengo dinero, ni siquiera se cuál es la moneda del Imperio. - continuó tratando de devolverle el arco al joven y algo avergonzada por tener que hacer aquella confesión. Sin embargo, su mirada volvió a clavarse en el metal; tenía un extraño presentimiento, como si su destino hubiera estado siempre sellado entre aquellas flores plateadas.
Anastasia colocó el arco en vertical delante de ella y lo tensó como cargando en él una flecha invisible. Una extraña sensación recorrió su cuerpo, como si aquella no fuera la primera vez que sostenía uno aunque estaba segura de no haber tenido nunca un arma en sus manos.
- Es perfecto. Es precioso. - dijo con la voz entrecortada y apenada. - Pero Zhu, yo no tengo dinero, ni siquiera se cuál es la moneda del Imperio. - continuó tratando de devolverle el arco al joven y algo avergonzada por tener que hacer aquella confesión. Sin embargo, su mirada volvió a clavarse en el metal; tenía un extraño presentimiento, como si su destino hubiera estado siempre sellado entre aquellas flores plateadas.
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
Empujó el arco de nuevo hacia ella con las manos abiertas devolviéndoselo con una sonrisa satisfecha. Había visto la manera en que lo miraba y lo tensaba, y era evidente por sus palabras que era el arma ideal para ella.
- Y, precisamente eso, es lo mejor de todo, mira. – Zhu se acercó a ella y señaló en el arco una pequeña zona en el centro, entre las flores se apreciaba un pequeño carácter oriental, pero, a juzgar por el espacio que quedaba justo debajo, faltaba algo. – Esta es la firma de artesano de Gōng. Y este espacio es para la señal de maestría. Esto solo se hace cuando se presenta un arma ante los Maestros para tratar de conseguir el rango. Si lo consideran adecuado, añadiría ahí la marca. Pero como no, se considera un arma incompleta y no sería correcto venderla. - se encogió ligeramente de hombros como si le pareciera una chorrada, pero que respetaba como aspecto tradicional – ¡Pero no te equivoques! No es que sea menos resistente ni nada, de hecho, no creo que dentro de los arcos haya muchos más duraderos que este, solo es que… a ver cómo lo digo… Para la maestría, un arma tiene que incorporar una capacidad, pero Gōng dice que esas mejoras solo se las dará a un arma cuando la propia arma lo pida, así que… bueno, descartes.
Señaló con un gesto todas aquellas obras armamentísticas. Ahora quedaba claro que, o habían sido intentos de ascender al rango o de forjar armas cuyas almas pidieran una de aquellas capacidades, evidentemente sin éxito.
- Así que, si se lo pides, creo que te la dará a modo de prueba de campo o algo así. Además, seguro que él puede ayudarte con las cosas sobre flechas y demás, no es lo mío. Tiendo a partir los arcos.
Hizo un gesto para invitarla a ir a buscar al herrero a su sala de trabajo. Gōng, quien no habría cerrado la puerta, estaba esperando, engarzando algunas gemas en su siguiente proyecto de maestría, un impresionante tridente. Sabía que era cuestión de tiempo que Zhu entrara a pedirle un arma por la cara bajo la excusa de que era para aquella radiante divinidad.
- Y, precisamente eso, es lo mejor de todo, mira. – Zhu se acercó a ella y señaló en el arco una pequeña zona en el centro, entre las flores se apreciaba un pequeño carácter oriental, pero, a juzgar por el espacio que quedaba justo debajo, faltaba algo. – Esta es la firma de artesano de Gōng. Y este espacio es para la señal de maestría. Esto solo se hace cuando se presenta un arma ante los Maestros para tratar de conseguir el rango. Si lo consideran adecuado, añadiría ahí la marca. Pero como no, se considera un arma incompleta y no sería correcto venderla. - se encogió ligeramente de hombros como si le pareciera una chorrada, pero que respetaba como aspecto tradicional – ¡Pero no te equivoques! No es que sea menos resistente ni nada, de hecho, no creo que dentro de los arcos haya muchos más duraderos que este, solo es que… a ver cómo lo digo… Para la maestría, un arma tiene que incorporar una capacidad, pero Gōng dice que esas mejoras solo se las dará a un arma cuando la propia arma lo pida, así que… bueno, descartes.
Señaló con un gesto todas aquellas obras armamentísticas. Ahora quedaba claro que, o habían sido intentos de ascender al rango o de forjar armas cuyas almas pidieran una de aquellas capacidades, evidentemente sin éxito.
- Así que, si se lo pides, creo que te la dará a modo de prueba de campo o algo así. Además, seguro que él puede ayudarte con las cosas sobre flechas y demás, no es lo mío. Tiendo a partir los arcos.
Hizo un gesto para invitarla a ir a buscar al herrero a su sala de trabajo. Gōng, quien no habría cerrado la puerta, estaba esperando, engarzando algunas gemas en su siguiente proyecto de maestría, un impresionante tridente. Sabía que era cuestión de tiempo que Zhu entrara a pedirle un arma por la cara bajo la excusa de que era para aquella radiante divinidad.
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
Anastasia no terminaba de creer que todas aquellas obras, a su parecer espléndidas, eran piezas descartadas cuyo destino iba a ser coger polvo en una oscura habitación. Se negó a pensar que aquel precioso arco iba a volver al fondo del arcón, o al menos quería negarse para poder encontrar el valor suficiente como para pedirle al artesano poder llevárselo.
Zhu ya había hecho por ella más de lo que la muchacha podía haber esperado, por lo que quería tomar la iniciativa y no dejar que el celestial intercediera por ella de nuevo. Atravesó la puerta y se dirigió hacia la del taller del Gong. Llamó con suavidad tratando de no molestar y abrió cuando el oriental le dio paso.
- Gong, tus armas son preciosas. Todas y cada una de ellas. - le alabó primero con sinceridad pero tratando a su vez de suavizar su petición. Asía el arco con cariño en sus manos y le echó una fugaz mirada por si era la última vez que tenía la oportunidad. - Me gustaría poder...probarla... y quedármela. Ahora mismo no tengo dinero pero te prometo que cuando consiga el suficiente lo pagaré, o incluso puedo trabajar para tí y pagar con mi trabajo. Por favor, no puedo dejar esta preciosidad de nuevo en un baúl. - Anastasia temía hacer enfurecer al artesano, pero tenía mucho más que perder si no intentaba llevarse el arma.
Zhu ya había hecho por ella más de lo que la muchacha podía haber esperado, por lo que quería tomar la iniciativa y no dejar que el celestial intercediera por ella de nuevo. Atravesó la puerta y se dirigió hacia la del taller del Gong. Llamó con suavidad tratando de no molestar y abrió cuando el oriental le dio paso.
- Gong, tus armas son preciosas. Todas y cada una de ellas. - le alabó primero con sinceridad pero tratando a su vez de suavizar su petición. Asía el arco con cariño en sus manos y le echó una fugaz mirada por si era la última vez que tenía la oportunidad. - Me gustaría poder...probarla... y quedármela. Ahora mismo no tengo dinero pero te prometo que cuando consiga el suficiente lo pagaré, o incluso puedo trabajar para tí y pagar con mi trabajo. Por favor, no puedo dejar esta preciosidad de nuevo en un baúl. - Anastasia temía hacer enfurecer al artesano, pero tenía mucho más que perder si no intentaba llevarse el arma.
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
El fornido artesano dio paso a aquella llamada y se giró con una expresión severa pensando en reprender a Zhu por molestarle durante su preciado tiempo de trabajo. No obstante, cuando vio que se trataba de Anastasia sumó dos más dos (cayó en que el ángel no era de los que llamaban con aquella sutileza) y su expresión se suavizó ligeramente, aunque sin perder la seriedad. Las palabras que dedicaba la chica hacia sus armas no decían ni la mitad de lo que su forma de sujetar el arco. ¡Un arco! Con otra arma podría haberse convencido de que el chico tenía algo que ver, pero no eran para nada sus armas. Tras la petición del arma, Gong se levantó de su asiento ignorando la palabrería sobre el dinero y el pago, incluso el argumento de baúl, y comenzó a deambular por la habitación yendo de un armario a otro, recogiendo algo que mantuvo oculto metiéndolo en los bolsillos de su delantal.
- Ya sé que son preciosas, pero también son armas… Tienen su propia alma y voluntad, incluso un destino propio… Supongo que… Rosas plateadas… En fin, ¿sabes qué significan? Son rosas blancas, puras, de inocencia, pureza, limpieza… ¿Pero te has fijado bien? No te lo voy a decir, pero… – una ligera sonrisa se escapó entre los labios del hombre mientras se apoyaba y cerraba la puerta para cortar el tintineo y repiqueteo que venía del cuarto de Zhu – Ese color en las rosas significa la búsqueda de lo imposible, de la eternidad… Es un deseo de fortuna… En fin, no es una obra normal, ¿sabes? Es la única vez que me salió así la aleación.
El oriental se dirigió a una mesa lateral, que vació sin mucho cuidado y comenzó a colocar, de espaldas a la muchacha tapándole la vista, los accesorios que necesitaría. Cintas para poder sujetar el arco, un carcaj y su cinto y sujeciones, todos ellos con detalles y hebillas de filigranas plateadas y un puñado de estilizadas flechas argénteas. Incluso unos pliegos de papel con anotaciones sobre mantenimiento, tratamiento y ajuste de la cuerda y el diseño y composición de las flechas por si necesitaba suministros de proyectiles. Todo ello lo cubrió con un paño blanco mientras hablaba del arco como si fuera su propia descendencia.
- Así que me gustaría decir que tiene una historia especial, pero no. Como mucho, que cuando empecé a hacerlo era como llenara un hueco en el mundo que no sabía que había. No obstante, no creas que será gratis. Primero, si el arma se daña, o si pide alguna mejora, tráela. No haré preguntas, pero no quiero que un chapucero le ponga las manos encima. Dos, úsala. Como arco, para golpear, lo que sea. Es un arma, no la subestimes por parecer delicada… Aunque creo que, en eso, os parecéis. Y tercero, yo la he traído al mundo, pero tú las has elegido. Piensa en el arco como una pareja, como un alma gemela, os estáis conociendo, es la primera cita… Si llegáis a ser uno, tienes mi bendición.
Se apartó dejando que Anastasia pudiera valorar las condiciones y, de aceptarlas, equiparse por completo. Era un momento bastante importante para el herrero, Anastasia y el arco, por lo que contuvo sus ganas de hacer una pregunta hasta que estuviera lista, aunque se lo notara en la cara que era algo importante, al menos para él y en relación con Zhu.
- Ya sé que son preciosas, pero también son armas… Tienen su propia alma y voluntad, incluso un destino propio… Supongo que… Rosas plateadas… En fin, ¿sabes qué significan? Son rosas blancas, puras, de inocencia, pureza, limpieza… ¿Pero te has fijado bien? No te lo voy a decir, pero… – una ligera sonrisa se escapó entre los labios del hombre mientras se apoyaba y cerraba la puerta para cortar el tintineo y repiqueteo que venía del cuarto de Zhu – Ese color en las rosas significa la búsqueda de lo imposible, de la eternidad… Es un deseo de fortuna… En fin, no es una obra normal, ¿sabes? Es la única vez que me salió así la aleación.
El oriental se dirigió a una mesa lateral, que vació sin mucho cuidado y comenzó a colocar, de espaldas a la muchacha tapándole la vista, los accesorios que necesitaría. Cintas para poder sujetar el arco, un carcaj y su cinto y sujeciones, todos ellos con detalles y hebillas de filigranas plateadas y un puñado de estilizadas flechas argénteas. Incluso unos pliegos de papel con anotaciones sobre mantenimiento, tratamiento y ajuste de la cuerda y el diseño y composición de las flechas por si necesitaba suministros de proyectiles. Todo ello lo cubrió con un paño blanco mientras hablaba del arco como si fuera su propia descendencia.
- Así que me gustaría decir que tiene una historia especial, pero no. Como mucho, que cuando empecé a hacerlo era como llenara un hueco en el mundo que no sabía que había. No obstante, no creas que será gratis. Primero, si el arma se daña, o si pide alguna mejora, tráela. No haré preguntas, pero no quiero que un chapucero le ponga las manos encima. Dos, úsala. Como arco, para golpear, lo que sea. Es un arma, no la subestimes por parecer delicada… Aunque creo que, en eso, os parecéis. Y tercero, yo la he traído al mundo, pero tú las has elegido. Piensa en el arco como una pareja, como un alma gemela, os estáis conociendo, es la primera cita… Si llegáis a ser uno, tienes mi bendición.
Se apartó dejando que Anastasia pudiera valorar las condiciones y, de aceptarlas, equiparse por completo. Era un momento bastante importante para el herrero, Anastasia y el arco, por lo que contuvo sus ganas de hacer una pregunta hasta que estuviera lista, aunque se lo notara en la cara que era algo importante, al menos para él y en relación con Zhu.
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Re: [PASADO] El arco y el ángel
Mientras que el artesano describía el simbolismo de la ornamentación del arma, la muchacha volvió a bajar la vista y acarició una de las flores con el pulgar. El metal era tan liso que parecía terciopelo, pensar que podría ser golpeado la apenaba enormemente pero su uso era una de las condiciones de Gōng para que pudiera quedarsela.
- Este arco aún no tiene historia porque no ha salido en busca de aventuras. No dudaré en utilizarla si se convierte en mi compañera, quiero poder aprovechar mi segunda oportunidad para hacer todo el bien que me sea posible y no permitiré que nadie más que tú pueda ponerle las manos encima. - contestó Anastasia con toda la serenidad del mundo siguiendo al hombre con la mirada por toda la sala. - Si tus armas tienen personalidad, lo mío ha sido amor a primera vista. - dijo concluyendo así su discurso y dejando la decisión en manos de Gōng, quien tenía en todo momento la última palabra.
Anastasia no quiso confesarle que tenía la sensación de que no era la primera vez que sujetaba aquel metal. No sabía si eran recuerdos de su vida humana o simplemente una ilusión nacida del deseo de poseer ese arma, pero sentía que tal y como sugería el artista, el arco y ella iban a ser uno.
- Este arco aún no tiene historia porque no ha salido en busca de aventuras. No dudaré en utilizarla si se convierte en mi compañera, quiero poder aprovechar mi segunda oportunidad para hacer todo el bien que me sea posible y no permitiré que nadie más que tú pueda ponerle las manos encima. - contestó Anastasia con toda la serenidad del mundo siguiendo al hombre con la mirada por toda la sala. - Si tus armas tienen personalidad, lo mío ha sido amor a primera vista. - dijo concluyendo así su discurso y dejando la decisión en manos de Gōng, quien tenía en todo momento la última palabra.
Anastasia no quiso confesarle que tenía la sensación de que no era la primera vez que sujetaba aquel metal. No sabía si eran recuerdos de su vida humana o simplemente una ilusión nacida del deseo de poseer ese arma, pero sentía que tal y como sugería el artista, el arco y ella iban a ser uno.
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