[PASADO] El arco y el ángel

por **Anastasia** Dom Oct 27, 2019 2:44 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Si no fuera por Zhu, aparte de otras muchas cosas, Anastasia nunca habría sido capaz de viajar a una región tan espléndida como el Imperio Taogami. Hasta entonces, Anastasia solo había podido vagar por Tera y sus alrededores, pero con la ayuda con Zhu había conocido más sitios y a más gente, cosa que hizo que dejara de sentirse como un ratón enjaulado en una enorme ciudad ajetreada. Taogami era una región diferente, con una cultura, arquitectura y vestimentas muy distintas a las que había visto en Tera. Todas las personas lucían ropajes extraños para Anastasia como los que solía usar Zhu y eso le fascinaba, esperaba que todas aquellas personas que se cruzaban en las ciudades también fueran tan buenas como él. De hecho, Zhu le había comentado en varias ocasiones que el Imperio era una zona segura controlada por ángeles por lo que iban a tener muchos menos problemas en el archipiélago.

- Este sitio no deja de maravillarme - le confesó Anastasia probablemente por centésima vez mirando a su alrededor. Se encontraban frente a un tradicional edificio en el que se podían escuchar ruidos de martillazos y otros sonidos que hacían entender que en su interior había mucha gente trabajando. - ¿Venimos a por algo en concreto? - el celestial le había comentado que tenían que ir a un sitio especial, pensaba que quería enseñarle el monte y los templos del Imperio pero no esperaba que tuvieran que hacer recados.

por **Chunyu Zhu** Sáb Nov 02, 2019 7:02 pm

Gong sonrió al oír las palabras de la mujer, aunque también hubo un pequeño destello de inspiración en su mente. Siempre se había negado a mejorar un arma con la tecnomancia de Taogami hasta que lo pidiera ella misma, pero igual tampoco les había dado la oportunidad de buscar su propia historia y aventuras. Quizás aquel arco estuviera predestinado a ser especial de una manera u otra.
- Pues quién soy yo para interponerme en un amor así. Es tuyo, así que coge tu nuevo equipo completo, considéralo la dote del arco… También he añadido algunas indicaciones sobre mantenimiento, ajuste, diseño de flechas… Porque, seamos sinceros, no voy a hacerte volver cada vez que necesites flechas, además… – mientras hablaba señaló la mesa cubierta por el paño indicándole que podía quedarse con todo aquello, para terminar imprimiendo orgullo de creador a sus palabras – Lo importante es el arco, no quiero que te preocupes de recuperar cada flecha que lances, cualquier flechero puede hacerlas y, a las malas, puede disparar flechas normales… no lucen tanto pero…
Se encogió de hombros, no le preocupaban demasiado las flechas, su arco seguramente pudiera disparar cualquier cosa con la forma adecuada, así que… En ese momento, un pequeño estruendo metálico resonó de la habitación donde se encontraba Zhu, seguidos de la voz del muchacho de disculpa (lo que, para alivio de todos, significaba que no le había pasado nada) y los ruidos del intento de reordenarlo. Todo ello trajo de nuevo su otra cuestión. Esperó unos minutos a que Anastasia pudiera descubrir aquellas piezas antes de verbalizarlo, aprovechando que estaría de espaldas a él y no vería su faceta más sensible.
- Y, si no es mucho pedir, ya que usarás el arco y Zhu… bueno, ya le has visto, iría en primera línea hasta el infierno mismo presentándose voluntario a ser carne de cañón… ¿Podrías…?
… ¿cubrirle? ¿echarle un ojo? ¿asegurarte de que se meta en líos, pero con conocimiento de causa? ¿dispararle en la pierna si ves que se va de cabeza? Todas ellas eran válidas y, lo peor, necesarias conociendo al ángel. Pero al crío se le acababa cogiendo cariño tras cincuenta años, siempre esforzándose, demasiado en muchas ocasiones y con malos resultados, siempre tan inocente y luminoso, como si hubiera una parte de él que seguía siendo un niño. Estaría feliz de que su propia arma contribuyera a mantener seguro al chico. Su mirada se dirigió sin pensarlo hacia la caja de madera que tenía en la mesa a modo de inspiración. Después del desastre del incendio, sorprendentemente, lo había conservado.

por **Anastasia** Dom Nov 03, 2019 10:08 pm

Cuando Gōng por fin enunció su decisión, la muchacha esbozó una sonrisa de oreja a oreja. Lo que no esperaba es que aparte de regalarle, o más bien, dejarle una de sus armas, iba a darle un equipo completo con instrucciones y todos los accesorios necesarios. Anastasia se acercó a la mesa maravillada puso el dedo en la parte final de una de las flechas admirando su peculiar diseño. Cada una de ellas era única, la obra de un gran artista. No usarlas sería un insulto para aquel arco, a la misma vez que no recuperaras era un insulto para ellas. Aunque el oriental le había comentado que otro artesano podía encargarse de hacer flechas similares, la joven tenía claro que no quería compartir los detalles de su diseño y que en caso de necesitar más cumpliría su promesa y acudiría a él.

- Como ya he dicho, si quiero este arma es para poder proteger a la gente y a mis seres queridos, y Zhu es ahora mismo lo único y lo más querido que tengo. - contestó mientras que cogía los accesorios de su nueva adquisición y se giraba con una expresión tierna en el rostro tratando de tranquilizar al hombre. - No soy poderosa pero te doy mi palabra que cuidaré de Zhu como buenamente pueda. - al enunciar su promesa, Anast agarró con fuerza sus artilugios y los acercó al pecho suavemente, haciendo a su nuevo compañero partícipe de ella.

por **Chunyu Zhu** Mar Nov 05, 2019 9:29 pm

Apreció a niveles que no podía expresar la devoción y atención al detalle que pareció dedicar la chica hacia sus obras, sin embargo, sus palabras trajeron más paz a su corazón de lo que cabía esperar de aquellas palabras, pero eran importantes.
- Entonces, tengo un regalo. – se acercó a la mesa y cogió la caja con cuidado, para después girarse y abrirla ante Anastasia – Creo que antes mencioné el incidente de la forja, ¿verdad? – en el interior de la caja se encontraba una pequeña daga reposando sobre un sencillo paño negro – Aunque no lo parezca, el núcleo es lo que quedó del arma que intentó forjar. Decidí reutilizarlo a modo de recuerdo, por si algún día volvía a pedirme aprender a forjar algo, pero creo que te vendrá mejor a ti. El filo, la empuñadura, todo es de primera calidad, no te preocupes por la intervención de nuestro chico, incluso reforcé la estructura, así que es una buena arma. Así que, si puedes, úsala para meter algo de prudencia en esa cabeza de chorlito.-
Se lo tendió a la rubia y luego hizo un gesto con la mano hacia la puerta, retomando su tono gruñón – Y ahora sácale de mi forja, como siga mucho tiempo solo, o le encontramos con una extremidad de menos, o cargado hasta las orejas, o con algún arma que no sepa utilizar y sea un peligro para sí mismo y para los demás. ¡Que no tengo todo el día! ¡Humf!
Tras ello, volvería a su mesa de trabajo a continuar trabajando en su arma. Mientras tanto, un Zhu sentado tranquilamente en el suelo, canturreando para si esperando con calma. Lo que no sabrían era que, durante la espera y tras colocar las armas en sus lugares, habría tratado de utilizar un peculiar escudo con cantos afilados retráctiles lanzándolo a modo de frisbe, en un espacio cerrado. Sorprendentemente, había rebotado en vez de clavarse y había estado a punto de herirle. Por fortuna, no había asegurado los apéndices cortantes y éstos se habían vuelto a replegar, pero había bastado para que decidiera esperar lejos de objetos afilados, al menos durante unos minutos.

por **Anastasia** Miér Nov 06, 2019 9:08 pm

Gong hablaba de Zhu con un tono parental y protector que hizo envidiar a Anastasia. Las palabras del hombre le recordaron lo sola que estaba, se preguntó si quedaba alguien en Weyard que se preocupara por ella de la misma manera. Quizá aquello era incluso una ventaja: nadie iba a llorar en el peor de los escenarios y ella tampoco tenía nada que perder. Se acercó a Gong y tomó la daga, el arma que el muchacho trató de forjar en un momento de imprudencia iba a protegerlo de otros, casi poético.

- Muchas gracias por todo Gong, honraré tus armas y mi promesa - le dijo imitando las reverencias formales que había visto hacer a algunos ciudadanos del Imperio. Anastasia tomó entonces la salida y volvió al cuarto de los descartes del artesano. Ahí, en medio de la habitación, como si no hubiera pasado nada, se encontraba su amigo. La joven miró a su alrededor tratando de identificar lo que había hecho para serenarse solo en un instante pero todo parecía estar demasiado en orden. Sin darle importancia a lo que podía haber roto, Anastasia esbozó una enorme sonrisa de victoria y bailoteó con alegría moviendo el cuerpo enérgicamente hacia los lados, sin dejar de abrazar todos sus nuevos accesorios. - Y bien, ¿vienes a probar mi nueva arma, Zhu?

Off. Yo creo que con esto estamos Smile

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