Un día cualquiera en el dojo.

Recuerdo del primer mensaje :

Sen Zei era un país tranquilo, pero como toda región tranquila y prospera tiene su zona peligrosa. Los arrabales de Zairon era el suburbio más peligroso de toda Sen Zei. En aquel lugar las mafias reinaban y regían la ley mediante un código de honor pactado entre ellos. En aquella zona había un dojo que pertenecía a Hanzo Kakuma un distinguido asesino que entrenaba a sus discípulos en el noble arte del ninjutsu. Anger vivía allí aprendiendo de su maestro.

El joven demonio entro en una de las salas de entrenamiento de las que disponía el dojo. Se despojo de su calzado quedándose en calcetines sobre el tatami. Hanzo reñía muchas veces a Anger por no hacer una reverencia al terreno de enseñanza como era debido, pero a causa de que su maestro no estaba entro sin más y se sentó en medio de la habitación.

La habitación era una replica exacta a un antiguo salón de un palacio feudal. Las puertas correderas daban a un cristal especial que aislaba el ruido de afuera y transmitía sonido e imágenes de un río que salia de un bosque de bambú y cerezo. El rió acunaba muchas de las hojas de los arboles del cerezo y emitía un sonido muy tranquilizador. Las paredes de la habitación se podían abrir dejando ver un complejo sistema para acondicionar la sala, cambiar el paisaje o abrir un arsenal de armas de practicas perfecto para practicar.

El joven soltó un pequeño suspiro, mientras miraba la puerta esperando que de un momento a otro se abriera y apareciera su pequeña amiga Scarlet para poder seguir entrenando. Tal y como le había prometido días atrás.

- Llega tarde, como siempre...

Dijo echándose sobre el suelo y cerrando los ojos en busca de calmar su impaciencia gracias a los sonidos del río y de la suave brisa que podía oír del espejo.

Scarlet hizo su parte del trabajo al matar al resto de soldado, pero aún quedaban dos jóvenes que habían logrado sobrevivir a la matanza que hubo allí.

La pequeña demonio hizo caso a Anger y corrió del lugar. Haciendo que uno de los individuos le siguiera tal y como el demonio quería. Su mirada se fijo en el joven que portaba una espada larga de hoja ancha, él cual no dudo en recortar distancia quedándose a dos metros delante del chico de pelo blanco. Chunzu tenia su arma sujeta a dos manos y apuntando al pecho de su objetivo. Su primeras palabras fueron un intento de arresto bastante flojo para la opinión del demonio.

Aquellas palabras del ángel de que él, le iba a arrestar. Hicieron que en el rostro del ser infernal se dibujara una leve sonrisa de soberbia y desprecio hacia su oponente. Apretó sus manos que estaban cubiertas por sus guanteletes especiales.

-Sabes, que no me voy a entregar y mucho menos que tú...

Corto su frase para agarrar la espada de su contrincante con su mano izquierda y así desviarla de su objetivo, mientras doy una rápida zancada hacia delante recortando la poco distancia que los separaba. Su rostro se paro delante de la cara de Chunzu, quedando cara a cara.

-Salgas ileso de aquí.

Dijo, mientras su puño derecho iba en forma de un golpe de gancho hacia el costado del ángel. Seria el primer contacto de aquel dojo y el principio de un combate que no se sabia, cual de aquellos dos seres, seria el ganador y cual el perdedor.

OFF:

Anger no sé sorprendió por el repentino movimiento de su rival de sujetar su arma solo con la diestra, mientras con su zurda paraba el gancho que iba directo al costado del ángel.

Las palabras de contrincante, solo hacia que la ira del demonio creciera haciendo que sus ojos marrones rojizos se tornaron en unas esferas carmesíes. Rajadas por la mitad por sus pupilas alargadas y finas como si de un gato se tratara. "- Voy a borrarte esa sonrisa tan irritante." Penso él, mientras su mirada se clavaba en los ojos de su enemigo.

El luchador pudo notar como la pierna de su oponente se colaba entre sus piernas, acompañado de un movimiento de su filo. Los papeles se habían invertido en un momento, el cazador se había vuelto la presa o eso parecía.

Anger se impulso hacia delante con la pierna que había dejado atrás por la zancada. Uso aquel impulso para darle un cabezazo chocando frente contra frente, mientras deslizo su siniestra por el filo de la dadao llegando a la muñeca de su dueño y aferrándose a ella como una esposa.

De repente el joven de piel morena pudo notar su falta de equilibrio por culpa de un golpe en su pie izquierdo. Aquel movimiento de acercarse sin pensar en los movimientos de su adversario había pasado factura por su actitud temeraria. La caída fue hacia la izquierda, pero ese movimiento tuvo una respuesta que fue aferrar su brazo cautivo contra el ante brazo de su opresor así agarrando sus dos manos y obligando a caer también al piso.

El golpe del demonio había llegado a impactar en el costado de su irritante visitante. Lo cual hizo más fácil la acción que quería hacer, ponerse encima de él y tener la ventaja en aquel combate cuerpo a cuerpo. El impacto dejo sin aliento al ángel que intentaba recuperarlo a base de leves jadeos. Entre aquellos quejidos empezó a hablar de una forma, que solo hizo que a vista del pelo albino, aquel combate perdiera cada y cada vez más su buen nombre y pasara a ser algo incomodo, perturbador y demasiado extraño.

- Tio, cállate. Tus palabras solo estropean el combate.

Dijo serio, mientras su mirada seguía atenta a su adversario esperando un contra-ataque como un cazador esperando que su presa se moviera de forma errónea, para arremeter en consecuencia y como castigo de ese movimiento. Tal y como espero el demonio su adversario decidió atacar con un movimiento muy arriesgado. El movimiento consistía en usarle a él de ariete para atravesar una pared, pero en aquel movimiento descuido un detalle importante. Su mano cautiva al fin era libre y podía moverla con total libertad.

Sin demora golpeo la espalda del ángel justo en la columna con un fuerte puñetazo, que esté tenia un poco salido el dedo corazón para usarlo como si fuera una especia de punzón. Así lograría hacer más daño en la columna ya que era un golpe que seria punzante y contundente al mismo tiempo. Espero que aquel golpe dejara de nuevo sin aliento y lo bastante mal para que el joven castaño perdiera potencia y no pudiera atravesar la pared con él, aunque seguramente el impacto le dejaría algo incrustado.

Después de ese puño volvió a intentar golpear de nuevo, pero su tiempo se había acabado. Llegaron a la pared la cual le saludo con un fuerte impacto en la espalda, dejando sin aliento al moreno de piel. Cogió una bocanada de aire y haciendo caso omiso a su dolor siguió en su intento de golpear con fuerza en la cara del joven para que le soltara y poder separarse un poco de él. La pared no aguanto el impacto y cedió al impacto dejando ver la habitación continua al dojo.

En ella solo se podía ver columnas, polvo y absoluto vació. Las ventanas de la calle bañaban de luz las instalaciones dejando ver con una mejor claridad la zona. Aquel sitio que no había sido perturbado casi nunca, excepto por alguna pisada él o alguno de sus compañeros. Ahora su calma sera profanada por el combate que surgió allí.

Anger noto que el golpe en la espalda de su enemigo, le había dado cierta ventaja, ya que la carrera de Chunyu bajo de velocidad considerablemente, aunque no lo suficiente. Cuando se disponía a rematar la faena y su puño que iba directo al rostro. Sintió como la pared había hecho contacto al final con él con tal fuerza que el muro no pudo aguantar y cedió a su espalda.

El golpe dejo sin aliento al demonio durante unos segundos que haciendo acopio de fuerza siguió en su intento de golpear a su enemigo, pero este fue interceptado por el hombro dejando aquel golpe sin su anterior objetivo. El receptor de aquel golpe salio rodando entre los escombros que caían de forma lenta o al menos esa era la sensación del que él tenia. Dicha sensación desapareció en un abrir y cerrar de ojos cuando su cuerpo toco el suelo haciendo que rodara por el, como si fuera un balón pateado por un niño.

Una vez finalizado su rodamiento por el cemento del suelo y quedando tendido sobre el boca arriba. Trato de recuperar aliento quedándose quieto en el lugar y esperando que su enemigo estuviera lo suficientemente mal como para que no intentara contra-atacar.

El rostro del joven de pelo blanco, estaba magullada por el corte de alguna piedra que le alcanzo en medio de su entrada de demolición. Anger podía notar como su sangre salia no solo de las heridas de su cara sino también de sus brazos que estaban desprotegidos, o al menos uno. Aquellos cortes eran sangrantes, pero no eran para nada profundos o molesto, hasta que una punzada en su muslo derecho rompió la calma. Un shuriken había logrado impactar sobre él y clavarse con facilidad. Su mano derecho fue hacia la herida por puro instinto del dolor. Aquel dolor solo hizo que el aturdimiento y el dejaste de el demonio desapareciera por la concentración del dolor que surgió en su extremidad dañada. Él no dudo ni un segundo y saco aquel filo de su pierna, notando como su herida sangraba y podía sentir también el frió del hierro del arma saliendo de él siendo algo raro de describir y molesto.

Tomo aire y se alzo una velocidad normal, ya que la herida no le dejaba levantarse tan rápido como le hubiera gustado. Una vez de pie pudo ver a su rival apoyado o cubierto por los restos de la pared que le tapaba el lado derecho. El albino cogió una piedra lo suficientemente grande para que ocupara toda la palma de su mano izquierda y en la derecha se haya el shuriken del ángel.

El ataque que hizo el demonio era simple aguantar el leve dolor del corte de su muslo y correr hacia su objetivo, el bocazas de turno que había ido a detenerle. Cuando estaba un par de metros le lanzo la piedra al
pecho, para desorientarle y una vez que el proyectil rocoso diera con el objetivo, entonces luego le devolverle su filo en su pierna izquierda. Una vez que se lo clavara el shuriken en la pierna, el luchador aprovecharía el instinto de agarrarse la herida para crear un hueco en la defensa de su contrincante y golpearle en el costado nuevamente.

Spoiler:

Pocos minutos después de salir de la ceremonia de honor que el Imperio Taogami había hecho para darle una medalla - una que representaba toda la falsedad y la hipocresía del imperio de los ángeles  - Hanzo fue a paso rápido hasta los Arrabales de Sairon. Aunque su corazón quería echar a correr, sabía que los ángeles aún le podrían observar y seguir e ir con prisa podría despertar las alertas de aquellos que aún le querrían encerrar.

Un guardia, a la entrada del barrio, le paró para decirle que la zona era peligrosa, a cuyo comentario él contestó que tenía que llegar a su casa cuanto antes para ver si sus hijas estaban bien.

El guardia, embutido en una armadura estilo samurai, torció la mueca de su cara, indeciso. Finalmente dejó pasar a aquel "inocente" transeúnte para volver con su familia.

De camino al edificio abandonado que formaba su dojo secreto, pasó antes por un par de callejones vacíos, para su suerte, y quitó tres ladrillos viejos de una de las paredes de la que luego extrajo una bolsa de plástico que contenía un uniforme de cuero preparado para emergencias.

Se cambió en dicha misma calle lo más rápido que pudo y finalmente cubrió su cara con su máscara dorada de Oni, la que el mismo Taneki Akodo le devolvió tras aquella amarga victoria.

Ya estaba preparado para batallar.

Varias unidades angelicales se movían enfrente del dojo, un grupo de unos ocho individuos armados que se movían con armas de fuego en las manos para entrar.

- He llegado tarde - dijo por lo bajo mientras los observaba desde la cornisa del edificio de enfrente.

Retrocedió y echó a correr cogiendo carrera para saltar casi diez metros de distancia hasta alcanzar el edificio del dojo. Escaló rápidamente hasta una pequeña figura esculpida de un Kirin, y detrás de esta estaba un detonador portátil.

Apretó el botón y la fachada del edificio estalló, dejando caer una multitud de escombros encima de la cabeza de los entrometidos ángeles. Tres de ellos acabaron enterrados, dos con fracturas en hombros o piernas, los otros estaban aún lejos. Lo mejor es que la entrada a nivel de suelo estaba tapada.

El viejo edificio tembló un poco, pero Hanzo no se inmutó. Comprobaría qué pasó dentro, recogería su equipo más valorado y se iría. Si sus discípulos y aliados seguían dentro, se los llevaría con él, sino tocaría buscar mano de obra nueva. Era sencillo.

Entró por la ventana y se movió entre muebles de oficina viejos y escabrosos hasta encontrar el patio interior desde donde pudo confirmar que una batalla se llevaba a cabo.

Decidió tomarse su tiempo y bajar por las escaleras, pasando antes por sus aposentos a recoger sus armas. No había prisa ya que nadie más podría entrar.

La pregunta era, ¿a quién se encontraría abajo?